El plan para acabar con el cólera
La OMS y sus socios lanzan una estrategia para reducir un 90% las muertes por esta enfermedad curable. Las claves: invertir más en saneamiento y centrarse en los 'puntos calientes'
En los países industrializados, el cólera es una enfermedad de novela: hace más de 150 años que está bajo control gracias a los sistemas de saneamiento y agua potable y a unos principios básicos de higiene. Pero esta infección, evitable y curable, es todavía un problema de salud pública en 47 países, en los que cada año se registran 2,9 millones de casos y 95.000 muertes. No es difícil adivinar de qué lugares se trata: el mapa del cólera coincide con el de la pobreza extrema.
Un par de ejemplos son Yemen (se calculan 700.000 casos y 2.000 muertes registradas desde este abril) y Haití (cerca de un millón de enfermos y 10.000 fallecimientos desde 2010). En vista de esta realidad, un grupo especial para el control del cólera (GTFCC) administrado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha lanzado una estrategia global contra la enfermedad. El objetivo: reducir las muertes en un 90% y eliminar la transmisión en 20 países para 2030, poniendo el foco en el saneamiento y los focos de la infección en cada Estado.
“Esta hoja de ruta es un nuevo abordaje para una vieja enfermedad”, ha afirmado el director del programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Peter Salama, durante presentación de la iniciativa en rueda de prensa en Ginebra (Suiza). “Eliminar el cólera es una obligación moral y un logro importante por sí mismo, además de ser crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” de la ONU, afirma el documento Acabar con el cólera – Una hoja de ruta global hasta 2030.
“Es crítico que actuemos ahora —cuando el control del cólera todavía está a nuestro alcance— para asegurar el acceso a soluciones básicas en materia de agua, saneamiento e higiene”. El momento es ahora, según el GTFCC (que aúna a todos los actores relevantes a nivel nacional y global) porque el cambio climático, la urbanización y el crecimiento demográfico amenazan con aumentar el riesgo de infección en los próximos años.
Para lograr los objetivos, el GTFCC requiere el compromiso de tres bloques de actores. En primer lugar, los países afectados deben comprometerse a implementar los planes de control de cólera recomendados por el Grupo de Trabajo y de eficacia demostrada. En segundo lugar, organizaciones internacionales, ONG y centros de investigación deben supervisar las intervenciones y ofrecer apoyo técnico a los diversos gobiernos. Finalmente, los donantes internacionales deben apoyar la hoja de ruta a nivel global y en cada uno de los países.
Tres vías
La bacteria Vibrio cholerae, causante de la enfermedad, se transmite por agua y comida contaminadas por heces humanas. Como su periodo de incubación es breve —entre dos horas y cinco días—, el número de casos puede crecer exponencialmente y causar auténticas escabechinas. Por ello, y según ha explicado Salama, de la OMS, la hoja de ruta propone una triple estrategia: detección precoz y respuesta rápida a los brotes; despliegue masivo de vacunas orales e inversión en saneamiento, agua e higiene, así como una muy buena coordinación de los elementos en juego, desde apoyo técnico y movilización de recursos hasta comunicación. La meta es ayudar a los países a desarrollar y a implementar planes de control y programas que incluyen sensibilizar a las comunidades y mejorar el monitoreo de casos sobre el terreno.
El cólera cuesta unos 2.000 millones de dólares cada año a nivel global, tanto por los gastos sanitarios como por las pérdidas de productividad. Aunque conlleva una inversión aún por determinar, la nueva estrategia puede reducir un 50% el gasto que supone responder a brotes de cólera cada año. Además, mejorar el saneamiento elimina el resto de enfermedades transmitidas por aguas contaminadas, como la disentería, y combatir el cólera redunda en mejoras en el plano de la pobreza, la malnutrición y la educación.
Los rohingya y el cólera
Preguntado por la población Rohingya refugiada en Bangladesh, Peter Salama, de la OMS, ha informado de que hay 900.000 dosis de vacuna oral de camino a este país. Se prevé que lleguen este fin de semana y que la campaña de vacunación se inicie "en una ó dos semanas". Salama ha apuntado que, posiblemente, se dará una dosis a todos los refugiados y una segunda solo a los grupos de población más vulnerables, aunque la estrategia exacta aún se está debatiendo.
Pero, si el cólera es evitable, tratable y abordarlo no solo salva vidas, sino que ahorra dinero ¿por qué no se le ha puesto coto hasta la fecha? “La inversión en agua, saneamiento e higiene necesaria para controlar el cólera se ha considerado, a menudo, prohibitiva. Como resultado, el énfasis se ha puesto en la respuesta de emergencia a brotes, porque tiene un coste menor en el corto plazo”, constata el documento. Y este no ha sido el único error. “Las intervenciones suelen proceder de diversas fuentes de financiación —a veces dentro de las mismas entidades— y, a menudo, han sido descoordinadas y no se han dirigido a los puntos calientes [las zonas más afectadas]”. Una desorganización patente en el caso de las vacunas orales que, según el informe, se están integrando en los planes de control sin una buena coordinación con las inversiones en saneamiento.
Las intervenciones tampoco se han adaptado bien a los contextos locales ni han contado con los recursos humanos y financieros adecuados, observa el informe, y lo respalda con datos: aunque el 80% de los países afectados afirman tener fondos insuficientes para lograr sus objetivos en agua y saneamiento, la ayuda internacional en este campo ha caído de los 10.4000 millones de dólares en 2012 a los 8.400 en 2015. Como resultado, 844 millones de personas siguen sin tener acceso a agua potable; la que beben más de 2.000 millones está contaminada con heces, y 2.400 millones carecen de saneamiento. Unas cifras que ha lamentado el director ejecutivo de la ONG WaterAid, Tim Wainwright, durante la presentación.
Otro elemento importante de la nueva estrategia será el trabajo con las comunidades. “Apoyar a los hogares con herramientas sencillas es extremadamente importante controlar el cólera”, ha señalado la jefa de gabinete y asesora en salud de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), Julie Hall. Asimismo, ha destacado la importancia de establecer sistemas de alerta precoz de brotes. De este modo, los propios infectados o sus vecinos pueden dar la alarma al primer signo y ayudar a frenar los contagios. El director general de la Fondation Merieux, Benoit Miribel, ha coincidido con Hall en la necesidad del abordaje comunitario.
La importancia de la vacuna
La hoja de ruta llama a priorizar los "puntos calientes". Es decir, las ciudades o comarcas en las que el cólera persiste o reaparece frecuentemente debido a una combinación de factores ambientales, culturales y socioeconómicos. Estas zonas desempeñan un papel clave en la expansión de la enfermedad, por lo que identificarlas y atacarlas es un elemento central de la estrategia. “Solo en África, entre 40 y 80 millones de personas viven en puntos calientes de cólera”, ha destacado Salama, de la OMS.
Otra prioridad es tender puentes entre los mundos de la ayuda humanitaria y del desarrollo. Según el director ejecutivo de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI), Seth Berkley, las vacunas orales son vitales en emergencias humanitarias porque protegen del cólera durante tres años. Es decir, son “una solución temporal” que permite ganar tiempo mientras se buscan salidas para un determinado conflicto o desplazamiento masivo de personas.
En zonas en las que el cólera es endémico y reaparece en cada estación lluviosa, las vacunas también protegen a la población mientras se invierte en sistemas como alcantarillado, baños y agua potable. GAVI financia vacunas contra el cólera para situaciones de emergencia, pero explorará colaboraciones para facilitar el acceso en zonas endémicas. La demanda este 2017 ha sido de 17 millones de dosis, una cifra que GAVI prevé que aumente hasta los 44 millones en 2018, 59 en 2019 y 76 en 2020.
Acceso humanitario y voluntad política
Los objetivos de la iniciativa son ambiciosos y, según el representante de la OMS, así debe ser: “El cólera es una enfermedad del siglo pasado, pero tenemos las herramientas para combatirla y solo necesitamos aplicarlas a gran escala; el mensaje que lanza la hoja de ruta es que ya es suficiente”. En su opinión, toca recabar apoyo político y de los donantes, aunque los países afectados también deberán arrimar el hombro en función de sus posibilidades financieras. Otro gran desafío es la pervivencia del cólera en las zonas de conflicto, pero Salama llama a no desistir, ni tan siquiera en el caso de los Estados más frágiles.
A partir de sus años de experiencia en zonas en conflicto, el experto ha señalado que la salud es uno de los sectores en los que es más fácil lograr acuerdos entre las partes, como demuestra la caída de la mortalidad materna en Afganistán a pesar de la guerra y la baja mortalidad por cólera en Yemen a pesar de la alta incidencia de la enfermedad. “No podemos aceptar ningún tipo de derrota”, ha insistido Salama. “Debemos desplegar intervenciones contra el cólera a gran escala incluso en zonas de conflicto; sabemos que es posible lograrlo”.
Los medios técnicos para prevenir y tratar el cólera existen, como existen las herramientas para eliminar la infección de los países. A medida que proliferan las megaurbes y los barrios de chabolas, una infección que ya de por sí se expande a gran velocidad amenaza con acelerar el paso. Ahora, a la comunidad global le toca recabar el capital político y financiero más correr más que ella.
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