Queda liberado de toda culpa
Almeida se explica. Entre explicar y explicarse hay una pequeña diferencia formal, pero un abismo desde el punto de vista del significado. La humanidad se divide entre quienes explican y se explican. El alcalde de Madrid pertenece a la segunda categoría. Lleva explicándose desde que comenzó a gobernar. Cuando no es por una cosa es por otra, pobre. Parece víctima de una compulsión que le obliga a proclamar todo el rato que él no ha sido.
Ignoramos de qué hablaba cuando le hicieron esta foto, pero basta observar atentamente la disposición general de su cuerpo, así el movimiento de las manos y la expresión culpable de su rostro, para deducir que ha caído una vez más en la necesidad de justificarse. Tal vez de pequeño fue acusado de algo que no hizo, tal vez haya en su biografía un suceso oscuro que no ha salido a la luz y por el que se siente amenazado. El caso es que le pones un micrófono delante y lo primero que hace es explicarse.
Se pasa la vida pidiendo excusas por faltas que asegura no haber cometido. Desde aquí le decimos que queda perdonado. No se puede vivir así, por Dios. Damos, pues, por prescrito aquello que lastra su conciencia, trátese de lo que se trate. A ver si liberado de esa culpa secreta se enfrenta de una vez por todas a los problemas de Madrid con las energías que requiere el gobierno de una urbe hermosa, pero hostil para un porcentaje muy alto de quienes vivimos en ella. Necesitamos con desesperación, en fin, que deje de explicarse (para eso están el psicólogo o la psicóloga, amigo, pídales hora) y comience a dar explicaciones.
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