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“Africanos y europeos no podemos seguir hablando solo de migración”

La Unión Europea sella una alianza con África para incrementar las inversiones del sector privado en el continente. Stefano Manservisi, director general de cooperación de la Comisión, desgrana este plan

rawpixel (Unsplash)
Alejandra Agudo
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La cooperación para el desarrollo tal como la conocemos está en proceso de transformación y puede que de extinción. La ayuda económica de los países más ricos para el progreso de los menos adelantados ha sufrido fuertes recortes a nivel global durante los años de crisis y se han ideado nuevas fórmulas para conseguir que los pobres salgan de atolladero. Es el caso de la alianza con África que acaba de sellar la Unión Europea para la inversión y el empleo sostenibles. Stefano Manservisi, director general de cooperación de la Comisión Europea, quien ha visitado España recientemente, explica las líneas generales.

“En primer lugar, hablamos de alianza, no de un donante y beneficiarios”, lanza Manservisi. Eso significa, añade, “pensar y hacer juntos”. En la práctica, este acuerdo trata de fomentar las inversiones de capital privado extranjero, y más adelante local, en África. Los objetivos son la creación de empleo, la mejora de las capacidades técnicas de las poblaciones desfavorecidas, especialmente de los desplazados, a través de la formación profesional, la construcción de infraestructuras y, en general, el progreso económico de los países.

La Unión Europea, además, asume los riesgos potenciales de las inversiones en países a veces inestables y poco transparentes, pero los posibles beneficios pueden ser sustanciales. Como reconoce la propia Comisión, la UE es el mayor socio comercial de África y representa el 36% del comercio de mercancías del continente, por valor de 243.500 millones de euros en 2017. Los ciudadanos, además, apoyan este nuevo modelo. El Eurobarómetro de septiembre de 2018 revela que cuatro de cada cinco europeos apoyan la intervención del sector privado en la cooperación para el desarrollo. Manservisi destaca, sobre todo, los beneficios para la población africana. “Tenemos que crear trabajo, actividad económica”. En concreto, se ha fijado la meta de crear 10 millones de empleos.

Stefano Manservisi, director general de Cooperación de la Comisión Europea en los jardines de la Moncloa.
Stefano Manservisi, director general de Cooperación de la Comisión Europea en los jardines de la Moncloa.Alvaro Garcia

¿Cómo se garantizará que las empresas cumplan con tal objetivo? “Ya hacemos seguimiento de los proyectos que estamos financiando ahora bajo esta garantía que va a reducir el riesgo de las inversiones que los bancos de desarrollo y las empresas privadas van a hacer en África”, explica Manservisi. Con esta primera tanda de programas para el acceso a la energía y habilidades técnicas, la Comisión espera que se formalicen 800.000 empleos. “Lo que vamos a hacer los años siguientes, basándonos en esta experiencia, es contactar con bancos de desarrollo y empresas, para que realicen operaciones en las que nosotros les ayudamos a poder afrontar los riesgos de los países, políticos y económicos, pero a cambio tienen que crear trabajo, actividad económica y oportunidades. Creo que esta es la manera de llegar a los 10 millones, que podían ser muchos más si todo funciona bien”, detalla. “Es algo que tenemos que hacer nosotros, pero también los africanos, porque no es Europa la que creará esos puestos, sino África”, apostilla.

El plan de acción también contempla la utilización del diálogo y la diplomacia para reformar, estabilizar y mejorar el entorno empresarial. Así, la UE tratará de favorecer administraciones más transparentes en cuanto a temas como el registro y la fiscalidad a través la digitalización y las nuevas tecnologías. “No hay acciones mágicas contra la corrupción, que frena el desarrollo en África y en el mundo en general”, reconoce el director general de cooperación de la UE. Sin embargo, esta nueva fórmula de alianza evita, en su opinión, este problema. “Lo que hacemos aquí es diferente, no es como la antigua ayuda con la inyectamos fondos en el presupuesto de los países, lo que requiere un seguimiento y control administrativo. Ahora nosotros damos una garantía, pero es el sector privado europeo, y progresivamente el africano, el que pone el dinero. No trabajamos con el sector público, no es una subvención. La mejor garantía es que la empresa arriesga su capital. Nosotros no pagamos, sino que facilitamos”, argumenta.

Esta alianza, insiste Manservisi, supone un cambio de paradigma de la ayuda en un momento en el que los retos han cambiado. “Creo que hay razones para ver de manera crítica el pasado. Pero en un mundo global, africanos y europeos no podemos seguir hablando solo de migración. Esa es la realidad. La migración es simplemente el epifenómeno de lo que pasa en un continente que dentro de 30 años será el más joven del mundo y el más cercano a Europa”, anota. “Tenemos que tener una relación de vecindad. Compartimos preocupaciones como el cambio climático y la movilidad humana, y debemos decidir juntos qué hay que hacer”, agrega. “El modelo pasado, que fue útil para reducir la pobreza, se ha acabado”, sentencia. Ahora toca crear empleo y prosperidad económica para un continente joven y en expansión demográfica. "Si no lo hacen, habrá presión migratoria interna y al final también hacia Europa", añade.

La crisis del multilateralismo

Para Manservisi, el multilateralismo “está en riesgo y bajo ataque”. Y no solo por la gestión de la administración Trump en Estados Unidos. Otros líderes también han manifestado la idea de que es más fácil y eficaz atacar los problemas en solitario. “Toda la historia de Europa muestra exactamente lo contrario”, asegura el diplomático europeo. Pero hay que construir nuevas formas de multilateralismo, añade. “El apoyo que damos a Amina Mohammed y Antonio Guterres para reformar el sistema de Naciones Unidas, para hacerlo más eficiente, es porque pensamos que con una ONU más eficaz y transparente podemos hacer más. Es una apuesta política. Pensamos que el mundo puede ser gobernado solamente con más solidaridad”, explica.

Lo que vamos a hacer los años siguientes es contactar con bancos de desarrollo y empresas para que realicen operaciones en las que nosotros les ayudamos a poder afrontar los riesgos de los países

Mientras se materializan la transición de la ayuda internacional y la reforma de la ONU, se mira a Europa como la región rica que podría compensar los recortes en programas de cooperación que ha efectuado el actual Gobierno de EE UU. En opinión de Manservisi, es el propio país el que está haciéndolo, pero a través de acciones unilaterales. “Aunque el presupuesto de USAID, la agencia más tradicional, ha sido recortado; EE UU ha puesto en marcha hace poco un banco de desarrollo propio. Nunca antes lo había tenido. De tal modo que, aunque hay una agenda contra el multilateralismo, hay una nacional de influencia que se desarrolla al mismo tiempo”, razona. “Los europeos tenemos que ser claros. Hay desafíos y si no quieren que trabajemos juntos, pues trabajaremos con quien quiera hacerlo”.

Muestra confianza Manservisi en que uno de esos países que seguirá trabajando con la UE será el Reino Unido tras su salida de la Unión Europa. “Seguirá siendo un socio importante, lo que hacemos con ellos como miembro de la UE, tendremos que seguir haciéndolo con un país tercero, como hacemos hoy con Noruega y otros”.

¿Teme que en Europa cale el mensaje de "mi país primero"? “El problema del unilateralismo no es solo de la administración americana”, admite. “Tenemos contradicciones en Europa también, pero es una ilusión total creer que problemas comunes como la migración se pueden afrontar solos”, razona. “Los países son pequeños y las medidas necesarias son enormes”. Sobre todo, indica, para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, como recuerda Manservisi, que no son solo para los países pobres.

Lograr esta agenda internacional pasa por la coherencia de políticas en el interior y el exterior, apunta el diplomático. "Por eso les pedimos a los Estados Miembros compromiso financiero, porque tenemos que subir la ayuda pública al desarrollo hasta el 0,7% ", solicita. España está lejos de esa cifra. El presupuesto que ha destinado a apoyar el progreso de países menos adelantados pasó de un 0,46% del PIB en 2009 a un 0,12% en 2015. En 2016, se produjo un repunte hasta el 35% debido a operaciones extraordinarias de alivio deuda. Según los Presupuestos Generales de 2018, la ayuda podría alcanzar este año el 0,22% del PIB. Manservisi confía en que el compromiso que le ha trasladado el Gobierno de Pedro Sánchez de aumentar el esfuerzo en este sentido se traduzca en hechos. Varios expertos en cooperación y desarrollo, sin embargo, no son tan optimistas. Conocido el pacto presupuestario entre PSOE y Podemos para el próximo ejercicio, lamentaban en una tribuna publicada recientemente en PLANETA FUTURO, que se había omitido este punto.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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