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Gente guapa come fruta fea Si un producto no es hermoso, los supermercados no lo compran. En 2013, Isabel Soares comenzó un proyecto para recuperar esa comida. Ya ha salvado de la basura casi 850 toneladas de alimentos Fruta Feia (Fruta fea) es un proyecto de Isabel Soares, una ingeniera ambiental portuguesa que estaba harta de la cantidad de comida desperdiciada debido a la estética. Si una verdura o fruta no es lo suficientemente hermosa, a menudo los supermercados no la compran. Isabel se dio cuenta de esto y comenzó un proyecto en 2013 para salvarla de la basura. Desde entonces, su equipo y ella han recuperado casi 850 toneladas de productos. Hugo descarga algunos productos en uno de los lugares donde los miembros de la cooperativa Fruta Fea pueden venir a recoger sus alimentos. Aquí, en la delegación de Rato, en Lisboa, hay una extensa lista de espera para convertirse en uno de sus miembros, que ya suman 300. "Si una fruta o vegetal tiene un mínimo de imperfecciones los supermercados ya no la compran", dice Isabel Soares, la mentora del proyecto. Se estima que un tercio de toda la comida producida termina en la basura. España es el séptimo país del mundo que más desperdicia alimentos, según la FAO. Una voluntaria pesa unos boniatos para que después distribuirlos en las cajas. La cooperativa logra comprar los vegetales a la mitad del precio de mercado y asegura que todo el dinero recaudado se invierte en el proyecto. Un miembro de la cooperativa Fruta Fea recoge su caja semanal en la delegación de Rato, en Lisboa. En la actualidad, existen nueve delegaciones repartidas en todo Portugal. La caja pequeña cuesta 3,50 euros y lleva cuatro kilos de comida. También hay una grande para las familias, que cuesta siete euros. La furgoneta de Fruta Fea acude a recoger los productos que la granjera Isabel Alves no logra vender. "La naturaleza es la que controla todo. En el pasado, hemos llegado a tirar hasta el 60% de nuestras cosechas solo porque no eran perfectas", dice Isabel, que lleva trabajando la tierra desde los 15 años. "De esta manera podemos ganar algo de dinero extra y la vida se vuelve un poco más fácil". Las manzanas consideradas demasiado pequeñas para ser vendidas en los supermercados son recogidas con orgullo por los trabajadores de Fruta Fea. Más de 1.300 millones de toneladas de comida son desperdiciadas cada año en todo el mundo. Hugo, uno de los seis trabajadores de Fruta Fea, descarga algunas zanahorias. "Cuando empezamos el proyecto en el 2013 y fuimos por las granjas intentando comprar los alimentos feos, los agricultores tenían miedo de que fuéramos policías. Algunos incluso pensaron que estábamos locos", dice Hugo sonriendo. Paulo Dias, un agricultor que vive en el centro de Portugal, fue el primero en unirse a este proyecto. "Tenía un montón de comida buena que simplemente iba a la basura. De esta forma podemos ganar algo de dinero extra", dice. João (centro) y Hugo (derecha) cargan algunos productos en la furgoneta. Desde su creación hace ya cuatro años, el proyecto Fruta Fea ha salvado casi 850 toneladas de alimentos.