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El recuerdo de Cortázar y Neruda llena la Feria del Libro de Buenos Aires

La 30ª edición abre hoy en una atmósfera de optimismo por la revitalización del mercado

Treinta ferias a libro abierto. Bajo este lema se inaugura hoy la 30ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en un clima esperanzador para el mundo editorial, que pretende enterrar los intensos vientos de crisis que han soplado en Argentina en los últimos dos años. La numerosa presencia extranjera en las jornadas previas para los profesionales ha confirmado las expectativas de la feria, que con 400 expositores pretende superar los 1,2 millones de visitantes que recibió el año pasado. El certamen rendirá homenaje a Pablo Neruda y a Julio Cortázar.

"La gente vuelve a gastar y a confiar en el crédito y, sobre todo, a pagar en cuotas"
Habrá más de mil actos culturales, mesas redondas, debates, conferencias, presentaciones...

Editores, libreros y escritores coinciden en que el mercado argentino del libro se ha revitalizado. "Puede ser la feria de la recuperación, de lo bueno, para dejar atrás todos los quistes y traumas de los últimos años", comenta Ricardo Sabanes, director editorial de Planeta Argentina.

Los preámbulos han sido prometedores. Entre distribuidores y libreros que han visitado la feria antes de la inauguración oficial, destaca la poderosa cadena estadounidense de librerías Barnes and Noble, que en 485 de sus establecimientos repartidos en todo el país vende libros en español. Han venido también bibliotecarios norteamericanos, otra buena fuente de ventas. Todos piden más y mejor información sobre lo que se publica en América Latina.

La lista de autores extranjeros incluye al británico David Lodge; los españoles Arturo Pérez-Reverte, que presentará El caballero del jubón amarillo, y Fernando Savater (Los diez mandamientos del siglo XXI); la colombiana Laura Restrepo, ganadora del Premio Alfaguara de novela 2004 con Delirio; los mexicanos Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, y los chilenos Jorge Edwards, Volodia Teintelbaum y Antonio Skármeta. Entre los argentinos destacan Federico Andahazi, Rodrigo Fresán, Héctor Tizón, Marcos Aguinis y Osvaldo Bayer. Destacados humoristas argentinos, como Quino, Maitena, Fontanarrosa y Rep, participarán en una mesa redonda.

El discurso inaugural será leído por el también escritor argentino Abelardo Castillo, que destacará la importancia del libro en la educación.

En la edición de este año se ha aumentado la superficie del recinto en el predio de la Sociedad Rural Argentina, que alcanzará los 36.000 metros cuadrados, "la más grande de Hispanoamérica", según Marta Díaz, directora de ferias de la Fundación El Libro, entidad organizadora del certamen, que se clausurará el 9 de mayo. "Hay más oferta de libros, más invitados y se suman dos nuevos países que nunca habían participado: Polonia, coincidente con el centenario del escritor polaco Witold Gombrowicz, y Venezuela", señala Marta Díaz.

La Cámara Argentina del Libro expondrá en su stand material vinculado con el periodo en que Julio Cortázar fue gerente de esta entidad (1946-1949), y las editoriales Aguilar, Altea, Taurus y Alfaguara han organizado una mesa redonda en homenaje al escritor argentino.

Este año habrá más de mil actos culturales, mesas redondas, debates, conferencias, presentaciones de libros, recitales de poesías, narraciones y talleres de poesía, jazz y de poetas de tango. Se dictarán cursos sobre los escritores Fernando Pessoa, Roberto Bolaño, Franz Kafka y Ezequiel Martínez Estrada.

Las perspectivas son buenas para todo el gremio y la feria empieza en un clima de celebración, bien distinto de aquel de 2002, en el que el evento era una búsqueda frenética ante un mundo argentino que se caía a pedazos.

Un recorrido por la feria muestra la mejora lenta y sostenida del último año en el sector editorial. "Los expositores han invertido más que en las dos última ediciones. Se presentan nuevas editoriales y nuevos emprendimientos", dice Fernando Esteves, director editorial de Alfaguara.

"En el año 2002, dos semanas antes de la inauguración, dudábamos que la feria pudiera celebrarse. Se hizo y, a pesar de la crisis, fue un éxito de ventas, porque brasileños, bolivianos, chilenos y colombianos compraron gran cantidad de libros. Eran muy baratos", dice Daniel Divinsky, responsable de Ediciones de la Flor.

Ésta es buena parte del secreto de la reactivación del mercado editorial argentino: los precios. Los lectores compran libros porque son entre el 30% y el 40% más baratos que en los países de la región. Y un tercio más baratos que en España. Un libro cuesta en Argentina nueve dólares de promedio. A modo de ejemplo, el verano pasado la editorial Alfaguara aumentó en un 40% las ventas respecto de la temporada anterior.

Un 30% de las ventas son gracias al aumento del turismo, asegura Hipólito Stainoh, de la librería Gandhi, en la céntrica avenida Corrientes de Buenos Aires. A diferencia de 2002, ahora se cuidan mucho las tiradas, más reducidas y ajustadas a la demanda (2.000 a 3.000 ejemplares de promedio). "La gente vuelve a gastar y a confiar en el crédito y, sobre todo, a pagar en cuotas (plazos)", según explica el librero. Varias editoriales extranjeras, como Siglo XXI, han decidido imprimir en Argentina por los menores costes.

Una vista de la Feria del Libro de Buenos Aires.
Una vista de la Feria del Libro de Buenos Aires.MARÍA MARTA CREMONA

Un encuentro de resistencia cultural

La Feria del Libro de Buenos Aires ha resistido y sobrevivido a crisis políticas y económicas y a todo tipo de regímenes. La primera edición, en 1975, fue inaugurada por la entonces presidenta, María Estela Martínez de Perón. Aquel año, 140.000 visitantes acudieron a la feria. El año pasado, la cifra llegó a 1,2 millones. En 1976, era el almirante Emilio Massera, integrante de la Junta militar golpista, quien abría el certamen.

En los momentos más duros de la dictadura, la Feria del Libro era el único lugar donde los escritores podían verse y hablar, y en algunos casos el punto de encuentro servía para comprobar que fulano o mengano seguía vivo y no había desaparecido. Lo recordaba ayer el escritor Abelardo Castillo.

La feria nunca se suspendió, ni en la Semana Santa de la sublevación militar carapintada contra el Gobierno democrático de Raúl Alfonsín. Ha sido también un punto de resistencia cultural contra la intolerancia, como se puso de manifiesto en la edición de 1990.

En aquella ocasión, la Embajada de Irán presionó sin éxito ante el Gobierno de Carlos Menem para que se retiraran de la feria los ejemplares de Versos satánicos, de Salman Rushdie, editado por Seix Barral con el apoyo de casi una veintena de editoriales españolas, en solidaridad con el escritor perseguido por el régimen islámico.

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