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Relevo generacional en la viña española

Los jóvenes del vino llegan pisando fuerte, preparados y con una visión más global. Pero no hay una receta para pasar el testigo. A veces, para triunfar necesitan romper con la tradición. Otras, recuperar sus raíces

Vinos Ribera del Duero
Celia Vizcarra, de 23 años, formada como enóloga y con experiencia en distintas regiones vinícolas del mundo, está plenamente incorporada a la bodega de su familia en Ribera del Duero.James Rajotte
Amaya Cervera

Encontrar un lugar propio dentro de un proyecto ideado por generaciones anteriores que vivieron tiempos y circunstancias diferentes no siempre es fácil. Tampoco en el mundo del vino, donde conviven ejemplos continuistas, rupturistas y soluciones intermedias. Si se hacen bien, los tres modelos funcionan.

Preparación internacional

Celia Vizcarra tiene 23 años, pero ha vendimiado ya en cuatro regiones vinícolas del mundo más allá de Ribera del Duero, donde se encuentra la bodega de su familia. Su abuelo era socio de la cooperativa de Roa (Burgos), pero la abandonó en los años ochenta para elaborar graneles en su localidad natal de Mambrilla de Castrejón. Su padre, Juan Carlos, acondicionó la bodega-garaje para lanzarse a embotellar en 1991 y aguantó las estrecheces hasta 2007, cuando pudo trasladarse a unas instalaciones en condiciones.

Celia nació en noviembre de 2001, justo después de la vendimia. Al año siguiente ya tenía un vino con su nombre, y no uno cualquiera, ya que se elabora con uno de los viñedos más viejos de la familia.

La primogénita de los Vizcarra (su hermana Inés, nacida en 2004, también tiene dedicado otro tinto de altos vuelos) no tuvo problema en dar el salto del instituto de Roa a la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona para estudiar la carrera de Enología en catalán. Allí coincidió con otros hijos de bodegueros como Adrià Albet (Albet i Noya, Penedès), Sergi Pallarès (Celler Arrelats, Terra Alta) u Óscar Mestre, que ya tiene su propio proyecto personal en Valencia.

Celia Vizcarra, con su padre, Juan Carlos Vizcarra. Gracias a su dominio del inglés, le está dando ya el relevo en muchos viajes.
Celia Vizcarra, con su padre, Juan Carlos Vizcarra. Gracias a su dominio del inglés, le está dando ya el relevo en muchos viajes.James Rajotte

Luego se lanzó al mundo. Los cinco meses que pasó en la bodega de Carneros Cuvaison (Napa Valley, California) en 2021 fueron una grandísima experiencia y no solo por la parte profesional. “La familia con la que me alojaba también se dedicaba al vino, hacía muchas catas a ciegas con ellos, probé muchos vinos de la zona e hice muchos amigos”, explica. En 2022 vivió la vendimia en Macán, la bodega riojana de Rothschild-Vega Sicilia, donde fue testigo de su obsesión por buscar uvas de la mejor calidad.

Este 2023 ha sido mucho más intenso. Empezó en Chile, en el hemisferio sur, aprovechando que su vendimia tiene lugar en nuestra primavera. Trabajó en Matetic, en el valle de Casablanca, bodega referente en biodinámica y especialista en sauvignon blanc, que produce alrededor de medio millón de botellas al año (Bodegas Vizcarra puede llegar a 350.000). “Intento trabajar siempre en bodegas medianas para ver todo el proceso. Aquí tomé muestras, lavé prensas, hice remontados de vino en la fermentación… Al ser biodinámica, la bodega tiene su propia granja y recibe muchos enoturistas”, cuenta.

Y tuvo margen para vivir otras dos vendimias en España. La primera en Belondrade, gran referente de la DO Rueda, donde pudo completar su experiencia con vinos blancos; y la segunda en casa aprovechando que la recogida de uva empieza más tarde en Ribera del Duero. Este año además ha podido elaborar su primera barrica; un vino enteramente suyo y hecho a su gusto.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo? “Quizás la elaboración y saber vendimiar la uva en su punto óptimo, tomar decisiones; por ejemplo, cuándo sacar el vino de depósito o de barrica. Pero también me gusta la parte comercial y salir a vender al extranjero”, responde unas horas antes de coger un avión rumbo a Suiza, donde participará en distintas catas organizadas por el importador de Vizcarra en ese país. Su padre respira aliviado, porque lo de viajar y manejarse con el inglés nunca ha sido su fuerte. Ahora es Celia quien recibe a las visitas internacionales en la bodega. Ella ha visto ya más mundo del que Juan Carlos Vizcarra habría podido soñar a su edad. Su llegada aporta continuidad y da nuevos bríos al negocio.

Lo único que Celia echa en falta es un grupo de amigos productores de su edad con los que compartir catas e inquietudes. Como muchos otros herederos de bodegas en España, está muy predispuesta a intercambiar experiencias. Le encantaría que en Ribera hubiera algo parecido a los Martes of Wine, la alianza de jóvenes productores del entorno de San Vicente de la Sonsierra, que, además de haber dinamizado su zona, se han convertido en un modelo a seguir.

Hay más ejemplos en España. El mes pasado en Barcelona, 18 pequeños productores constituyeron el colectivo Vida Penedès con el objetivo de dignificar la región en la que trabajan. Además de su compromiso con la tierra y el paisaje, hay un nexo generacional claro: ninguno se aleja mucho de la treintena.

Leo (izquierda, 33 años) y Roc Gramona (29 años) son primos y la sexta generación al frente de una de las firmas de espumosos más prestigiosas del país.
Leo (izquierda, 33 años) y Roc Gramona (29 años) son primos y la sexta generación al frente de una de las firmas de espumosos más prestigiosas del país. James Rajotte

Vinos de familia, vinos propios

Uno de sus miembros es L’Enclòs de Peralba, proyecto personal de los primos Roc y Leo Gramona (de 29 y 33 años, respectivamente), que son también la sexta generación de una de las firmas de espumosos más relevantes del país. Su relación se ha estrechado notablemente en los últimos años, sobre todo desde que Jaume Gramona, el padre de Roc, organizó en 2015 un viaje a Marruecos para que conectaran con los valores de la empresa familiar. La estrategia funcionó y un par de años después se incorporaron oficialmente a Gramona.

Allí, han reproducido hasta cierto punto los roles de sus padres. Roc como técnico y enólogo con experiencia en distintas regiones, además de experto en poda, siguiendo la estela de Jaume, que se formó en Borgoña. Leo, que es ingeniero industrial y luego se dedicó a la consultoría, en la parte comercial y de estrategia como su padre, Xavier Gramona, fallecido repentinamente este verano tras una desafortunada caída en la bodega; una circunstancia que ha acelerado más si cabe el relevo en la casa.

Pero en el camino también surgió la necesidad de expresarse con cierta libertad. “Yo quería vinificar una viña de una variedad tinta, pero mi padre no se sentía cómodo con ciertas técnicas que quería utilizar y además se planteaba el impacto que podría tener para la bodega que hubiera una línea de trabajo diferente”, explica Roc. La solución fue L’Enclòs de Peralba, un proyecto independiente que arranca con unos pocos viñedos de la familia y de viticultores del Penedès, y que se ha centrado en vinos tranquilos frente a la gran especialidad de Gramona que son las burbujas. “Para nosotros era importante encontrar nuestro camino y nuestra forma de hacer, cometer errores, y tener nuestro propio proceso de aprendizaje; y si la calle nos castigaba o aupaba, sería solo a nosotros”, opina Leo.

Proyectos con intención que ponen en valor el territorio. Aquí al grito de “Make Penedès great again”.
Proyectos con intención que ponen en valor el territorio. Aquí al grito de “Make Penedès great again”.James Rajotte

Su pequeña bodega no solo se ha posicionado en tiempo récord como uno de los nuevos proyectos de vinos tranquilos más prometedores de Penedès. También ha generado nuevas sinergias entre los primos. “Tener que hacer todo el trabajo nos ha ayudado a tener una visión más amplia y a intercambiar roles; a mí, a estar en viñedo y bodega, y a catar; a Roc, a pisar la calle. Esto hace que me sienta mucho más acompañado en la visión estratégica y que los dos tengamos la tranquilidad de que la rueda seguirá girando si uno está fuera”, explica Leo. Es una forma más interactiva de trabajar, frente al estricto reparto de espacios de la época de sus padres.

Y su energía parece imparable. Roc anuncia que ya están trabajando en Gramona en esas pequeñas actualizaciones que necesitan todas las marcas para seguir siendo relevantes en cada momento. “Por supuesto respetando la historia de la casa y el trabajo que se ha hecho, pero tenemos objetivos que se van a empezar a ver en un par de años, tanto por la parte de variedades de uva como de definición de suelos y de trabajo por parajes”, dice.

Leo, por su parte, apunta un cambio importante de filosofía: “Antes había más necesidad de crecer, de plantar más viñedo, hacer más botellas. El modelo de éxito de la generación de los años sesenta era cuantitativo. Ahora no se trata de hacer más cosas, sino de hacerlas mejor; el valor está por encima del número de botellas”.

Eduardo Eguren (38 años) abandonó un grupo bodeguero casi mítico para buscar su propio camino y desarrollar el tipo de vinos que quería elaborar.
Eduardo Eguren (38 años) abandonó un grupo bodeguero casi mítico para buscar su propio camino y desarrollar el tipo de vinos que quería elaborar. James Rajotte

Abrir camino en solitario

El valor es algo que ha mamado Eduardo Eguren (38 años) desde pequeño. Es hijo de Marcos Eguren, enólogo clave en el desarrollo de vinos de alta gama en España en los años noventa y primera década del siglo XXI. La lista incluye Numanthia y Termanthia en Toro; y San Vicente, Amancio, El Bosque, El Puntido o La Nieta en Rioja.

Su incorporación al grupo riojano familiar Sierra Cantabria se produjo de forma natural. Uno de sus primeros trabajos fue montar el equipo de Teso La Monja, la nueva bodega que crearon en Toro tras la venta de Numanthia al grupo de lujo LVMH. Vivió tres meses en la zona y a partir de ahí empezó a compatibilizar vendimias en los distintos viñedos del grupo y a dedicar una parte importante de su tiempo a labores comerciales. “Me podía pasar entre seis y siete meses al año fuera de casa”, recuerda Eduardo.

En lo que se refiere a los vinos, había un elemento de frustración por no poder incorporar parte de lo aprendido de sus experiencias en California o Australia, donde residió durante todo 2015. “La empresa está muy bien constituida, todo está muy bien definido; no había cabida para una nueva generación”, apunta.

La muerte de su abuelo materno en 2017 marcó un punto de inflexión en su camino vital cuando su madre le ofrece llevar las viñas que le habían correspondido en herencia. A principios de 2018 deja el día a día de la empresa familiar para crear Cuentaviñas.

El camino, sin embargo, no es totalmente rupturista. En 2021 le dieron entrada en el consejo de administración de la compañía familiar junto a algunos de sus primos. “No descarto volver, pero mi proyecto necesitaba tiempo y espacio”, afirma.

Botellas de bodegas Cuentaviñas.
Botellas de bodegas Cuentaviñas. James Rajotte

En 2023 trasladó la elaboración a una nave en un polígono industrial de las afueras de Logroño y, poco a poco, está acondicionando distintos edificios para la crianza de los vinos en Peciña, la pedanía más pintoresca de San Vicente de la Sonsierra, desde donde se divisan algunas de sus viñas del valle de la Canoca y adonde le gustaría trasladar la bodega en el futuro. A su abuelo Félix le llamaban el “peciñero” porque era originario de este enclave. En cierto modo, Eduardo ha regresado al punto de partida.

Su padre puede estar orgulloso. Los vinos más asequibles de Cuentaviñas se cotizan a 45 euros y sus viñedos más especiales, Los Yelsones y El Tiznado, superan los 160 y 200 euros respectivamente. ¿Vender caro es un arte? “Puedes hacer el mejor vino del mundo, pero si no conoces los resortes de la comercialización, es difícil alcanzar el éxito”, sentencia.

Celia, Roc, Leo y Eduardo participaron en la convocatoria Jóvenes Talentos del Vino que organizó este verano el Basque Culinary Center en San Sebastián. Allí se habló de que contar con una bodega familiar detrás lo mismo puede dar alas al crecimiento profesional que frenar las ambiciones personales cuando se produce un choque intergeneracional. Sea cual sea el camino elegido, el futuro del vino español es de estos jóvenes talentos.

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Sobre la firma

Amaya Cervera
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y especializada en vino, es fundadora de la página web www.spanishwinelover.com. Ha sido redactora-jefe de la revista Sibaritas y miembro del equipo de cata de las guías Peñín y Todovino. Colabora con revistas nacionales e internacionales y participa como jurado en competiciones vinícolas.

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