Manos que mecen la uva
Canteros y carpinteros aprendieron a moldear el vacío. De ellos nacen siempre vinos atractivos.
JEAN-Louis Tribouley trabajó la madera en Vesoul antes de establecerse como vitivinicultor en el Rosellón francés (en Latour-de-France), en 2002. Desde el primer momento cuidó a ambos (viñedos y madera) de la misma manera: con intervenciones mínimas y adecuadas, con silencio y parsimonia, con gestos más que con palabras. Como en tantos casos, son sus manos en la cepa y en la bodega las que hablan, son sus vinos los que ahora llenan el silencio con expresiones de placer. GG 2018 tiene proporciones armónicas: tierra pobre, suelos de roca y granito, raíces profundas paren uvas intensas que hay que tratar con esmero para que su sonido no acabe en estridencia. Tribouley lo consigue: su macabeo con garnachas es fresco y jugoso, huele a prado fresco y a bruma matinal junto al río. Avellanas tostadas y mantequilla salada, bergamota y corteza de limón en un bizcocho casero. La madera y la vainilla decoran un perfume que envuelve: raso con vetas de amarillo y verde. En la alacena reposan la canela y la pera de otoño.
Ficha técnica:
Jean-Louis Tribouley, GG 2018
– Vin de France, 13%.
En suelos de esquisto desmenuzado mezclado con rocas y arenas graníticas, viñedos de unos 50 años de macabeo (50%) y garnachas gris y blanca (50%) se cultivan en ecológico certificado. La uva despalillada fermenta en acero y hace la maloláctica reposando en botas de roble de tercer año (siete meses). No se estabiliza, ni clarifica ni filtra. Mínimos sulfitos añadidos. Precio: 17,75 euros.
Sensaciones
– Retazos cálidos de octubre (caquis y membrillos) se mezclan con frescas primaveras. La cebada crece, verde y tranquila.
A través del cristal
– Servilletas vintage de L’Arca de l’Avia y portavelas metálico de Zara Home. Decantador y copa de cristal soplado a mano de Zwiesel 1872.