_
_
_
_
La imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sexo y las narices

Descornado de un rinoceronte negro en una reserva privada de caza ubicada cerca del Parque Nacional Kruger en Phalabora (Sudáfrica) en 2022.
Descornado de un rinoceronte negro en una reserva privada de caza ubicada cerca del Parque Nacional Kruger en Phalabora (Sudáfrica) en 2022.Kim Ludbrook (Efe)
Juan José Millás

Esa fantasía biológica que yace en el suelo es un rinoceronte negro al que acaban de disparar un dardo sedante desde un helicóptero para que no se entere de que le van a rebanar el cuerno con una sierra mecánica. ¿Con qué objeto? Con el de salvarle la vida, pues en la región de Sudáfrica donde se obtuvo la imagen abundan furtivos que los matan para vender esa especie de pezuña facial a la que atribuyen propiedades medicinales mágicas. Dado que el cuerno, como las uñas, vuelve a crecer, dentro de un par de años habrá que repetir el sacrificio.

Imaginemos ahora que se corre la voz de que las narices de las personas de su barrio de usted, cocinadas al ajillo, resultan ser un potente afrodisiaco. Proliferarían enseguida toda clase de criminales dispuestos a acabar con la vida de sus convecinos, además de con la suya, a fin de robarles el preciado apéndice. Las autoridades podrían hacer dos cosas: o perseguir a los asesinos o amputar las narices a todas las personas de su barrio. La nariz o la vida, en fin. Ante tal dilema, la policía sudafricana ha decidido optar por la nariz, o sea, por el cuerno. ¿Para qué sirve un cuerno?, se preguntarán algunos. No tenemos ni idea, pero lo cierto es que los rinocerontes amputados no se atreven a salir de casa. Se quedan, en fin, por los entornos que les resultan familiares, lo que reduce sus posibilidades de encontrar pareja exponiéndose, más si cabe, a la extinción (solo quedan en el mundo 27.000 ejemplares de cinco especies diferentes). Cuidado, pues, con lo que se empieza a rumorear de nuestras narices porque nos jugamos el sexo.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_