Entre tradición e invención

En todas las denominaciones de origen hallamos bodegas vanguardistas y en el caso de la Getariako Txakoliña una de ellas es Talai-berri. Además de su tradición -cinco generaciones elaborando txakoli- y su saber hacer, cuenta también con un espíritu innovador.

No es extraño que los actuales propietarios hayan sido pioneros en elaborar txakoli tinto en tierras de esta denominación de origen, un tinto joven elaborado con hondarribi beltza de un color rojo violeta, lleno de aromas frutales con un paladar franco y sedoso donde la variedad se muestra en todo su esplendor y que cumple los parámetros que la bodega desea de un vino joven. El Talai-berri tinto no verá la luz en esta añada de 2002, pues los frutos no reunían la calidad necesaria, lo que aporta credibilidad a esta firma.

Otro de los saltos de pirueta de la bodega ha sido elaborar un aguardiente de txakoli, el Lamin Ura, que es un orujo de 40º del que sólo se elaboran 800 botellas.

La verdadera estrella de la casa, de la que depende toda la bodega para poder seguir experimentando, es su txakoli blanco, elaborado con la hondarribi zuri, un mosto ligero, refrescante, con ese punto de acidez y carbónico que en esta zona gusta tanto.

Es un vino blanco de color amarillo pajizo, bien elaborado, muy intenso en nariz, lleno de fruta como manzana y pomelo, y en boca esta fruta gana en persistencia gracias al carbónico residual de la fermentación. Un vino ideal para acompañar platos de pescado y verdura.

Como se puede ver, es ésta una bodega que sigue elaborando el txakoli de toda la vida, pero sin olvidarse de investigar y probar nuevas cosas como el tinto y el orujo citados. A buen seguro que la joven enóloga Itziar Izagirre en poco tiempo sorprenderá con nuevas elaboraciones, para lo cual ya está diseñando depósitos de fermentación más pequeños donde poner en práctica estos inventos que le rondan por la cabeza, siguiendo la estela innovadora de la tradición familiar.