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Reportaje:

Vendimiadores afortunados

El alojamiento de temporeros de Leza abre el lunes sus puertas para atender a 30 trabajadores

El próximo lunes abrirá sus puertas el Alojamiento de Temporeros de Leza en la Rioja Alavesa, el primer paso para dignificar las condiciones de vida de los hombres y las mujeres que vendimiarán una cosecha plagada de incertidumbres. Lo único claro, a una semana de su comienzo, es que por lo menos 30 trabajadores procedentes de Quesada (Jaen) contarán durante unas semanas con un lugar digno en el que vivir.

Estas personas forman parte del grupo de 250 cuyos contratos en origen, es decir, en otras zonas agrícolas donde la recolección concluye estos días, ha gestionado el sindicato UAGA (Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava). Todos ellos llegan a la Rioja Alavesa con la seguridad de un contrato y el compromiso de que, por lo menos, los agricultores les ofrecerán un alojamiento decente. Las gestiones se realizan a través de la Confederación de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG). Esta modalidad supone no sólo la estabilidad profesional de los temporeros, sino la eliminación de los intermediarios en su contratación.

Esta segunda circunstancia la seguirán viviendo muchas de las miles de personas que recolectarán desde Oion hasta Labastida. El Ararteko maneja la cifra de 8.000 jornaleros; para UAGA, la estimación se reduce a la mitad, ya que muchos temporeros comienzan, a la orilla del Ebro, en La Puebla de Labarca para continuar, pueblo a pueblo, hasta las estribaciones de las sierras de Toloño y Cantabria.

Son cuadrillas formadas, sobre todo, por portugueses y magrebíes, aunque aún se mantienen las familias gitanas y los estudiantes, mano de obra básica hace unos lustros, cuando la contratación se hacía directamente en la plaza de cada localidad. Hoy cada vez está más presente la figura del intermediario, el compatriota que viaja en Mercedes por los caminos de tierra que cruzan los viñedos. Su único cometido es negociar con el agricultor, confirmar la presencia de los vendimiadores el día pactado, cobrar el sueldo de esos grupos de hasta 20 trabajadores y entregarles la mitad de lo ganado. Tal era, al menos, la práctica de dos detenidos la temporada pasada en Villabuena.

La presión de los inspectores de Trabajo no ha locagrdo acabar con esta forma de explotación. Por ello, UAGA aboga por el compromiso del propio sindicato y de los agricultores. Como resume su representante Iñigo Franco: 'Nosotros ofrecemos en el alojamiento de Leza tres cocinas con cuatro lavadoras, tres baños y seis habitaciones con 48 camas. El sistema propuesto es que cobrarán 7.500 pesetas [45 euros] por ocho horas de trabajo, no pagarán alojamiento, mientras que el agricultor paga 1.500 pesetas por persona y día en concepto de gastos y gestión del alojamiento. Además, los días de lluvia se pagan 1.000 pesetas para manutención'.

Éste es el primer compromiso de un Ayuntamiento de la zona por la dignidad de los trabajadores, un grupo de 30 afortunados que no alcanza el 1% de los temporeros que llegarán estos días a la Rioja Alavesa para vendimiar unos 80 millones de kilos de uva.

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