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Sudán, tierra de contradicciones

Rico en recursos pero sumido en una guerra perpetua, cuando estás en Sudán quieres salir; pero cuando sales, anhelas volver

Mohamed Ibrahim, responsable de voluntariado de la Media Luna Roja Sudanesa
Mohamed Ibrahim, responsable de voluntariado de la Media Luna Roja SudanesaCruz Roja

"Contradicción es nuestro apellido". Fue lo primero que leí en un famoso restaurante típico sudanés de Jartum. Día tras día, a lo largo de mi misión internacional en Sudán, fui testigo directo de este lema, hoy, muy presente para la mayoría de los sudaneses. Vivir en este país implica muchas contradicciones.

Sudán, una nación rica en recursos naturales pero que vive una situación de guerra civil perpetua desde hace años y donde persiste un conflicto permanente. Junto con su hambruna crónica y su alta tasa de mortalidad materno-infantil, le convierte en uno de los países más pobres del mundo.

Sudán, un país rico culturalmente pero con una economía propia de un país en vías de desarrollo. La inflación fluctúa en sus máximos niveles, fruto de las vicisitudes de las operaciones bélicas. Sin embargo, desde que llegué aquí, la gentileza, la amabilidad y cortesía con la que me ha tratado su gente han hecho ensombrecer todas aquellas adversidades latentes en este país.

Contradicciones desde el inicio de la mañana, cuando el sol golpea en nuestras cabezas a más de 35 grados a la sombra. Luego azota fuertemente el viento y las lluvias caen al anochecer. Hay cientos de desplazados que se exilian a las grandes ciudades por las sequías y que son los primeros damnificados por las inundaciones en el país.

Como madre que soy, me consterna personalmente ver esa contradicción en los niños. Niños vestidos con las camisetas de Messi o Neymar que reflejan en sus ojos una madurez asombrosa pero con una infancia robada. Niños deambulando por las calles, solos o al cuidado de sus hermanos pequeños, con cualquier cosa para vender. Niños extremadamente delgados, con una evidente malnutrición severa junto a niños —malnutridos— con sobrepeso, víctimas de la fuerte adicción al azúcar que se tiene en este país.

Contradictorio y surrealista es también pasear por las calles de Jartum. Calles sin asfaltar, socavones en las aceras, toneladas de basura tiradas por el suelo pero adornadas con enormes pantallas de plasma publicitarias. Me encontraba en una atasco en la ciudad, de camino a la oficina, cuando vi pasar —por primera vez— a un hombre montado en un burro mientras hablaba a través de un smartphone . Debo de reconocerlo, lloré de la risa. Ahora me parece normal. Así es Sudán. Lleno de contradicciones. Es verdad. Una mezcla de amor, encanto y desencanto. Cuando te encuentras viviendo en él, quieres salir; pero cuando sales de él, estás deseando volver.

Éxodo y masificación

Tal y como decía Machado: "Caminante, no hay camino; se hace camino al andar". Así se ve reflejado en Suakin, Sudán. Un flujo de caminantes sin retorno, con un pasado olvidado, forzados al exilio por las sequías. Caminantes que perdieron su medio de vida pero con cierta perseverancia en buscar un futuro mejor, labrando su propio camino. Me encuentro en Suakin, una localidad situada en el noreste de Sudán, en el Mar Rojo. Su puerto marítimo, el servicio de ferry que enlaza diariamente a Yeddah, —La Meca— en Arabia Saudí y su situación geográfica, le convierte en un punto estratégico de congregación de desplazados internos del país.

Voluntarios de la Media Luna Roja Sudanesa en Suakin.
Voluntarios de la Media Luna Roja Sudanesa en Suakin.Cruz Roja

El éxodo de poblaciones rurales a las ciudades ha supuesto un crecimiento urbano descontrolado que no ha sido parejo a un incremento de los servicios sociales básicos, especialmente en los campos de desplazados y zonas peri urbanas marginales. La masificación y la falta de acceso a los servicios básicos ponen en riesgo la salud de más de 12.000 personas. "En estas zonas de alta concentración de gente que han abandonado sus hogares, los desafíos son las altas tasas de mortalidad materna e infantil así como la malnutrición" nos comenta Mohamed Ibrahim, responsable de voluntariado de la Media Luna Roja Sudanesa, que junto a Cruz Roja Española lleva a cabo un programa de seguridad alimentaria además de varios proyectos de ayuda humanitaria en puntos estratégicos en el este del país.

Me despido de Mohamed, de Suakin y su gente. Personas maravillosas, como la mayoría de los sudaneses en este país. Llenos de gratitud, amabilidad y afecto. Me siento afortunada de colaborar con ellos. Continuo mi viaje, mi camino, esta vez, con rumbo fijo, hacia otra parte del país. Seguimos caminando.

Raquel J. Santos es periodista y voluntaria internacional de CRE en Sudán.

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