Discursos monotemáticos
No es más que un dron, pero el primer ministro lo observa como si se tratara de un pene extraordinario, quizá el suyo. No deja de ser curioso que todas las armas defensivas estén inspiradas en esa pieza masculina. De ahí que las guerras resulten tan pornográficas, de ahí también que llenen los telediarios de orgasmos abrasadores y erecciones explosivas. Hay quien coge su polla como el que blande un cuchillo y hay quien confunde el lanzamiento de un misil con una eyaculación de carácter nacional. Puede que el sexo sea un gran hallazgo evolutivo, pero promueve epifenómenos calamitosos.
En fin, que no se pierdan al pintoresco Johnson con la chaqueta abierta y las manos en la cadera, como diciendo “ahí estoy yo, en ese dron, ahí está al menos una parte de mi anatomía”, mientras el militar de la izquierda le informa acerca de las competencias del aparato, de su versatilidad, su movilidad, su capacidad de penetración. Seguramente no dice “polla” ni “pija” ni “verga”. Sin duda, prefiere utilizar términos clínicos, técnicos, científicos para que la imagen no parezca más explícita y pasemos del erotismo a la pornografía. Los militares de la derecha cruzan púdicamente las manos sobre sus genitales en parte para disimular de qué hablamos cuando hablamos de drones, aunque sin ser capaces de evitar con ese mismo gesto poner de relieve el verdadero asunto de la conversación. Decimos con frecuencia que la literatura sirve para hablar de una cosa mientras se finge hablar de otra. Es lo que ocurre con los discursos militares: la diferencia es que estos suelen ser monotemáticos.
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