El agricultor holandés que tiró un millón de pimientos por feos
Una foto del cargamento desechado se hace viral y crea debate sobre el desperdicio de alimentos. La hortaliza era comestible y no presentaba riesgos para la salud
Un cultivador holandés tiró a principios de semana un millón de pimientos (200.000 kilos) al campo, porque tenían manchas en la piel debidas al calor del verano. La hortaliza, plantada en invernadero, era comestible y no presentaba riesgos para la salud, pero su aspecto no resultaba atractivo. Según Erik Gubbels, el dueño de la cosecha, “eran invendibles”, y los dejó en uno de sus terrenos como compost. Perdió así 70.000 euros.
El colectivo Kromkommer, que utiliza como imagen un pepino curvo alusivo a su nombre en neerlandés, publicó una imagen de la montaña de pimientos que se hizo rápidamente viral. El cargamento de pimientos desechados ha sido fotografiado en Baarlo, al sureste del país, donde Gubbels asegura que las altas temperaturas han marcado también la cosecha de pepinos y tomates de invernadero.
Eerder deelden wij deze foto van gedumpte paprika's rond Venlo. De miljoen (!) paprika's blijken prima eetbaar maar niet verkoopbaar door plekjes op de schil. @1Limburg dook erin: https://t.co/tGLJDg6NvX #ikomarmkrom #hetezomeroogst pic.twitter.com/QZfhMwbnsr
— Kromkommer (@Krommunity) September 6, 2018
Las redes sociales se han llenado de mensajes de sorpresa e incredulidad, porque el valor nutricional estaba intacto. “Un 30% de nuestra comida se tira a la basura, la mayoría fruta y verdura, mientras hay sitios donde pasan hambre. Y casi la mitad de esos alimentos, sanos y ricos, no llegan a la mesa”, señala Kromkommer. Muchos de los mensajes colgados en Internet aludían al error de pensar que solo pueden comprarse productos bonitos. “Toda Holanda a comer sopa de pimientos”, dice uno de los tuits. Si bien no hay cifras concretas, según expertos en alimentación de la universidad de Wageningen, “en Holanda se tiran unos dos millones de toneladas de comida al año; un 2% de las mismas por motivos estéticos”.
El agricultor se excusa: “El pasado verano las condiciones no fueron buenas y los pimientos tienen nariz, manchas de gotas, zonas quemadas y aguantan menos tiempo en buenas condiciones. No entraban siquiera en la Categoría 2, donde caben ciertas malformaciones o defectos de desarrollo”. Se refiere a las normas de calidad de la Comisión Europea, que impone dos categorías para comercializar frutas y hortalizas y obliga a mantener un tamaño y color concretos. Así, para los pimientos dulces como los que apartó, en la Categoría 1, se exige “buena calidad con las características de desarrollo propias de su madurez el pedúnculo podrá hallarse ligeramente dañado o cortado siempre que el cáliz esté intacto". La Categoría 2 admite, entre otras, “malformaciones y defectos de desarrollo, quemaduras de sol o heridas leves cicatrizadas, ligeras grietas secas y superficiales y que no estén marchitos aunque el pedúnculo podrá estar dañado o cortado”.
A la vista de los efectos de la pasada ola de calor sobre la agricultura, la Oficina holandesa de Calidad y Control, que inspecciona la importación y exportación de frutas, verduras, flores y plantas, ha señalado que “la calidad de los pimientos ha sido razonablemente buena en las últimas semanas, aunque los productores deben hacer los esfuerzos necesarios para llegar a un producto aceptable”. Estos inspectores tienen en cuenta a su vez las peticiones de las grandes cadenas de supermercados, reacias a perder género porque el cliente rechace su supuesta mala pinta. Algunas grandes superficies tratan de evitarlo incluyendo unas pocas frutas y hortalizas menos perfectas en sus estantes.
Un 30% de nuestra comida se tira a la basura, la mayoría fruta y verdura, mientras hay sitios donde pasan hambre. Y casi la mitad de esos alimentos, sanos y ricos, no llegan a la mesa
Albert Heijn, la mayor del sector en el país, las llama algo así como “renegados”, y tiene una pequeña oferta. La concienciación ciudadana, sin embargo, precisa de un esfuerzo común, como lo demuestran algunas campañas de éxito popular. En Portugal, entre otros países, la cooperativa de Lisboa Fruta Feia (Fruta Fea) consiguió en 2014 que en ocho semanas cientos de vecinos consumieran unas 7 toneladas de naranjas, boniatos, lechugas y puerros “feos”. Dinamarca ha reducido un 25% el despilfarro de comida gracias al esfuerzo de activistas, supermercados y empresas. Y en la propia Holanda, hay empresas como Verspillingfabriek (Fábrica de Sobrantes) que transforma en salsas y sopas piezas feúchas.
La ola de calor europea no ha afectado solo a los pimientos. Las ciruelas holandesas no alcanzan los 38 milímetros exigidos por los supermercados. Las cebollas, por su parte, deben medir entre 50 y 60 milímetros, pero varios agricultores indican que muchos ejemplares no superan los 35. Según la terminología del ramo, “han sufrido estrés”. De nuevo, el sabor o el olor no varían; solo su tamaño y apariencia. La organización que reúne al sector agrario y de horticultura, espera que el Gobierno comprenda la situación, compense sus pérdidas, y “sea más creativo con la producción de alimentos en el futuro”.
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