'Las vacunas génicas serán más baratas para el Tercer Mundo'
Margaret Liu es asesora de la fundación que sostiene uno de los fundadores de Microsoft y que lleva su nombre y el de su esposa, la Bill & Melinda Gates Foundation. Esta entidad cuenta con unos fondos anuales de 3,78 billones de pesetas, una suma tres veces superior a los presupuestos de la Generalitat valenciana. Más de la mitad de esta cantidad la destinan a promover la vacunación de niños en países en desarrollo y a investigar vacunas para enfermedades infecciosas como el VIH, la malaria o la tuberculosis. Lui acudió ayer a la primera reunión de la Sociedad Española de Terapia Génica y participó en el simposio organizado por la Fundación BBVA.
Pregunta. Dado el dinero que se está gastando en investigación, ¿la terapia génica será una ciencia para ricos vetada al Tercer Mundo?
Respuesta. No, en absoluto. Algunas de las vacunas actuales son muy complicadas y muy caras de elaborar. Se tiene que partir de un azúcar, una proteína, acoplarlas, depurarlas... Esto es un proceso complicado. Esperamos que con modelos basados en terapia génica sean más fáciles de elaborar, menos caras y más accesibles para el Tercer Mundo, que ahora no tiene acceso a la tecnología necesaria para producir vacunas tradicionales.
P. Recientemente, varias ONG han solicitado una rebaja en el precio de los fármacos para combatir el sida en África. ¿No cree que existe una especie de dictadura de las patentes?
R. Sí, la hay, y no sé la solución. No fueron las instituciones públicas las que desarrollaron estos fármacos y no es malo que las empresas obtengan beneficios. El reto es cómo asegurar que en estas cuestiones sanitarias tan importantes los países pobres tengan acceso a estos medicamentos, pero sin ahogar la capacidad de las empresas de obtener beneficios y desarrollar nuevos medicamentos, porque de otra forma no investigarían. Creo que se ha de ser honesto; las empresas han de ser saludables financieramente, pero también deben ayudar la gente en el Tercer Mundo.
P. ¿Por qué apuestan desde la fundación por la investigación génica?
R. Nuestro objetivo es lograr vacunas que prevengan a la gente de contraer enfermedades. Algunas de las tecnologías más prometedoras están relacionadas con la terapia genética. Así, apoyamos esta tecnología en la medida en que nos pueda ser útil para obtener nuestros fines. Frente a las vacunas tradicionales, que se centran en estimular un aspecto concreto del sistema inmune, los anticuerpos, y que sólo son eficaces contra elementos patógenos como las bacterias o los virus, las vacunas genéticas activan otra parte del sistema inmune, el celular, por ejemplo; estimulan los leucocitos, que sí son capaces de reconocer células tumorales y eliminarlas.
P. ¿Cuándo calculan rentabilizar las investigaciones en terapia génica?
R. Francamente, prefiero pensar en el beneficio de la gente, y una vez que puedes beneficiar a la gente, seguro que éste vendrá acompañado por la rentabilidad, pero el principal objetivo es demostrar la eficacia de los proyectos.
P. ¿Qué efectos tuvo el caso Gelsinger en la investigación en terapia génica [fallecimiento en septiembre de 1999 de un paciente estadounidense al que se le inoculó un virus modificado genéticamente para corregir una insuficiencia hepática]?
R. Este caso fue de terapia génica, no una vacuna. Toda vacuna tiene que ser segura, incluso si no funciona, y es lógico, ya que las vacunas se aplican a gente sana, no como la terapia, que se aplica a personas enfermas.
P. ¿Se ha forzado la máquina para obtener resultados?
R. Es cierto que tras el caso ha habido un esfuerzo mayor para cuidar la seguridad. Por otro lado, es conveniente aunar esfuerzos para estandarizar ensayos clínicos y protocolos entre distintas instituciones y países relacionados con las nuevas tecnologías.
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