Bellas, lánguidas y misteriosas
Se cumplen 10 años del fallecimiento de Deborah Turbeville, la fotógrafa estadounidense que impuso la mirada femenina. La galería Bernal Espacio le dedica una exposición que reúne en Madrid algunas de sus imágenes más icónicas, instantáneas introspectivas y llenas de misterio.
En su día, las fotos de moda de Deborah Turbeville (Boston, 1932-Nueva York, 2013) generaron estupefacción, cuando no hostilidad, por su renuncia a toda aptitud comercial para convertirse en refinados objetos artísticos. También por su languidez. En los setenta, frente a las valquirias sexualizadas de Helmut Newton o el erotismo a todo color de Guy Bourdin, la propuesta de Turbeville resultaba inaudita: las poses indolentes de las modelos, su actitud introspectiva, el clima misterioso que las rodea. Los tonos apagados y el desenfoque de una imagen que parece creada únicamente para ser destruida después, como el fantasma de un fantasma. Si existe en la cultura de masas una mirada femenina —como existe esa mirada masculina sobre la que tanto se ha teorizado y que ha tratado a las mujeres como puros objetos—, es la que se encuentra en Turbeville, cuyas mujeres son subjetividad pura. Por eso los espacios que habitan no las encuadran en unas coordenadas espaciotemporales, sino que parecen irradiar de ellas mismas, como proyecciones de esa subjetividad. Desde la literatura de Proust o Duras y el cine de Alain Resnais, nadie había reflejado con tanta inteligencia la naturaleza engañosa del tiempo y la memoria. Ni la melancolía de habitar su bucle interminable.
La exposición Deborah Turbeville. The Power of the Female Gaze se puede ver en Bernal Espacio, en Madrid, hasta el 28 de octubre.
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