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Con ser exótico no basta

Las jornadas TransLit'99 dan a conocer en Barcelona a escritores de otras culturas "de alta calidad literaria".

La asociación TransLit fue fundada en 1993 por un grupo de personas vinculadas al mundo de la traducción literaria y tiene por objetivo difundir la creación procedente de otros continentes. Por eso desde 1995 organiza unas jornadas internacionales de literatura, cuya tercera edición, Interseccions, se celebró entre el jueves y el sábado de la semana pasada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), con la asistencia de una docena de narradores y poetas de África, Asia y América Latina."Con ser exótico no basta. Para ser invitado a las jornadas TransLit hay que tener al menos un libro publicado y ser recomendado por algún miembro de la asociación. Normalmente, pues, se trata de autores muy reconocidos en sus países, pero que difícilmente llegan a publicar en España". Quien así los definía era Rosa Mercader, responsable de la organización, quien añadió: "Quien se haya apuntado para ver de cerca a personajes pintorescos habrá hecho una mala inversión , pues enseguida se habrá dado cuenta de que lo que aquí importa es la calidad de la escritura de cada uno. En realidad, el público es gente a la que le gusta leer y que está interesada en lo que sucede en otros continentes".

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Literatura lusófona

Pero no se puede negar que el cartel, al menos a los ojos de un europeo, resulta efectivamente pintoresco. TransLit 99 ha estado dedicada a la literatura lusófona surgida de las antiguas colonias portuguesas. Por eso encabezaban el reparto los mozambiqueños Mia Couto, Suleiman Cassamo y Paulina Chiziane, más el angoleño José Eduardo Agualusa. Lo completaban el palestino Salim Alafenisch, la guayanesa Pauline Melville, la francesa residente en Guadalupe Gisèle Pineau, el iraní Said, el indio Rajvinder Singh y los africanos Yvonne Vera, de Zimbabue, y Moussa Konaté, de Malí. Aparte del primero, Couto, que finalmente no pudo asistir, el resto son prácticamente desconocidos en España. "De eso se trata, precisamente", interviene Mireia Porta, miembro de la asociación y encargada de la librería Jaime"s de Barcelona. "Lo que interesa no es traer autores consagrados, sino aquellos que la industria editorial ha olvidado, a menudo injustamente".Para hacerse una idea de cómo está el mercado, TransLit complementa las lecturas y debates con una muestra de las ediciones que actualmente los lectores pueden encontrar en el mercado. Descontando las honrosas pero escasas traducciones de Ediciones del Bronce en castellano y La Magrana en catalán, de la mayoría de los invitados sólo está disponible algún que otro libro en versión original, especialmente de los que escriben en inglés y alemán. "Eso es porque tanto en Inglaterra como en Alemania", explica Mercader, "residen muchísimos escritores exiliados, o bien de las antiguas colonias o bien del Próximo Oriente. En España, en cambio, históricamente se ha prestado interés a la literatura latinoamericana, mucho más implantada que en el resto de Europa, y se ha dejado de lado al resto, independientemente de la calidad de los escritores".

Sin embargo, desde las primeras jornadas, celebradas hace cuatro años, los contactos de TransLit con el mundo editorial han ido creciendo. Además de los cuatro volúmenes editados por ellos mismos (tres que recogen textos de los invitados a cada edición más un catálogo de títulos disponibles en catalán, castellano, euskera y gallego de todos los autores no europeos ni norteamericanos), la colaboración de cinco editoriales españolas y tres europeas les permite disponer de mucho material, tanto publicado como inédito, que redunda en la calidad del programa.

Dada la variedad de procedencias, lenguas y colores de los escritores participantes, apenas dos elementos les unen: el gusto por el micrófono (que puede transformar sesiones de una duración prevista en hora y media en maratones de tres) y la protesta frente a las múltiples formas de opresión, empezando por el exilio forzoso, que si alguna virtud tiene es la de generar buen número de páginas. Como las de Pineau, que regresó a Guadalupe con su familia tras conocer la marginación francesa. "Allí redescubrí la lengua criolla, que ahora he incorporado a mi literatura porque da mejor la idea del drama que sufren las mujeres como yo". O las de Said, huido de Teherán y residente en Múnich,que ha hecho del exilio motivo literario prácticamente exclusivo: "He tenido que adoptar el alemán como lengua de escritura para poder hablar de la soledad y de una de las pérdidas más terribles que puede sufrir una persona, la de la lengua". O también las de Rajvinder Singh, nacido en el Punjab, encarcelado por el régimen de Indira Ghandi y refugiado en Berlín, quien sostiene que "un poeta no necesita las muletas de la patria cuando vive en la lengua".

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