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Casa de Chá da Boa Nova, el tesoro arquitectónico de Portugal donde el mar se mira, se huele y se come

El edificio alberga el tercer restaurante del chef Rui Paula, que cuenta con dos estrellas Michelin y fue declarado Monumento Nacional por el gobierno portugués en 2011

Rui Paula chef Casa de Chá da Boa Nova Portugal
El chef Rui Paula en el restaurante Casa de Chá da Boa Nova, en Portugal.ALEX ONCIU
Ixone Arana

Hace nueve años que Casa de Chá da Boa Nova es un restaurante, pero aunque no sirviera nada de comer, seguiría mereciendo una visita. El edificio, que desde 2014 alberga el proyecto gastronómico más ambicioso del chef Rui Paula (Oporto, 56 años), fue diseñado en 1956 por el arquitecto portuense Fernando Távora, padre de la arquitectura moderna portuguesa. Él eligió, cuando todavía era posible construir en estrecho contacto con la naturaleza, el idílico enclave donde se erige la casa: entre un faro de 46 metros de altura y una iglesia franciscana de 1369, sobre los pacíficos acantilados de Leça da Palmeira, a veinte minutos en coche del centro de Oporto. El proyecto, en cambio, se lo entregó a su colaborador, el entonces joven arquitecto Álvaro Siza (Matosinhos, 89 años), a quien pertenece el mérito de la versión final de 1962.

Siza ―premio Pritzker en 1992 y el primer arquitecto no español en recoger el Premio Nacional de Arquitectura de España en 2020― ofreció como resultado una lección magistral de edificación integrada en el paisaje. Concebida en su origen como casa de té ―de ahí su nombre― nace directamente de las rocas, como si su estructura de hormigón hubiese crecido ahí de manera natural. Incluso dentro del edificio, donde domina la calidez que aporta la madera de Afizelia africana, da la sensación de estar fuera, junto al mar o sobre él. Pero esa mimetización con el entorno le jugó una mala pasada en los años noventa.

Tras una fuerte tormenta, las olas arrastraron todo el mobiliario, dejando la construcción prácticamente en estado de demolición en plena crisis. No fue hasta 2013 cuando el propio Siza revivió el espacio que creó medio siglo antes, transformándolo en el icónico restaurante que es ahora. No cambió casi nada del diseño original: restauró puertas y ventanas, hizo réplicas de los muebles y simplemente añadió algunas mejoras, como la posibilidad de retraer los amplios ventanales que se alzan desde el suelo hasta el techo para abrir el comedor al exterior. Porque, afortunadamente, en Casa de Chá da Boa Nova sí se sirve comida y probarla es toda una experiencia sensorial.

De los tres restaurantes que Rui Paula tiene en Portugal, este es el único distinguido con dos estrellas de la Guía Michelin. “Es muy especial por la propia arquitectura, por la proximidad al mar”, cuenta sentado en una de sus sillas tapizadas de cuero. “Es importante tener estas vistas porque estás probando algo que te da el océano mientras lo miras”, explica. El edificio de hormigón consta de dos comedores con espectaculares vistas al mar y una capacidad máxima de 40 personas. La luz natural lo inunda todo, incluso la cocina, con capacidad para 30 trabajadores y abierta a todo aquel que tenga curiosidad por observar el proceso de elaboración de los platos en directo. Paula presume de no tener nada que esconder. “Muchos cocineros llevan aquí más de cinco años y eso no es habitual en este sector. Es importante tener un buen equipo”, confirma el chef, que en 2014 se estrenó como jurado de MasterChef Portugal.

En la carta de sus otros proyectos gastronómicos ―DOP, en el centro de Oporto, y DOC, en pleno valle del Duero― puede aparecer cordero, lechón, pato o cabrito, pero no en la de Casa de Chá da Boa Nova. “Aquí solo trabajo con pescado y frutos de mar. Nada más”, confirma tajante. Es de los que cree que “la gastronomía tiene raíces emocionales” y su objetivo es despertar recuerdos mediante aromas y sabores que recrea combinando ingredientes. Para entender su teoría, basta con probar el plato de carabinero de la costa del Algarve, lleno de diferentes texturas y sensaciones paliativas. Con el cuerpo ligeramente cocido y la cabeza asada a la brasa ―cuyo jugo animan a sorber hasta que quede completamente vacía―, se sirve junto a piñas de las Azores caramelizadas y puré de limón “para aportar frescura al dulzor del carabinero” y se remata con una crema de ajo negro que le da “un toque más profundo de umami”.

El olor a brasas de una parrilla que entra en el comedor para terminar de cocinar una langosta demuestra que las emociones olfativas son tan importantes como las gustativas. “Es un olor que no impregna la ropa ni el pelo, pero que despierta nuestros sentidos”, explica mientras sirve el crustáceo acompañado de aceite de oliva. “El pescado y marisco portugués es magnífico porque las aguas son muy frías, con muchas algas y muy batidas. Esto hace que se queden con una textura muy buena y un sabor fantástico”, comenta Paula. En el menú (a partir de 155 euros) tampoco falta el bacalao, servido sobre una base de garbanzos y las tripas del propio pescado. “No es de nuestra costa, pero los portugueses somos conocidos en todo el mundo por este plato y no hay extranjero que venga a Portugal y no pida un plato típico de bacalao”, confirma. La carta de vinos cuenta con más de 450 referencias de las principales regiones vinícolas portuguesas y del resto mundo, que incluyen desde el mejor Oporto hasta los champanes más delicados.

En todo Portugal solo hay siete restaurantes que han logrado dos estrellas Michelin y Rui Paula quiere que Casa de Chá da Boa Nova sea el primero en conseguir la tercera. Con la primera, en 2016, la clientela aumentó un 25%, según sus propios cálculos. Con la segunda, en 2019, esta creció otro 20%. “Ahora tengo el restaurante siempre lleno y le debo gran parte a estos reconocimientos”, admite. No son los únicos que cobija el edificio, ya que en 2011 el Gobierno portugués lo declaró Monumento Nacional junto con la cercana Piscina das Marés, también obra de Siza. De hecho, está integrado en el Itinerario Internacional de Arquitectura y se puede visitar con cita previa a través de la Casa de la Arquitectura de Portugal.

La cocina tiene capacidad para 30 trabajadores y está abierta a todo aquel que tenga curiosidad por ver la elaboración de los platos en directo.
La cocina tiene capacidad para 30 trabajadores y está abierta a todo aquel que tenga curiosidad por ver la elaboración de los platos en directo. ALEX ONCIU

Ya sea para disfrutarla como tesoro arquitectónico, como templo gastronómico o como ambos a la vez, para acceder a Casa de Chá Boa Nova hay que cruzar unas escaleras rodeadas de rocas que empiezan en un pequeño aparcamiento junto al paseo marítimo de Leça da Palmeira. La entrada está protegida por el mismo techo que custodia el edificio de hormigón, manteniéndolo fresco en verano y, ahora sí, a salvo de las olas y las tormentas en invierno. La casa resiste a las tempestades, igual que el restaurante ha soportado los reveses de la pandemia. “Fue una época muy mala, pero ahora nos va muy bien”, confirma Paula. Ahora solo se respira calma, olor a agua salada y el delicioso aroma que desprende cada plato.

Casa de Chá da Boa Nova

Dirección: Avenida da Liberdade, nº 1681, 4450-718, Leça da Palmeira
Teléfono: +351 229 940 066 
Web: www.casadechadaboanova.pt
Horario: de 12.30 a 15.00 y de 19.30 a 22.30. Cierra domingo y lunes.
Precio menús: De seis pases por 155 euros, de doce pases por 195 euros y de 21 pases por 255 euros. El maridaje de vinos cuesta 140 euros o 180 euros. 


Sobre la firma

Ixone Arana
Es redactora de Estilo de Vida. Antes de incorporarse a EL PAÍS, donde también ha escrito para la sección de Madrid, trabajó en 'Cinco Días', principalmente en la sección de Fortuna. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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