Francia prohíbe las ostras por la marea negra
Una placa de combustible de 1.500 metros de largo entra en el estanque de Arcachon
El viento del Este dejó ayer una nueva remesa de chapapote en el litoral atlántico francés. Una mancha más importante que las que habían llegado hasta ahora, de al menos 1.500 metros de largo, logró infiltrarse en la laguna de Arcachon, que está situada al suroeste del país y donde se encuentra una de las mayores zonas de producción de ostras del país. Sólo en ella se crían 12.000 toneladas al año y de ella se extraen el 90% de las ostras que luego se llevan a otros criaderos del país. Ya el día anterior, la prefectura de Aquitania prohibió que se recogieran ostras "como medida preventiva", puesto que las playas de la zona habían quedado manchadas. Desde ayer a las siete de la tarde está prohibido además vender todo tipo de moluscos.
El Gobierno francés ha expresado su inquietud por el futuro turístico ante la situación de las playas en las Landas de Mimizan, Biscarosse, Cap Ferret, la Salie, le Gran-Crohot, Lacanau, Carcans o Montalivet. Pero lo que más les angustia es el destino de la laguna de Arcachon, el corazón de la industria de la ostra, la comercialización de almejas o la pesca de lenguados.
Desde el sábado por la tarde, la prefectura de Aquitania tomaba, "a título preventivo", la decisión de suspender la recogida y comercio de almejas, prohibición que se hacía extensiva a las ostras 24 horas más tarde.
Para Christian Fremont, prefecto de la zona, la medida es obligada: "Siempre hemos defendido el prestigio de toda la producción de la laguna de Arcachon y ahora había que evitar que la sombra de una duda pudiera contaminarlo". La decisión la había provocado "una mancha de fuel, de más de un kilómetro y medio de largo y de pocos metros de ancho que ha entrado en la laguna de noche, aprovechando nuestra imposibilidad de vigilar y actuar".
Unos 300 ostricultores aceptaron pasar todo el día de ayer recorriendo con sus barcazas las 25.000 hectáreas de la laguna, "intentando capturar con sus redes el fuel antes de que se deposite en las algas, sobre las ostras en las rocas". Las redes salían negras después de cada arrastre, manchadas de chapapote. "Y una red manchada de petróleo ya no sirve nunca más. Para eso está el Estado", repetía Fremont.
La agitación de barcazas, chalupas y navíos anticontaminación, luchando contrarreloj, es decir, contra la marea y sus corrientes pero también contra la oscuridad, se parecía mucho a un gesto de desesperación. Hoy, cuando baje la marea, podrá verse de qué ha servido realmente el esfuerzo.
Para Noël Mamère, diputado ecologista y alcalde de una población de la región, "es necesaria una comisión parlamentaria de investigación" que se interese por las circunstancias que rodearon el naufragio del Prestige y "por cómo se ha podido dejar llegar hasta aquí toda esa contaminación. Se trata de un Chernobil marino", añadió.
El presidente de la región de Aquitania, el socialista Alain Rousset, reclamó por su parte "más medios y más eficaces" y se quejó de que el tamiz mecánico que se presentó el pasado viernes al primer ministro Raffarin como una solución milagro "es tan útil como unas tijeras de podar para cortar la hierba del estadio de Francia".
"¿Dónde están los soldados?"
El socialista Phillippe Madrell, presidente del Consejo General, preguntó al Gobierno. "¿Dónde están los soldados? Los he visto en Costa de Marfil, pero no aquí, en Las Landas". Y el alcalde conservador de Cap Ferret, Michel Samarcelli, se manifestó en el mismo sentido al asegurar: "Para limpiar 25 kilómetros de costa no necesito 200 soldados sino 5.000".
El fuel del Prestige se repartió ayer por la costa de Las Landas y la Gironda. Aún no ha conseguido tocar la costa de la Charente- Maritime, protegida por los vientos del este, ni se cebó especialmente con la Vandée. "No hay nuevas playas manchadas", señaló un portavoz de esta prefectura. Es sólo un respiro.
El prefecto de la Charente-Maritime, Christian Leyrit, explicó ayer que un helicóptero de la Marina había avistado por la mañana un centenar de bolas de fuel vagando a tan sólo 55 kilómetros de la costa. "No hemos podido verlas hasta que nos hemos situado al ras del agua", señaló. Por eso estima que es probable que existan otras cantidades de fuel bajo el agua que no han sido avistadas por el helicóptero ni por los dos aviones de Noruega y Gran Bretaña que ayer, durante dos horas, sobrevolaron la zona. "Eso es más inquietante", declaró. Las previsiones metereológicas señalan que el viento llevará esta nueva carga de fuel a la costa a partir de mañana.
Barcos extranjeros
"Esperamos hoy por la mañana lleguen a la costa de La Rochelle los barcos extranjeros que operan bajo el mando del buque D'entrecasteaux para comenzar a absorber el fuel", señaló Leyrit. Se trata de los barcos Neuwerk, de Alemania, el Far Scout, del Reino Unido, el danés Gunnar Seidenfaden, y el Norman Draupne, de Noruega, que navegaban junto a la costa gallega y que desde el sábado se han desplazado a aguas francesas.
En Las Landas, la situación se calificaba ayer de "positiva". Aunque la marea negra volvió a impregnar la costa fue bastante mejor que el día anterior. Por ejemplo, la playa de Biscarrosse, que el sábado amaneció cubierta de negro, no tenía apenas manchas de chapapote. "Creemos que es por el viento, pero también porque ha sido muy eficaz la limpieza que se ha llevado a cabo, porque hemos llevado máquinas que han estado trabajando en la arena", indicó la portavoz de la prefectura de Las Landas. Esta región se ha favorecido del viento del este que perjudica a las zonas más al norte. Mientras allí el viento lleva la marea a la costa, en la parte sur del país lo que hace es retirar de las playas todo tipo de deshechos.
Como la previsión es de que continúen esos vientos, las regiones al norte temen lo peor. La otra gran zona de cría de moluscos, la bahía de Aiguillon, a unos 30 kilómetros de la ciudad portuaria de La Rochelle, espera con resignación que en los próximos días le alcance el vertido. En Aiguillon-sur-Mer, los comercios y los criadores de moluscos temían ayer lo peor. "Aquí se crían tres cuartos de toda la producción de mejillones de la zona. Y si nos llega el fuel estaremos obligados a cerrar", dijo Claude Morien, un marinero de la localidad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.