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Aquellos pequeños granjeros

La atención a la emigración y la pobreza enmascara la carga de los pequeños agricultores africanos

Cultivos de té en Kitabi, Ruanda.
Cultivos de té en Kitabi, Ruanda. A'Melody Lee (Banco Mundial)
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Aproximadamente el 70% de los alimentos mundiales son producidos por pequeños agricultores, la mayoría en el mundo en desarrollo, que tendrán que ayudar a producir el doble de aquí a 2030 para mantenernos a la altura del aumento de población, según establecía en junio un grupo de expertos en las Jornadas Europeas del Desarrollo celebradas en Bruselas.

Pero los aprietos de estos pequeños propietarios, que a menudo trabajan una hectárea de tierra o menos, se pasan por alto en la lucha contra la pobreza mundial, y los medios de comunicación se centran en la emigración, como admitía un alto cargo del Comité para el Desarrollo y la Cooperación Internacional de la Unión Europea.

Leonard Mizzi, director del departamento de Desarrollo Rural, Seguridad Alimentaria y Nutrición, advertía de que, según los cálculos sobre el crecimiento de la población mundial, la producción mundial de alimentos “debería duplicarse de aquí a 2030, y volver a duplicarse antes de 2050”.

Mientras que en Occidente los agricultores están protegidos —en cierta medida— por las subvenciones establecidas por la Política Agrícola Común de la Unión Europea y las subvenciones federales de Washington a los agricultores estadounidenses, el 70% de los pobres que viven en áreas rurales del resto del mundo tendrán enormes problemas para aumentar la producción.

“Necesitamos ampliar el movimiento de cooperación”, explicaba Mizzi a un público compuesto por miembros de los sectores público y privado que asistían a la conferencia Alianzas globales para fomentar las alianzas de pequeños propietarios el último día de las jornadas organizadas por la UE.

Hay 500 millones de pequeños agricultores en el mundo, y los de países en desarrollo son los que menos ayudas reciben

“El crecimiento en las pequeñas propiedades centra nuestras preocupaciones, y es también el centro del Nuevo Consenso sobre Desarrollo de la UE”, decía, y añadía que “necesitamos establecer alianzas en todas las cadenas alimentarias, si queremos tener éxito”.

La atención específica prestada este año —y en anteriores jornadas europeas de desarrollo— a la participación del sector privado ha causado controversia; los escépticos afirman que la motivación principal para las grandes empresas europeas que ejercen su actividad en el África subsahariana es el beneficio económico. Pero Maaike Groot, representante en Europa de la empresa East-West Seed, especializada en la creación de semillas de hortalizas tropicales para el sector del desarrollo, sostenía que —si bien se trataba de una empresa privada— su misión era “mejorar la subsistencia de los pequeños agricultores”.

La empresa vendió el año pasado más de 250 millones de paquetes de semillas a un dólar, lo cual permitió a los agricultores hacer muchos experimentos con nuevos cultivos, afirmó. “Trabajamos en el comienzo mismo de la cadena alimentaria, con productos innovadores para aumentar los ingresos de los pequeños agricultores. Sí, son más caras que las semillas obtenidas en la propia explotación, pero solo suponen un 5% de los costes agrícolas, y duplican o triplican los ingresos”.

En alianza con las administraciones públicas, unos 34.000 pequeños agricultores se han beneficiado ya de las semillas —obtenidas en laboratorios de investigación especiales para adaptarse a las resistencias y los gustos locales— y esperan duplicar esa cifra en los próximos años. Sin embargo, la propia Groot admitía que, teniendo en cuenta que hay 500 millones de pequeños agricultores en el mundo, es una gota en el océano. Pero considera que el reto para el sector privado es “quedarse y construir mercados y redes de distribución”, calculando que las mejores empresas plantean un proyecto de negocio de cinco a 10 años, ampliando el mercado hasta que se hace rentable.

Henry Msatilomo, exministro de Agricultura en el Gobierno de Malawi, explicaba que las alianzas público-privadas con más éxito "empiezan en la cerca de la granja", pero señalaba asimismo que se debe dejar que los agricultores articulen sus propios objetivos y exigencias.

Las alianzas público-privadas con más éxito empiezan en la cerca de la granja Henry Msatilomo, exministro de Agricultura en el Gobierno de Malawi

Uno de los problemas es la falta de tecnología, pero también la falta de preparación académica, teniendo en cuenta que muchos pequeños agricultores tienen sus explotaciones en las partes más rurales de los países más pobres. Roberto Ridolfi, director de Crecimiento y Desarrollo Sostenibles de la Dirección General de Desarrollo y Cooperación, explicaba que en algunos países en desarrollo, a los agricultores “no los consideran hombres” a no ser que cultiven maíz, a pesar de que este cultivo exige fuertes precipitaciones, y a pesar de que el cultivo de anacardos podría ser más rentable. Pero también señalaba que la tecnología móvil permitiría, por ejemplo, acceder a unos 50 millones de agricultores para alertarlos con un solo clic de una plaga en los plátanos, por ejemplo.

Washington Otieno, director del Centro Internacional para la Agricultura y las Biociencias (CABI), señaló el plan de su ONG sin ánimo de lucro de establecer “médicos de plantas”, que permite a pequeños agricultores enviar una foto por WhatsApp o Telegram a un experto, un plan con una tasa de éxito del 92% en el diagnóstico de plagas y enfermedades.

Este texto fue publicado originalmente en inglés en la página web de Euractiv.

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