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CATÁSTROFE EN ASIA

Los muertos siguen aumentado

La magnitud de la tragedia dispara la ayuda internacional a los damnificados

La magnitud de la tragedia que se cierne sobre el sureste asiático ha disparado la solidaridad internacional. Equipos de emergencia de numerosos países están llegando a Sri Lanka (22.500 muertos), Indonesia (45.300) y Maldivas (67), los tres Estados damnificados que han pedido ayuda internacional. India (11.500 muertos) y Tailandia (1.829), también gravemente afectadas, no han solicitado el apoyo de otros Gobiernos, pero aceptan la presencia de ONG. El recuento oficial ofrece una cifra de más de 80.000 muertos, pero la Cruz Roja Internacional estima que superarán los 100.000, a medida que se alcancen las zonas remotas y el mar libere los cadáveres de las decenas de miles de personas que arrebató.

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Ted Chaiban, representante de Unicef en Sri Lanka, asegura que casi la mitad de las víctimas mortales del tsunami son niños porque "los niños no saben como salvarse y mientras los adultos se agarraban a maderos, tejados o a cualquier cosa que flotara en el agua, los niños se ahogaban". Según Chaiban, ahora se necesita hacer un gran esfuerzo para lograr la reunificación familiar y limitar el daño psicológico inflingido a los supervivientes de la tragedia.

Desde Indonesia a las Maldivas, los efectos del tsunami siguen multiplicándose conforme las autoridades acceden a las zonas remotas de sus respectivos países. Hasta ayer no se supo el tremendo efecto que el terremoto más violento de los últimos 40 años tuvo en la provincia indonesia de Aceh. Uno de cada cinco habitantes resultó muerto o está desaparecido, hay miles de heridos y los supervivientes deambulan sin agua que beber, ni alimentos que tomar. Aceh, que se mantiene en guerra contra el Gobierno central de Yakarta, desde la independencia del país de Holanda, en 1949, se encuentra en el extremo norte de la isla de Sumatra, prácticamente aislado del resto de Indonesia.

Yakarta ha ordenado a muchos de los miles de soldados que mantiene en la zona para hacer frente a la guerrilla independentista que colaboren en las tareas de desescombro y recuperación de cadáveres, dificultadas por la destrucción total de las infraestructuras. Como en Sri Lanka, el temor a que la putrefacción de los cadáveres desate epidemias ha obligado en ambos países a enterrar a sus ciudadanos sin identificar y en fosas comunes. Hay familias enteras desaparecidas. Anoche, la cifra de muertos en Sri Lanka había aumentado a 22.500 y en Indonesia a los 45.300. Según la ONU, el número total de muertos en el sureste asiático se acerca a los 80.000.

India, cuyo Gobierno acudió de inmediato en apoyo de su vecino esrilanqués que, en un principio parecía el más damnificado, también ve crecer a diario el horror de su drama. En el Estado de Tamil Nadu, el más afectado, los muertos se acercan a 5.000, mientras que en las islas Andamán, cercanas al epicentro del terremoto el paisaje es desolador.

En Tailandia son las islas, y es especial Phuket, las más afectadas, pero afortunadamente el continente no sufrió grandes daños. El embajador de España en Bangkok, Juan Manuel López Nadal, se desplazó a esa isla en la que aún permanecen desaparecidos varios españoles. El avión que ayer aterrizó en Colombo, con siete toneladas de ayuda humanitaria de la Agencia Española de Cooperación y varios miembros de ONG, vuela hoy a Phuket para repatriar a algunos turistas que aún permanecen allí. En Sri Lanka, los españoles localizados no han querido volver. Tampoco existen reclamaciones de desaparecidos en esta isla del Índico.

Philippe Nardiw, coordinador del equipo de 100 personas enviado por Francia, sostiene que se necesitarán "semanas" para evaluar los efectos reales del tsunami. Al menos 140 turistas franceses permanecen desaparecidos, al igual que otros 350 turistas europeos. Los cuerpos sin vida de unos 200 europeos permanecen en los hospitales del sur y el este de Sri Lanka. Las tareas de reconocimiento e identificación son ingentes porque se necesita cotejar los datos entre los 25 países de la UE y tener en cuenta que algunos pueden ser rusos, australianos o estadounidenses.

La Unión Europea tiene prevista una ayuda de 30 millones de euros para colaborar en la reconstrucción de los países afectados, buena parte de la cual será gestionada por la Cruz Roja, aunque la misma UE ha enviado a expertos a las zonas más dañadas para verificar sobre el terreno las necesidades de la población.

Tanto Unicef como Naciones Unidas hacen hincapié en que lo más urgente es el suministro de agua potable a todos los habitantes de las zonas afectadas, que en Sri Lanka son los que viven a lo largo del 75% de la costa. En Indonesia la falta de agua potable es dramática. Los niños son los más vulnerables a cualquier epidemia que se desate, sobre todo porque "todavía hay un grado de malnutrición" en ambos países, señaló Chaiban.

Arabia Saudí hizo una donación de 10 millones de dólares. Muchas de las víctimas de Sri Lanka pertenecen a la minoría musulmana del país, que habita principalmente en la parte oriental. Los maldivos son también de religión musulmana y en Aceh pretenden su independencia de Yakarta porque quiere crear un Estado confesional islámico regido por la sharia (ley islámica).

Miguel Bermeo, coordinador de Naciones Unidas en Sri Lanka, tenía previsto viajar hoy al norte de la isla para entrevistarse con los dirigentes de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE), la guerrilla tamil que pretende la independencia del noreste de Sri Lanka. Los tigres controlan su territorio y han pedido tanto a la ONU como a la Unión Europea ser los interlocutores para establecer las necesidades, recoger y distribuir la ayuda. El Gobierno de Colombo insiste en ser el único que distribuye los suministros internacionales, lo que podría representar un grave problema para los cientos de miles de damnificados de la zona.

Una de las consecuencias del tsunami ha sido que el agua se ha llevado la señalización de los campos de minas plantadas durante los 20 años de guerra entre tamiles y cingaleses. El encargado de la agencia de la ONU, que desde que comenzó el alto el fuego hace tres años se ocupa de localizar y retirar las minas, tiene también previsto desplazarse para ver sobre el terreno la gravedad de los hechos y sus posibles consecuencias.

Algunas ONG, mientras tanto, se han quejado de la lentitud del Gobierno para facilitarles personal y camiones para trasladar la ayuda que traen en aviones, así como del terrible papeleo que exigen para permitir el aterrizaje de los aviones y su carga. Las peleas entre los ministerios para ver cuál de ellos se encarga de almacenarla y distribuirla está ralentizando su trabajo, critican las ONG. Naciones Unidas trata a su vez de coordinar equipos de los distintos países y los de las ONG para que no se concentren en los lugares de más fácil acceso y lleven a todos lados la ayuda necesaria.

Los damnificados también critican al Gobierno de Chandrika Kumaratunga por el caos con que ha reaccionado ante la mayor crisis sufrida por Sri Lanka. Sigue sin haber plan de realojamiento del más de un millón de desplazados. La única decisión adoptada ha sido retrasar la vuelta al colegio de los niños, ya que miles de escuelas sirven de refugio.

Cadáveres de víctimas del maremoto flotan en una playa de la ciudad de Banda Aceh.
Cadáveres de víctimas del maremoto flotan en una playa de la ciudad de Banda Aceh.REUTERS

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