Los campesinos surcoreanos lideran la lucha contra la apertura del mercado del arroz
Multitudinaria manifestación en las calles de Hong Kong contra la liberalización del comercio
La multitudinaria manifestación contra una mayor liberalización del comercio celebrada ayer en Hong Kong tuvo un protagonista claro: los campesinos surcoreanos. Éstos, que desde la conferencia de la OMC de Cancún de 2003 simbolizan la lucha contra los desequilibrios de la globalización, llevaron a las mismas puertas de la cumbre su protesta contra la apertura del mercado del arroz en su país. Por esta reivindicación ya se han suicidado tres campesinos, uno a navajazos en la cumbre de hace dos años y los otros dos ingiriendo insecticida en noviembre pasado.
Durante la marcha, en la que participaron más de 4.000 personas, los manifestantes entonaron cánticos en un ambiente festivo mientras enarbolaban pancartas en las que se leía: "La OMC mata a los campesinos", "Abajo con la OMC" o "La agricultura fuera de la OMC". En la protesta participaron activistas indonesios, tailandeses, indios, chinos y occidentales, pero fueron los surcoreanos quienes actuaron de ariete de las reivindicaciones de millones de agricultores de todo el mundo, que temen que no podrán competir si sus mercados se abren a las importaciones. La manifestación recorrió la ciudad, entre miles de policías, hasta finalizar junto a la bahía, a pocos metros de donde estaban reunidos los delegados de los 149 miembros de la OMC.
Los sucesivos cordones de antidisturbios impidieron a los manifestantes acercarse al palacio de exposiciones, que en última instancia estaba amurallado mediante barricadas de plástico rellenas de agua y vallas de tres metros de altura. Al llegar junto al malecón, un centenar de activistas surcoreanos, dotados de chalecos salvavidas, se arrojaron al mar para intentar llegar a nado hasta el centro de convenciones. Pero una veintena de lanchas Zodiac y patrulleras se lo impidió. Minutos después, se produjeron choques entre los manifestantes, que intentaron romper la barrera policial con palos de bambú y tubos metálicos.
"El futuro de los campesinos coreanos está amenazado por la OMC. He venido aquí a luchar", explicaba Han, de 40 años, miembro de la Liga de Campesinos de Corea, tocado con una cinta roja en la cabeza con la inscripción "No a la OMC". La rabia ha crecido después de que el Parlamento surcoreano aprobara en noviembre pasado la apertura del mercado a la importación de arroz y la venta directa de este producto al consumidor. Para finales de este año, el país habrá comprado unas 225.500 toneladas, el 4,4% de lo que consume, y para 2014 esa cifra de arroz extranjero debería casi duplicarse, hasta completar el 8% del consumo nacional. A partir de aquí, el sector quedará completamente liberalizado.
La reforma del sector del arroz era una asignatura pendiente que Corea del Sur tenía desde la anterior Ronda de Uruguay, que acabó en 1994, y de la que nació la OMC. Seúl había pedido un plazo de 10 años para preparar la apertura y cuando ese periodo se cumplió en diciembre de 2004, EE UU y otros ocho países exigieron el cumplimiento del acuerdo.
Unos días antes de que se aprobara la medida, dos campesinos se suicidaron ingiriendo herbicidas. "No podemos permitir las importaciones de arroz. No podemos, por nuestros paisanos", rezaba el testamento de Oh Cho-ok, una mujer de 40 años. Mientras Chung Yong Pum, hombre de 38 años, escribió: "El Gobierno debería adoptar medidas realistas para el sector agrícola para asegurar la subsistencia de los campesinos". Los dirigentes campesinos surcoreanos han prometido subir el tono de las protestas.
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