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La crisis ganadera enfrenta a París y Berlín por el futuro de la política agrícola común

Gabriela Cañas

'Nuestra ministra pone un ejemplo muy claro', decía ayer una fuente diplomática alemana: 'En Europa se han estado dando las mismas primas por las reses, independientemente de cuántos animales hay en cada establo'. De ahí que para Alemania, con el 19% de la producción vacuna europea, sea imprescindible aprovechar la crisis de las vacas locas para reorientar la política agrícola común (PAC) de manera que a medio plazo se prime la producción extensiva y de calidad.

Esta posición es difícilmente asumible para los productores, que piden compensaciones inmediatas por las graves pérdidas sufridas, y por la Comisión Europea, que cree urgente intervenir. De hecho, el próximo viernes, el Comité de Gestión del Vacuno deberá aprobar las propuestas de Bruselas para el corto plazo: prorrogar la destrucción masiva de reses con compensaciones públicas. Las otras medidas, a medio plazo, quizá tengan que esperar. Éstas tienden a modificar ciertas primas de manera que se fomente la agricultura extensiva y ecológica que Alemania pide.

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Para Francia, con el 20% de la producción europea, la postura alemana es contradictoria. 'Ha llegado a lanzar la idea de dejar caer los precios a corto plazo para modificar el sector tras la convulsión', dice una fuente francesa. 'Pero lo cierto es que con esta política sólo se consigue hundir a los pequeños productores. No es necesario retocar la PAC porque ésta ya permite reorientar las ayudas'.

Ningún país pretende elevar la ya gruesa factura agrícola europea porque se considera que el margen existente para compensar las pérdidas es aún de 550 millones de euros. Así lo considera el ministro francés, Jean Glavany, con el que coincide el español Miguel Arias Cañete. Pero el plantemiento francés deja la puerta abierta a que se pudieran utilizar otras partidas presupuestarias si fuera necesario.

Las disensiones en el seno del Consejo de Ministros impidieron anteanoche que prosperaran algunas propuestas de la Comisión Europea. El comisario de Agricultura, Franz Fischler, propuso, por ejemplo, establecer un número máximo de reses macho para evitar que crezca la cabaña y bajar la densidad de cada explotación limitándola a 90 cabezas, primar la cría de vacas novillas en lugar de vacas nodrizas para reducir la densidad de vacas productoras de carne o promover la producción de piensos vegetales. Las medidas se dejaron para más adelante porque, a juicio de Alemania, es un paquete 'demasiado tímido'. En cambio, tanto Francia como España ven problemas de financiación.

Entre unas cosas y otras, los ministros no toman medidas en un asunto que, a juicio de la Comisión Europea, no puede esperar porque los precios están por los suelos. 'Un 1% de reducción del precio supone unas pérdidas a nivel europeo de 100 millones de euros', asegura Bruselas. Cuando se entra en el quinto mes de crisis de vacas locas, los últimos datos disponibles hablan de una reducción de precios de hasta el 27%.

Cambiar la política agrícola, como defiende Alemania, no es una cuestión que se pueda dirimir en un consejo de ministros. De ahí que algunos hablen ya de la necesidad de que los jefes de Estado lo aborden en el próximo Consejo Europeo de Estocolmo, el 23 y 24 de marzo próximos.

La Comisión se siente más cercana a las tesis francesas. De hecho, el portavoz de Agricultura recordó ayer que las directrices de la PAC para 2000-2006 ya contemplan la reorientación de las primas para fomentar una agricultura extensiva y de calidad. La reforma adoptada en el Consejo Europeo de Berlín en marzo de 1999 ya expresaba la necesidad de impulsar 'una agricultura más competitiva, pero, al mismo tiempo, más respetuosa con el medio ambiente', aseguró.

El marco presupuestario, la llamada Agenda 2000 para ese sexenio, marcó un límite, el llamado techo de Berlín, al gasto agrícola, que se lleva el 44% del total del presupuesto comunitario. Dicho techo establece la obligación de no sobrepasar un gasto de 40.500 millones de euros anuales. Francia es la que se lleva la mayor parte, con alrededor del 23%, siendo Alemania la segunda con el 15%. España ocupa la tercera plaza, con alrededor del 12%.

Los ministros de Agricultura de Francia, Jean Glavany (izda.), y de Alemania, Renate Künast, en Bruselas.
Los ministros de Agricultura de Francia, Jean Glavany (izda.), y de Alemania, Renate Künast, en Bruselas.AP

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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