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La Unió reclama un apoyo claro de Bruselas al sector hortofrutícola para que deje de ser moneda de cambio

El sector hortofrutícola euromediterráneo se utiliza como 'moneda de cambio en la política comercial y exterior de la Unión Europea'. Esta fue una de las principales conclusiones de la jornada sobre política agraria euromediterránea organizada ayer por la Unió de Llauradors-Coag y en la que también se defendió que la agricultura ribereña es 'menospreciada' a la hora de asignar los recursos de la Política Agraria Común.

Durante la reunión se dejaron de subrayar las carencias internas. Este sector debe mejorar su competitividad, a través de medidas como la concentración de la oferta, la reducción de los costes de producción, o la diversificación de la producción. Un esfuerzo al que la Unió-Coag añadió, entre otras reivindicaciones, que Bruselas analice, antes de concretar una 'concesión' a países terceros, las repercusiones que ésta puede tener sobre las producciones de los estados miembros o que se concrete un presupuesto específico para mejorar 'la posición competitiva de sus productores mediterráneos y poder diversificar producciones'.

Durante el encuentro, Alejandro Lorca Corrons, profesor del departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid, recordó que uno de los principales lastres de la agricultura española es el alto coste de producción. Otro es la mínima organización en colectivos de sus agricultores, así como una aún escasa introducción de nuevas tecnologías. Lorca subrayó la necesidad de bajar los costes de producción, de potenciar las fórmulas cooperativas, ya que en su opinión 'los pequeños agricultores van a desaparecer si no se unen', de investigar fórmulas para incrementar la producción y de rebajar los costes de distribución de los productos. Asimismo, insistió en la importancia de introducir cambios en el sector agrario. 'Todos los sectores están en cambio', argumentó.

El encuentro sirvió como foro de reflexión sobre la agricultura española y de los países de la Europa mediterránea en un momento en el que ésta se enfrenta a la debilidad estructural en la que están inmersos los sistemas agrarios de los países del sur de Europa, a la creciente competencia de países terceros y a la futura ampliación de la Unión Europea.

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