Europa se reunifica
Ocho países del antiguo bloque comunista y dos islas mediterráneas se suman a la Unión
La UE tiene ya 25 Estados desde la pasada medianoche. Siete países del antiguo bloque soviético (Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), otro ex yugoslavo con pasado comunista (Eslovenia) y dos mediterráneos -ex colonias británicas hasta los sesenta, Malta y Chipre- pertenecen desde hoy con pleno derecho a una Unión que ya suma 455 millones de habitantes. La mayor ampliación de la historia de la UE es, por encima de todo, la unificación de Europa, la caída final de los muros que separaron el Este y el Oeste durante la guerra fría. Es lo que hoy celebrarán en Dublín los líderes de los 25, la primera gran cita europea con presencia del español José Luis Rodríguez Zapatero.
La ampliación es el punto álgido del sueño que Robert Schuman tuvo en 1950
El número de socios del selecto y próspero club europeo ha aumentado esta madrugada en un 48%. Su mayor riqueza cultural hace pasar de 11 a 20 las lenguas oficiales. Su superficie crece un 30% y la cifra de habitantes, más de un 20%. Sin embargo, el producto interior bruto (PIB) de la nueva Unión sólo ha engordado hoy un 5% (de 8,8 a 9,2 billones de euros) y la renta por habitante de los nuevos ciudadanos comunitarios sólo supera ligeramente el 40% de la media de los antiguos Quince.
Se trata de la ampliación que más impacto económico tiene y tendrá sobre el conjunto de la Unión. En Polonia (más de 39 millones de habitantes), el país más grande de los incorporados, una de cada cinco personas en edad de trabajar está en paro y el 20% de su fuerza laboral se dedica a la poco competitiva agricultura del país. Además, casi todos los nuevos socios tuvieron hasta hace 15 años, cuando cayó el muro de Berlín, unas decadentes estructuras económicas, políticas y administrativas que son una rémora a la hora de asimilar la exigente normativa comunitaria y los valores democráticos más elevados.
La corrupción está a la orden del día en la mayoría, sobre todo en Hungría y Letonia. Y aún subsisten en Europa Central y Oriental problemas de vecindad y convivencia o nacionalismos crecientes, porque los ocho países del Este hoy en la UE nacieron tras las caídas de los imperios alemán y austrohúngaro, las dos guerras mundiales o el derrumbe del bloque soviético. El peor ejemplo, sin embargo, es la dividida Chipre, porque sólo los grecochipriotas del sur ingresan hoy en la Unión. Algunos países, como Malta (400.000 habitantes), tienen muchos menos vecinos que cualquier provincia española.
De esos hechos surgen los temores de los socios con solera y sus prevenciones se han convertido en las últimas barreras entre el Este y el Oeste, ahora con fechas de caducidad. Salvo excepciones, los nuevos socios tardarán siete años de media para acceder al euro. Los Quince, salvo Irlanda, restringirán al menos durante tres años el libre establecimiento de trabajadores para impedir avalanchas de inmigrantes que Bruselas asegura que no se producirán. Y pasarán cuatro o cinco años hasta que los europeos del Este viajen por la UE sin pasaporte porque sus fronteras con Rusia, Ucrania o Bielorrusia no están selladas.
Por encima de esos recelos, la UE elimina hoy los últimos muros que durante medio siglo separaron a la Europa Occidental de la Central y Oriental. Es el punto álgido del sueño que Robert Schuman tuvo en 1950 y que al año siguiente empezaron a concretar Francia, Alemania, Italia y el Benelux con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y en 1957 con la Comunidad Económica Europea (CEE). Las cuatro posteriores ampliaciones solidificaron el proyecto de la Europa unida, pero es esta quinta la que sella la unificación del continente que a todos beneficia porque a todos aporta más estabilidad y progreso.
Por eso, los líderes de los 25 acuden hoy a Dublín, la capital de la Unión en este semestre, para festejar este paso fundamental e indispensable en la construcción europea en una jornada bautizada como el Día de Bienvenidas y que tendrá sus puntos culminantes en la foto de la ampliada familia en el caserón Farmleigh, comprado en 1999 por el Gobierno irlandés a la familia Guinness, los propietarios de la famosa cerveza. Después, en Áras an Úachtaráin, la residencia de la presidenta de Irlanda, Mary McAllese, se izarán las banderas de los 25 junto a la azul con 12 estrellas doradas de Europa. Festejos de todo tipo y similares izadas de banderas se realizaron también esta pasada medianoche desde Tallin (Estonia) a Liubliana (Eslovenia).
Medio siglo después del sueño de Schuman, esta quinta y espectacular ampliación se produce cuando Europa está a punto de pactar su primera Constitución común y, por tanto, de dar un paso excepcional hacia la unión política tras asentar con éxito la unión mercantil, económica y monetaria. Es en este momento clave para Europa en el que el nuevo Gobierno español ha irrumpido en el escenario europeo para incorporarse al núcleo de cabeza que, con el eje franco-alemán al frente, quiere acelerar el proceso de integración. La retirada de los soldados españoles de Irak contribuye además a poner remedio al cisma que el Gobierno del PP provocó en la UE al sumarse a las tesis belicistas de Washington.
Por eso, José Luis Rodríguez Zapatero será hoy en la capital irlandesa uno de los indiscutibles protagonistas de esta especial cita europea, aunque ya hayan transcurrido 18 años desde la ampliación que supuso el ingreso de España y Portugal en el club. Zapatero estará por vez primera en la foto de familia europea, una instantánea que en este caso pasará de forma relevante a la historia de la Unión.
La prevista entrada de Rumania y Bulgaria en 2007, la posterior de los Balcanes (salvo Eslovenia, que lo hace hoy) y, quizás en el futuro, la de Turquía concluirán el mapa de la UE que hoy se vislumbra. Pero lo ocurrido hoy es lo más trascendental en esta elaboración de la cartografía política europea. Porque, desde esta madrugada, ya no hay Europa del Este y Europa del Oeste. Como tampoco puede haber una vieja Europa y una nueva Europa. La jornada de hoy es la prueba de que vamos hacia una única Europa.
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