La dieta blanda no es solo arroz y jamón: todo esto puede comer
Y cuándo realmente tiene que imponerse una
Hay que ver lo malo que se está cuando se está malo. Qué escalofríos, qué sensación. La antesala de la muerte. Relámpagos cruzando de lado a lado el estómago. Flojera en las piernas. La cabeza, tonta. Temblores. ¿De pie? Inviable. ¿Sentado? Fatal. ¿Tumbado? Peor. Como un ánima, el enfermo deambula por la casa sin rumbo fijo, con cara de ameba. Y eso cuando puede mantenerse erguido. Ay, qué dolor. Y encima, dieta blanda.
Que hasta el nombre lo tiene feo. Porque suena a lo que es: insípida, blanquecina, poco apetecible. Escasa y restrictiva. Pensada, como define el presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética Giuseppe Russolillo, para "favorecer las digestiones ligeras en situaciones en las que queremos promover un reposo a nivel intestinal o para momentos en los que nos resulta imposible masticar, por habernos sometidos a una intervención maxilofacial".
Situaciones ambas de gran malestar al que se suma, encima, un menú de sota, caballo y rey: arroz blanco, jamón dulce y, como mucho, manzana. Pero, ¿esto es todo? A los síntomas de la enfermedad, ¿hay que añadirle además una alimentación tan aburrida? De eso, nada.
El menú, ‘blando’ pero completo
"Es cierto que muchos alimentos están contraindicados, pero eso no quiere decir que debamos reducir el abanico hasta límites extremos", asegura Russolillo, que repasa la lista de comidas permitidas: "La patata y el calabacín en el apartado de verduras y hortalizas, las manzanas y plátanos en las frutas, las lentejas y pastas de sopa, carnes magras como el pollo o el pavo, el pan blanco, los huevos en tortilla o el aceite de oliva son más que adecuados para las dietas que buscan dar un descanso al aparato digestivo", repasa. También está indicado el consumo de lácteos como los yogures; un estudio demostró que el ácido láctico fortalece el sistema inmune y lo prepara para luchar contra los procesos de gastroenteritis.
El experto detalla también otros aspectos más específicos, como el hecho de que las frutas deben estar bien maduras. También aconseja que las verduras deben ser cocidas, puesto que consumir ensaladas crudas u hortalizas poco cocinadas podrá irritar la flora intestinal. Todo preparado al vapor o hervido y, por último, avisa: "En cuanto a las legumbres, será mejor evitar las judías y los garbanzos. Provocan flatulencia, y bastante alterado tenemos ya el organismo como para darle más trabajo". Todo sin olvidar la hidratación, fundamental para volver a los parámetros de normalidad.
El nutricionista no establece ninguna distinción en las dietas de los adultos y los niños, y ofrece el consejo común de ir introduciendo los alimentos poco a poco, escuchando la respuesta del cuerpo. "Tras una dieta absoluta de 24 o 48 horas, en la que únicamente habremos ingerido líquidos, el ritmo para recuperar el tono será marcado por el mismo cuerpo, así que habrá que observar al detalle cómo responde", explica. No obstante, aunque la barrera del triunvirato arroz, jamón dulce y manzana está superada, no todo va a ser una fiesta. Conviene recordar que estamos malos. Por eso…
Si quiere remontar, evite todo esto
Nada de cereales o pan integral ricos en fibra, porque para qué queremos más. Nada de especias. Tampoco horno, fritura, guiso o puchero que obligue a segregar sales biliares para digerir la grasa. Ni alimentos crudos o poco cocinados y a la plancha.
Aunque Russolillo invita a establecer una diferenciación, en función del estado del organismo: "No es lo mismo implementar una dieta blanda por un proceso intestinal que por una intervención dental o maxilofacial, que nada tiene que ver con nuestro aparato digestivo", distingue, porque una cosa será estar alterado por dentro, y otra tener delicada la puerta de entrada al organismo.
En alguna ocasión, la dieta blanda no es la solución, y menos la extremadamente restrictiva: "Pensemos en aquellos que únicamente se apoyan en el arroz hervido; quizá terminen por padecer estreñimiento, y eso tampoco es positivo". O en los que se autoimponen un menú restringido para tratar de paliar los excesos en opíparos banquetes como los de Navidad. "Para volver a la normalidad, es preferible optar por alimentos depurativos y ricos en vitaminas y antioxidantes como las verduras, hortalizas y vegetales, y tratar de hacer deporte para que el cuerpo se restablezca", afirma el experto.
Para los que realmente están enfermos, Russolillo apuesta por la dieta blanda, sí, pero variada. Siempre atendiendo a lo que el cuerpo pide y pensando en que, aunque creamos estar a punto de que San Pedro verifique que estamos en la lista de su local, no hay mal que cien años dure.
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