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Patentes contra pacientes

Estados Unidos libra una guerra en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para preservar las patentes de sus grandes laboratorios. Washington ha saltado como un tigre ante el anuncio de Brasil de que, si dos fármacos contra el sida importados de Estados Unidos no se abaratan, su propia industria los fabricará en junio. Brasil amenaza, invocando su ley, con clausurar las patentes, y exhibe el éxito de sus genéricos: han reducido a la mitad las muertes por sida.

La regla del juego en la OMC es que todos los países deben otorgar derechos exclusivos de comercialización a los propietarios de patentes por al menos 20 años. Las ONG denuncian que eso impide a los países comercializar sus genéricos que, como algunos para la diarrea infantil, son ocho veces más baratos.

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El motor de la postura estadounidense es el lobby Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA), que entre 1997 y 1999 gastó 4.500 millones de pesetas en influir en instituciones políticas en EE UU, especialmente en el Partido Republicano, hoy en el poder. Las presiones de la industria dan fruto: según Oxfam, EE UU sanciona comercialmente a India por permitir exportar copias genéricas de medicamentos patentados. Incluso un país pequeño como República Dominicana está excluido en Washington de las preferencias comerciales para los textiles porque su política farmacéutica no se ajusta a los preceptos de la PhRMA.

'La diversidad de precios en el mundo cuestiona el sistema y subraya la falta de transparencia', dice Carmen Pérez-Casas, autora de un informe de MSF sobre ocho países en vías de desarrollo. 'Pero los precios bajarán si la industria genérica compite con la convencional y si las instituciones internacionales se implican'.

'Las grandes empresas ofrecen islas de filantropía', resume Oxfam Intermón, 'pero al tiempo promueven un sistema mundial de patentes que aumentará sus beneficios y podría llevar a millones de personas a un sufrimiento innecesario'.

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