Oxfam y Médicos Sin Fronteras se unen para exigir fármacos baratos en los países pobres

Es una condena pronunciada silenciosamente cada día: malaria, cólera, sida, tuberculosis, diarrea, dengue, fiebre amarilla o la enfermedad del sueño arrasan continentes, y las víctimas no tienen dinero para el tratamiento. Un tercio de la humanidad carece de acceso a fármacos básicos, y al 90% de los problemas sanitarios del mundo se destina sólo el 10% del gasto global de investigación. Un europeo puede curarse una neumonía con el equivalente a tres horas de salario, pero en África hace falta casi el sueldo del mes. Por ejemplo, la mitad del ingreso familiar se les va a los campesinos de Zambia en tratar una neumonía infantil cuyo coste es 1.700 pesetas. La OMS revela que sólo el 1% de los fármacos se destina a enfermedades tropicales, y la mitad de esos medicamentos proceden de la investigación veterinaria.

El caso del sida es lacerante. En el mundo rico está en vías de convertirse, gracias al cóctel de fármacos, en enfermedad crónica, lejos ya de la maldición sin remedio que era. Esa esperanza no existe en el mundo pobre, que alberga al 95% de las víctimas de sida. En Suráfrica, que con casi cinco millones de enfermos organizó el año pasado la Cumbre Mundial sobre el Sida, el Gobierno reconoció en octubre pasado que no proporciona antirretrovirales 'porque no hay medios financieros'. Muchos observadores atribuyen a esa situación la insistencia del presidente Thabo Mbeki, contra toda evidencia científica, en que el virus VIH no es la causa del sida.

La red de ONG Oxfam ha lanzado la campaña ¡Bajad los precios! y MSF tiene en marcha otra por el Abaratamiento de los Medicamentos Esenciales. El objetivo de ambas es presionar a los grandes laboratorios para que el precio de los fármacos corresponda al poder adquisitivo de las poblaciones.

MSF y Oxfam creen que habría un mecanismo comercial posible: que los países en vías de desarrollo puedan fabricar un medicamento incluso sin el consentimiento del titular de la patente, o importarlo unos de otros, con sólo esgrimir necesidades de la salud pública. Esa alternativa se conoce jurídicamente como licencia obligatoria.

Silencio de las empresas

Pero esta posibilidad representa un peligro para las grandes firmas. India, Brasil, Egipto o Tailandia pueden producir y vender fármacos a precios asequibles para países pobres. Este mes una empresa india de genéricos, Cipla, ha ofrecido una combinación que podría sustituir al cóctel antisida: valdría unas 180 pesetas al día, lo que supondría una rebaja del 96% en relación con el precio en EE UU. Cipla ha intentado involucrar en la distribución a MSF, pero ésta no ve que tal función corresponda a una ONG y sugiere que la firma india ofrezca su precio a las agencias de la ONU y a los gobiernos. 'La oferta de Cipla demuestra que las compañías pueden abaratar', dice Emilia Herranz, coordinadora de la campaña de MSF. 'El pasado 1 de diciembre, Día Mundial del Sida, hemos pedido a las multinacionales ligadas en 2000 al acuerdo de Acceso Acelerado con Onusida que redujeran precios en un 95%, pero no han respondido'.

Esas multinacionales son GlaxoWellcome, Merck, Boehringer Ingelheim, Bristol-Meyers Squib y F. Hoffman-La Roche. Las empresas afirman que, tras el acuerdo, suministran antirretrovirales a precios preferenciales. 'La realidad es más prosaica', dicen fuentes de Oxfam Intermón. 'A menudo esas medicinas se dan en cantidades limitadas y más caras que los genéricos. Muchos gobiernos africanos siguen pidiendo, por más eficaz, la suspensión de patentes. En Kenia la cuarta parte de la población es seropositiva, pero menos de un 2% recibe antirretrovirales. Si pudiese importar de Tailandia el fluconazol para la meningitis asociada al sida, en vez de 540.000 pesetas al año le costaría al enfermo 18.000'.

Los precios actuales son 'una guerra no declarada', afirma Oxfam. Esta red de ONG enfoca especialmente su presión sobre la multinacional británica GlaxoSmithKline, cons ventas de 4,6 billones de pesetas al año, un 7% del mercado mundial.

MSF destinó los 940.000 euros del Premio Nobel de la Paz 1999 a crear un fondo para las 'enfermedades olvidadas'. Su secretario, el español Rafael Vila-San Juan, señala: 'Mientras esperamos nuevas vacunas y tratamientos, hay que intentar reducir los precios'. 'Está constituida una mesa internacional de discusión entre Onusida, las compañías y nosotros', dice Glòria Basset, jefa de Servicios Médicos de OMS-España, 'pero por ahora constatamos que lo que falta es voluntad política'.