He salido en la foto
Esta imagen se parece bastante a la que vemos cuando nos dan un puñetazo en un ojo. Aparece también entre los relieves del cerebro cuando bajamos los párpados para defendernos de un golpe de sol. Se trata, sin embargo, de la representación de un agujero negro. A los legos en la materia nos cuesta mucho entender racionalmente las explicaciones de los astrofísicos, aunque las captamos enseguida desde el punto de vista emocional, porque en cualquier lugar donde se hable de agujeros negros se está hablando de nosotros. No somos tan masivos como el de la imagen, pero psicológicamente hablando estamos constituidos por un orificio capaz de atrapar toda la angustia que pase por sus bordes. Quien dice toda la angustia dice toda la ansiedad, toda la desazón, todo el pánico.
Hay una zona de estos agujeros llamada “horizonte de sucesos” (gran hallazgo lingüístico) que marca el punto de no retorno del material anímico que se precipita en él. Una vez que el pánico alcanza ese punto, no hay ansiolítico capaz de detenerlo.
Nos gustan mucho las informaciones científicas sobre las singularidades del espacio, aunque no es raro que su lectura nos suma al mismo tiempo en reflexiones de carácter autobiográfico sin que seamos capaces de dar cuenta del porqué de la semejanza entre lo inmensamente grande (el universo) y lo inmensamente pequeño (yo). Me acaba de entrar una mota de polvo en el ojo. Al frotarme el párpado para aliviar el picor, se ha manifestado en el interior de mi bóveda craneal una imagen idéntica a la obtenida por el Telescopio del Horizonte de Sucesos. He salido en la foto.
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