EE UU acepta el acuerdo sobre transgénicos a cambio de poner un etiquetado 'ambiguo'
El Protocolo deja sin definir si prevalece sobre la libertad de comercio defendida por la OMC
La Unión Europea tuvo que hacer dos concesiones importantes a Estados Unidos y sus aliados sobre etiquetado a cambio de alcanzar ayer de madrugada en Montreal (Canadá) la firma unánime del Protocolo de Bioseguridad, un acuerdo internacional que permite imponer restricciones y garantías al comercio de organismos transgénicos. Cualquier país podrá rechazar importaciones de seres vivos con modificaciones genéticas, semillas incluidas, cuando haya dudas o información insuficiente sobre sus riesgos para el medio ambiente o la salud.
El Protocolo de Bioseguridad, que previsiblemente entrará en vigor en 2002, se refiere exclusivamente a los organismos transgénicos vivos. Los delegados de 131 países, reunidos desde el lunes en Montreal bajo los auspicios de la Convención de Seguridad Biológica de la ONU, dejaron fuera de las negociaciones los productos derivados -harinas, piensos o galletas-, ya que el objetivo esencial del protocolo es evitar efectos dañinos sobre los ecosistemas causados por la diseminación de polen al medio ambiente.Las dos principales concesiones que a última hora hizo la UE al llamado Grupo de Miami -un consorcio de países exportadores de grano que agrupa a Estados Unidos, Canadá, Argentina, Chile, Uruguay y Australia- son renunciar a que los cargamentos de semillas lleven un detallado 'prospecto' con toda la información sobre las modificaciones genéticas que contenga (bastará con una genérica advertencia del tipo "este cargamento puede contener organismos vivos modificados"), y segundo, dejar en la ambigüedad si el Protocolo de Bioseguridad prevalece o no sobre los acuerdos de libre comercio alcanzados en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
"La adopción de este protocolo representa una victoria para el medio ambiente", declaró ayer, el ministro colombiano de Medio Ambiente, Juan Mayr Maldonado, que ha presidido las sesiones. "Pero no olviden que esto sólo representa el comienzo, y que tenemos todavía un gran desafío ante nosotros". Pese a esas tareas pendientes, un buen indicador de la relevancia del acuerdo es la satisfacción con que lo acogió Greenpeace, una organización que ha convertido la oposición a los transgénicos en uno de sus principales emblemas. El coordinador internacional de campañas de Greenpeace, Benny Haerlin, señalaba ayer: "Se trata de un paso histórico para la protección del medio ambiente y de los consumidores contra los peligros de la ingeniería genética". Pero Haerlin añadió: "El protocolo sienta las bases para un acuerdo futuro más estricto".
La firma supone un considerable éxito diplomático para la UE, y así lo hizo notar ayer la comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallstrom, que ha intervenido en todas las sesiones: "Es un momento histórico y un punto de inflexion para los acuerdos internacionales sobre comercio y medio ambiente. La comunidad internacional ha mostrado que se toma en serio las preocupaciones de los ciudadanos y se ha asegurado el derecho a tomar decisiones bien fundadas basadas en el principio de precaución para proteger el entorno".El llamado principio de precaución ha sido el concepto, más o menos abstracto, sobre el que han girado todas las discusiones de estos días. En el presente caso viene a significar que un país podrá rechazar la importación de una semilla u otro organismo vivo sin que existan evidencias científicas irrefutables de que es peligroso para el entorno. Bastará para rechazarlo con que existan dudas científicas razonables sobre la seguridad del organismo, o incluso con que la información disponible sobre ese producto concreto sea insuficiente. Por supuesto, precisar estos conceptos requerirá todavía muchas negociaciones.
Estos aspectos que quedan por concretar pueden justificar la relativa buena cara que mostró ayer ante el acuerdo alcanzado el delegado de Estados Unidos, David Sandalow: "Nuestro balance es que el protocolo protege el medio ambiente sin destruir el libre comercio mundial".
El alcance del acuerdo dependerá de la actitud de cada país hacia los organismos transgénicos. El protocolo no supone, en realidad, un gran cambio para Europa, que ya posee mecanismos de autorización previa para las importaciones de transgénicos. Pero sí puede resultar importante para las exportaciones al Tercer Mundo, siempre que los países en desarrollo decidan tomar precauciones para preservar su entorno.
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