_
_
_
_
La imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Discursos monotemáticos

Boris Johnson observa un dron utilizado para la vigilancia y el rescate de migrantes en Dover, Inglaterra, el 14 de abril de 2022.
Boris Johnson observa un dron utilizado para la vigilancia y el rescate de migrantes en Dover, Inglaterra, el 14 de abril de 2022.Matt Dunham (WPA Pool/Getty Images)
Juan José Millás

No es más que un dron, pero el primer ministro lo observa como si se tratara de un pene extraordinario, quizá el suyo. No deja de ser curioso que todas las armas defensivas estén inspiradas en esa pieza masculina. De ahí que las guerras resulten tan pornográficas, de ahí también que llenen los telediarios de orgasmos abrasadores y erecciones explosivas. Hay quien coge su polla como el que blande un cuchillo y hay quien confunde el lanzamiento de un misil con una eyaculación de carácter nacional. Puede que el sexo sea un gran hallazgo evolutivo, pero promueve epifenómenos calamitosos.

En fin, que no se pierdan al pintoresco Johnson con la chaqueta abierta y las manos en la cadera, como diciendo “ahí estoy yo, en ese dron, ahí está al menos una parte de mi anatomía”, mientras el militar de la izquierda le informa acerca de las competencias del aparato, de su versatilidad, su movilidad, su capacidad de penetración. Seguramente no dice “polla” ni “pija” ni “verga”. Sin duda, prefiere utilizar términos clínicos, técnicos, científicos para que la imagen no parezca más explícita y pasemos del erotismo a la pornografía. Los militares de la derecha cruzan púdicamente las manos sobre sus genitales en parte para disimular de qué hablamos cuando hablamos de drones, aunque sin ser capaces de evitar con ese mismo gesto poner de relieve el verdadero asunto de la conversación. Decimos con frecuencia que la literatura sirve para hablar de una cosa mientras se finge hablar de otra. Es lo que ocurre con los discursos militares: la diferencia es que estos suelen ser monotemáticos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_