El veganismo: ¿el nuevo (y único) estilo de vida ‘kosher’?
El ensayo ‘Vegan Revolution’ desvela los estrechos lazos entre el movimiento contra el consumo de carne y los fundamentos del judaísmo
Israel es conocido en el mundo por muchas razones, como por ser cuna de muchas empresas emergentes. Se la conoce como la start-up nation, pero no muchos saben que es el país con mayor porcentaje de veganos, un 5% de la población. A eso hay que añadir otro 8% de la población que se declara vegetariano. El movimiento contra el consumo de productos de origen animal va in crescendo desde hace unos cuantos años en tierra santa.
En las altas esferas del país está más que asumido el cambio de tendencia. El comandante en jefe del ejército israelí, Aviv Kochavi, es vegano. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, es vegetariano y el actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, apoya los Lunes sin carne, una iniciativa practicada por el Parlamento israelí. El mundo empresarial israelí se encuentra en la misma onda: existen más de 350 empresas emergentes de alta tecnología que trabajan por obtener “carne de laboratorio” elaborada sin intervención animal, y la mayoría de estas empresas se crearon hace menos de cinco años.
Todo esto y mucho más explica el libro Vegan Revolution: saving our World, revitalizing judaism (Revolución vegana: salvando el mundo y revitalizando el judaísmo, en español), un ensayo publicado en Estados Unidos por la editorial Lantern y escrito por el norteamericano Richard H. Schwartz, que se confiesa practicante devoto del judaísmo y a la vez adalid y activista en pro del veganismo. Para Schwartz casi no puede haber hoy en día judaísmo auténtico sin abrazar a la vez el veganismo. Y no es el único que lo piensa. Un total de 75 rabinos firmaron una petición en el 2017 donde instaban a sus correligionarios a pasarse a una dieta basada en plantas.
En el jardín del Edén Dios dio una dieta exclusivamente vegetariana a Adán y Eva
Schwartz considera que el cambio de hábitos de consumo no es una acción puntual que busca solo mejorar la relación entre las personas y los animales sino que forma parte de la “lucha global por un mundo más justo, pacífico, compasivo y sostenible desde un punto de vista medio ambiental”, y esa búsqueda de la justicia social está en la base de la fe judía.
En su tradición además se cree que las personas no deben ser crueles con los animales sino que han de tratarlos con compasión. Es el principio, enunciado en hebreo, del tza’ar ba’alei chayim, que se traduce por “no provocar daño a ninguna criatura viviente”. En la Biblia de hecho a menudo los pastores (como Jacob) son los héroes mientras que los cazadores (como Esaú) son los villanos.
Y a pesar de lo dicho, la Biblia no prohíbe taxativamente al pueblo judío el consumo de carne, solo el consumo de determinados animales, como el cerdo, que son señalados como impuros. ¿Por qué entonces este ayuno autoimpuesto de toda comida de origen animal, incluida la supuestamente ‘kosher’, es decir apta para el consumo?
Como demuestra el ensayo, ya no existe realmente carne ‘kosher’ stricto sensu. Me explico. Los judíos deben consumir carne de un animal que haya sido sacrificado por un matarife cualificado según unas determinadas reglas que garantizan que la criatura no sufra. El problema es que ese sacrificio “perfecto” se realiza sobre un animal que ha sido maltratado y torturado a lo largo y ancho de su vida por culpa de la ganadería intensiva. ¿Dónde queda entonces el principio de no “provocar daño a ninguna criatura viviente”? Según Schwartz, la conclusión cae por su propio peso. No hay mejor manera de garantizar que la comida sea ‘kosher’, que no se incumple ningún mandamiento, que si se prescinde completamente de la carne.
A lo largo del libro Schwartz explica cómo el veganismo no solo evita el sufrimiento animal sino que va mucho más allá. Permite también combatir el hambre en el mundo, luchar contra el calentamiento global, mejorar la salud de las personas y ahorrar en el consumo global de agua, entre otros aspectos. En el fondo, el autor demuestra que lo que es bueno para las personas y para su vida espiritual lo es también para los animales y la creación en general.
Es la aplicación práctica del principio hebreo del tikkun olam, el que debería de ser la misión de toda persona en la tierra y que se traduce por “reparar el mundo”, que está roto. En el jardín del Edén, en el Génesis, Dios dio una dieta exclusivamente vegetariana a Adán y Eva. El paraíso era pues vegano. Es solo después del diluvio que se permite el consumo de animales. ¿Será verdad que “reparar el mundo” implica volver a una alimentación estrictamente vegetal?
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