España planta cara en defensa del vino de rioja

Hace justo un año, en la localidad navarra de Azagra se cortaron las primeras uvas de las viñas contenidas en la Denominación de Origen Calificada Rioja. En esa cosecha, que se prolongó durante dos meses, se recogieron 437 millones de kilos de uva que se transformaron en cerca de 290 millones de litros de vino de Rioja calificado. A más de 10.300 kilómetros de distancia, en la provincia argentina de La Rioja -más exactamente en el departamento de Chilecito- la vendimia terminó unos meses antes con unos 60 millones de kilos de uvas. Con ellas, se exprimió el zumo que dio lugar a un vino que utiliza como indicador de procedencia la expresión La Rioja Argentina.

Las etiquetas de las botellas de ambos vinos recogen los términos que garantizan su lugar de origen. Tanto en los precintos de la marca de los vinos españoles como en las de los argentinos se puede leer La Rioja.

Contra este hecho lucha el consejo regulador de La Rioja española. Javier Pascual, asesor de comunicación del consejo regulador, asegura que la organización se siente perjudicada por la confusión que causa la igualdad de marca en los mercados internacionales y que se benefician de la reputación de éstos. El vino de La Rioja española goza de mayor prestigio y su denominación es reconocida y protegida desde 1925 por España y, desde 1996, por la Unión Europea. Además, cuenta con una mayor notoriedad y prestigio. Según un estudio de la consultora AC Nielsen, el vino de Rioja español ocupa la sexta plaza en cuanto a notoriedad entre todas las denominaciones internacionales.

El uso de la denominación geográfica en las dos regiones homónimas, la española y la argentina, podría encerrar un asunto de concurrencia. En diciembre de 2002, y después de infructuosas negociaciones para que las bodegas argentinas abandonasen tal denominación, el consejo regulador español presentó un recurso ante el instituto regulador argentino en el que se oponía al reconocimiento de la denominación La Rioja Argentina como indicación de procedencia. Al considerar que la procedencia que debería figurar en el etiquetado de esos vinos argentinos era Valle de Famatina. El recurso fue rechazado por las autoridades argentinas.

En la actualidad, el consejo regulador español se prepara ahora para otro combate. Impugnará el dictamen de las autoridades argentinas ante los tribunales ordinarios del país austral.

La batalla comenzó en 1999, cuando el Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina aprobó las normas que regulaban las áreas geográficas que se podrían constituir en denominación de origen y adoptó la de La Rioja Argentina. Hasta ese momento, estos vinos eran conocidos por la indicación geográfica de Valle de Famatina, una de las principales áreas vitivinícolas de Argentina. La fecha del cambio coincide con el inicio del primer periodo del mandato del ex presidente Carlos Menem, oriundo de la Rioja y poseedor de importantes viñedos en esa provincia.

El organismo regulador español no está solo en su cometido, cuenta con el apoyo del Gobierno español y de las autoridades comunitarias. Los argumentos que utiliza para defender su postura explican que permitir este reconocimiento a los vinos argentinos supone una contravención de las normas de protección acordadas en el seno de la Organización Mundial del Comercio, así como de lo previsto en el artículo 36.4 del Reglamento CE 753/2002 de 29 de abril.

En la búsqueda de apoyo para armar su defensa, el consejo regulador español ha acudido a las más altas instancias comunitarias. El comisario europeo de Agricultura, Franz Fischler, ha mostrado su apoyo inequívoco a La Rioja española. En marzo de 2003, en una reunión bilateral sobre acuerdos comerciales entre la UE y el Gobierno argentino, se incluyó en las negociaciones el asunto de La Rioja Argentina.Por su parte, la oficina de armonización del mercado interior (OAMI), la oficina europea que regula todo lo referente a las marcas, el dibujo y el etiquetado, ha rechazado el registro del distintivo Viñas riojanas de Argentina.