
Superpolvos y sobras: así va a comer (le guste o no) en 2018
Aprovecharemos todo, como los cerdos. Estas son las tendencias que han detectado las mejores consultoras del mundo

Hemos cruzado y estudiado lo que las grandes consultoras y los gigantes de la distribución dicen que compraremos. y hemos acudido a nuestros expertos en nutrición y consumo para saber, antes (y mejor) que nadie, qué nos tienen preparado…

Minerales, antioxidantes, proteínas, péptidos de colágeno… Los expertos de Whole Foods, –una de las cadenas de supermercados saludables más importante de EE UU que, sin duda, marca las tendencias–, aseguran que serán algunos de los pesos pesados de la alimentación: “Extractos de té matcha, cúrcuma, maca…, son fáciles de añadir a batidos, barritas, sopas… Para un extra de energía o como alternativa al café”, explican.
¿Qué dicen nuestros expertos? Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia de Dietética y Nutrición, aclara: “A fecha de hoy ninguno de estos ingredientes ha demostrado tener propiedades nutricionales más allá de aportar antioxidantes. Y añadirlos no es garantía de que vayan a tener un efecto sobre la salud: sabemos que tomados en su estado natural ejercen un mayor poder al actuar sinérgicamente con otras sustancias, muchas aún sin descubrir. Por ejemplo, conocemos que los beta-carotenos en forma de complemento no son tan efectivos como si los tomamos en una naranja”.
![<p>Tras reducir o eliminar aquello que no es bueno para la salud, las marcas propondrán productos con plus para compensar la vida moderna.</p> <p>Para mantener la salud de la microbiota intestinal, el sistema inmunitario en forma, reducir la inflamación o el colesterol, <a href="https://elpais.com/elpais/2017/08/18/buenavida/1503051013_120672.html" target="_blank">paliar el acné, la depresión o el estreñimiento</a>… O para ser más feliz y estar más relajado. Las alacenas se van a llenar de <strong>alimentos funcionales</strong>: “Son aquellos que mejoran y mantienen la salud y el bienestar”, define el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI).</p> <p>Yogures con vitaminas, pan con ácido fólico o margarinas con fitoesteroles son viejos conocidos. Pero llegarán más. “Los consejos a menudo contradictorios sobre qué evitar [grasas, azúcares…] ha hecho que los consumidores se interesen más en lo que un alimento o bebida ofrece como extra, que en lo que no lleva. Y reafirma <strong>la importancia de formular con productos naturales</strong>”, explican en la consultora de tendencias Mintel.</p> <p>Que esto se traduzca en alegaciones de salud en las etiquetas no es sencillo: requiere la aprobación de la Comisión Europea que se basa en los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Pero indicar que lleva un ingrediente (del que se conocen beneficios, aunque no lo ponga) no está regulado.</p> <p>La OCU lo explica: “<strong>Algunos productos ‘con’ tienen que cumplir una serie de requisitos</strong> establecidos por el reglamento 1924/2006 relacionados con la adición de vitaminas, minerales, ácidos grasos o fibra. Pero cuando se trata de ingredientes (especies, frutas, aceite…) no hay unos requisitos mínimos. Con que incluyan un 0,1% es suficiente para poder decir que el producto final es ‘con’. Hasta que se consiga una norma que limite esos abusos es importante leer la letra pequeña”.</p> <p>Es decir, <a href="https://elpais.com/elpais/2016/04/05/buenavida/1459858754_374510.html" target="_blank">lea la lista de ingredientes de la etiqueta</a>, ordenados de mayor a menor presencia en la fórmula (el primero suele estar en una proporción por encima del 50%) para intuir si podría llevar cantidad suficiente para hacer algo.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NJMYE255CZM7FCUMMYSFXGLXQM.jpg?auth=7c4867ff4ced970a9367d8ca9c7cb15bbd3868c18ff4b88412af9ec08486a82c&width=414)
Tras reducir o eliminar aquello que no es bueno para la salud, las marcas propondrán productos con plus para compensar la vida moderna.
Para mantener la salud de la microbiota intestinal, el sistema inmunitario en forma, reducir la inflamación o el colesterol, paliar el acné, la depresión o el estreñimiento… O para ser más feliz y estar más relajado. Las alacenas se van a llenar de alimentos funcionales: “Son aquellos que mejoran y mantienen la salud y el bienestar”, define el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI).
Yogures con vitaminas, pan con ácido fólico o margarinas con fitoesteroles son viejos conocidos. Pero llegarán más. “Los consejos a menudo contradictorios sobre qué evitar [grasas, azúcares…] ha hecho que los consumidores se interesen más en lo que un alimento o bebida ofrece como extra, que en lo que no lleva. Y reafirma la importancia de formular con productos naturales”, explican en la consultora de tendencias Mintel.
Que esto se traduzca en alegaciones de salud en las etiquetas no es sencillo: requiere la aprobación de la Comisión Europea que se basa en los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Pero indicar que lleva un ingrediente (del que se conocen beneficios, aunque no lo ponga) no está regulado.
La OCU lo explica: “Algunos productos ‘con’ tienen que cumplir una serie de requisitos establecidos por el reglamento 1924/2006 relacionados con la adición de vitaminas, minerales, ácidos grasos o fibra. Pero cuando se trata de ingredientes (especies, frutas, aceite…) no hay unos requisitos mínimos. Con que incluyan un 0,1% es suficiente para poder decir que el producto final es ‘con’. Hasta que se consiga una norma que limite esos abusos es importante leer la letra pequeña”.
Es decir, lea la lista de ingredientes de la etiqueta, ordenados de mayor a menor presencia en la fórmula (el primero suele estar en una proporción por encima del 50%) para intuir si podría llevar cantidad suficiente para hacer algo.
![<p>Y mantequilla de frutos secos, harina de guisantes, de yuca… Los sustitutos de los supuestos enemigos públicos de la vida moderna se multiplican sin demasiada razón. Hay 21 endulzantes naturales y 14 artificiales. E innumerables opciones a la harina de trigo y a la mantequilla. Por partes.</p> <p>“<a href="https://elpais.com/elpais/2017/03/16/buenavida/1489670329_097338.html" target="_blank">Existen muchas formas de encontrar azúcar en los alimentos</a>, pero <strong>todas se acaban metabolizando en el organismo como sacarosa</strong>. Ninguna es más o menos saludable y, si son libres [que son la glucosa, sacarosa o fructosa añadidos, o los que están de forma natural en la miel, siropes o zumos], se debe controlar su consumo”, explica Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. “En cuanto a las harinas, las mejores son las íntegras: las que se obtienen tras moler el grano entero y no se desecha nada”, continúa.</p> <p>Pero no hay que olvidar que sólo un 1% de la población es <a href="https://elpais.com/elpais/2017/11/30/buenavida/1512049176_542190.html" target="_blank">intolerante al gluten del trigo</a> por lo que, <strong>si no es celiaco, no hay razón para sustituirla</strong>. ¿Mantequilla de frutos secos? “Estos aportan ácidos grasos poliinsaturados y antioxidantes, por lo que es mejor opción que las mantequillas o margarinas tradicionales, pero no deja de ser un alimento graso muy calórico que debe tomarse con moderación. Y jamás debería sustituir al aceite de oliva”, concluye.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4OFFKGC22JPQDHGXH3W5RQACVA.jpg?auth=d569d82f4a91f36c5a5f5c9bf291cb56053e2c4d6a313c7b037f97cd87e56dd1&width=414)
Y mantequilla de frutos secos, harina de guisantes, de yuca… Los sustitutos de los supuestos enemigos públicos de la vida moderna se multiplican sin demasiada razón. Hay 21 endulzantes naturales y 14 artificiales. E innumerables opciones a la harina de trigo y a la mantequilla. Por partes.
“Existen muchas formas de encontrar azúcar en los alimentos, pero todas se acaban metabolizando en el organismo como sacarosa. Ninguna es más o menos saludable y, si son libres [que son la glucosa, sacarosa o fructosa añadidos, o los que están de forma natural en la miel, siropes o zumos], se debe controlar su consumo”, explica Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. “En cuanto a las harinas, las mejores son las íntegras: las que se obtienen tras moler el grano entero y no se desecha nada”, continúa.
Pero no hay que olvidar que sólo un 1% de la población es intolerante al gluten del trigo por lo que, si no es celiaco, no hay razón para sustituirla. ¿Mantequilla de frutos secos? “Estos aportan ácidos grasos poliinsaturados y antioxidantes, por lo que es mejor opción que las mantequillas o margarinas tradicionales, pero no deja de ser un alimento graso muy calórico que debe tomarse con moderación. Y jamás debería sustituir al aceite de oliva”, concluye.

Las vacas son un problema ético y medioambiental. Emiten cantidades ingentes de co2 y se necesitan 60m2 de tierra y 15.400 litros de agua para producir un kilo de ternera.
¿Se pueden obtener alimentos nutricionalmente iguales en un laboratorio? “Se puede, pero no alimentarán igual”, matiza el presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, Giuseppe Russolillo. “Los alimentos no son fórmulas químicas, son seres vivos que se crían en la naturaleza en condiciones determinadas, como por ejemplo, el cuidado del agricultor o el ganadero, la exposición solar u otras condiciones climáticas”, explica.
Y, de igual modo que los alimentos ecológicos tienen hasta un 40% de sustancias bioactivas o fitoquímicos vegetales –por estar más expuestos a virus, bacterias, mohos y hongos o simplemente por estar menos expuestos a las variaciones adversas del clima–, “los alimentos que salgan de un laboratorio no tendrán la misma composición”, añade Russolillo.
Seguimos con las malas noticias: “Se han hecho algunos experimentos reales con carne, pero el coste es muy elevado y, por tanto, no es de esperar su presencia a corto plazo en el mercado”, apunta Ramón de Cangas, doctorando en Ciencia de los Alimentos por la Universidad de La Habana, quien sí ve alguna ventaja: “Al margen de los beneficios ambientales y de los aspectos éticos, se podrá controlar el contenido graso, entre otras cosas, con lo cual podríamos tener ciertas ventajas”.
¿Qué hay de los que se elaboran a partir de proteína vegetal? “Ya existen productos que tratan de imitarlos y, aunque su valor nutricional no es equivalente, podrían ser opciones saludables siempre que no sean versiones procesadas (hamburguesas de legumbres, cereales y hortalizas con aditivos y mucha sal)”, según De Cangas.

Con cosas que no serán demasiado fáciles de plasmar en un post de instagram… En su análisis de tendencias, la consultora Mintel avanza que este año vamos a divertirnos. La comida será una manera de escapar de la rutina y el estrés diario y de generar publicaciones en redes sociales que acapararán likes.
“Ya en el 2016 vaticinamos que comeríamos por los ojos, observando el potencial de que la comida y la bebida implicaran más sentidos a través del color, la forma, la fragancia y otros elementos de la receta. En 2018 los protagonistas serán el sonido, tacto y satisfacción que aportará la textura. Desde bebidas que se puedan masticar, hasta elaboraciones complejas como helados con trozos crujientes”.
En Asia ya existen bebidas con pulpa, perlas de tapioca y carbonatación extra. Y en China, valoran que el relleno de sus galletas tengan distintas capas (con sus diferentes texturas), el 43% que el té envasado lleve trocitos de fruta y que el yogur ideal tenga cereales, granos o semillas. El 37% de nosotros declara que probaría novedades.

Cada vez utilizamos más ‘apps’ y acudimos a pequeñas tiendas de conveniencia de barrio a diario. Para tranquilidad de todos, los supermercados seguirán existiendo. Sólo que no necesitaremos cargar con todo lo necesario para la semana en un único viaje.
Los ingleses utilizan los ultramarinos modernos como su propia nevera o despensa, y acuden cuantas veces haga falta para comprar lo que les va apeteciendo a lo largo del día. Dos tercios de la población hacen más de una visita diaria, según el informe Food & Drink Report 2017/8, de Waitrose, una cadena de supermercados en Reino Unido, que este año ganó el Best Organic Supermarket Award, premio al mejor establecimiento orgánico.
El incremento de hogares unipersonales, el ritmo de la vida moderna y que (¡al fin!) nutrir nuestro organismo se ha ganado un privilegiado espacio en nuestra apretada agenda, podrían tener algo que ver. El e-commerce también. Lo aseguran desde la consultora líder en mercados Kantar Worldpanel: “Lejos de robar cuota de mercado, ayuda a que juntos mejore la experiencia del usuario y la eficiencia de la cadena de valor”.
Que otros hagan el 'trabajo sucio'La consultoría Mintel asegura que compramos on line porque queremos ahorrar tiempo y dinero; sentirnos VIP recibiendo sugerencias y ofertas #soloparanosotros; reponer lo que haga falta con una sencilla orden de voz (gracias a dispositivos como Amazon Echo o Google Home) o a que nuestra nevera haga el pedido por nosotros. Y todo... sin movernos del sofá. Las apps de los supermercados ayudarán a que hagamos la compra mejor y más rápido.

Llevarán sellos que certifiquen su sostenibilidad. No será lo único. El nuevo etiquetado de muchos otros productos nos ayudará a saber más lo que nos alimenta. Y no hablamos sólo de su composición nutricional o propiedades para la salud (que también), sino de si paga de manera justa al agricultor o ganadero, si cuida de la comunidad donde se produce o cómo llega hasta el lineal de mi supermercado.
“Muchos consumidores han perdido la confianza en los productores y en las Administraciones encargadas de su regulación. Y el escepticismo hacia las marcas extiende y amplía el interés que ya existía sobre los orígenes de lo que comemos y bebemos”, se lee en el informe Tendencias globales en alimentos y bebidas 2018, de Mintel.
“Quieren saber la historia real que hay detrás de la comida y cómo llega de la fuente a la tienda”, añaden desde Whole Foods, cuyo lema es La tienda de comestibles más sana de América, un gigante de la alimentación recién comprado por Amazon. En EE UU preocupa, sobre todo, si son transgénicos o no, pero también si cumple las garantías de comercio justo, producción responsable y estándares de bienestar animal.

En el mejor sentido que pueda imaginar, claro. En pro de alcanzar el objetivo de desperdicio cero, aprovecharemos todo: De la raíz a las hojas, de las espinas a las escamas, de las peladuras hasta el rabillo.
Este otoño-invierno hemos tirado más comida que en el mismo periodo del año pasado: 1,47 kilos a la semana por hogar. Sobre todo, vegetales sin cocinar. ¿Sabía que sólo comemos un 50% de lo que pagamos de los espárragos o los puerros; un 57% de la lechuga y un 63% de una sandía…? Las raíces y los tallos, los tira ¿verdad? Y la piel y las raspas de carnes y pescados…
En 2017 aprendimos que la verdura fea también hace buena sopa, y que hay que donar antes de tirar. Este año toca pensar en que muchos otros alimentos son como el cerdo, del que todo se aprovecha. “Podemos obtener más cantidad de calcio de los pescados, por ejemplo, y más cantidad de fibra de los vegetales”, explica Ramón de Cangas, dietista-nutricionista y doctor en Biología Molecular y Funcional.
“Pero la genética está condicionada por nuestra forma de comer en los últimos miles de años y, si los hemos descartado, será por algo”, apunta Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia de Nutrición y Dietética. Una curiosidad: las pepitas de sandía aportan fibra y grasa poliinsaturada (como la del pescado azul). Ya les contaremos más…