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Entrevista:

"Tras el último golpe militar se cometieron actos realmente indignos"

El hombre que ha pilotado la transformación radical de la imagen de los militares argentinos se va. A más tardar el 10 de diciembre, cuando asuma el nuevo presidente, Fernando de la Rúa. El 25 de abril de 1995 este general firmó un documento que causó conmoción. Jamás un militar había escrito frases como "el fin nunca justifica los medios", "es hora de asumir las responsabilidades que correspondan", o "nadie está obligado a cumplir una orden inmoral". Al frente de una institución que hace 10 años estaba desprestigiada ante la opinión pública, el general Balza ha dado prioridad al hombre por encima de los medios materiales. Hoy, el ruido de sables pertenece a la memoria en Argentina, los militares están en los cuarteles y varios de los represores más destacados están procesados y en arresto domiciliario por orden judicial.La candidata de la Alianza Graciela Fernández Meijide, madre de un hijo detenido-desaparecido en la dictadura, dijo durante la reciente campaña electoral que la policía de la provincia de Buenos Aires necesitaría estar al mando de alguien como el general Martín Balza para empezar a resolver la corrupción e ineficiencia que rodean a este cuerpo. Horas después de realizarse esta entrevista, el juez federal Jorge Urso citó ayer al general Balza para el día 20 de diciembre. Urso quiere que declare en relación con la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, en un momento en el que sobre ambos países existía un embargo internacional decretado por la ONU.

Pregunta. Imagínese que el presidente electo Fernando de la Rúa le ofrece el Ministerio de Defensa. ¿Aceptaría?

Respuesta. Esté usted seguro de que nadie me va a ofrecer el puesto de ministro de Defensa. Ni nadie me va a pedir, como ha insinuado alguien, que me quede como jefe del Estado Mayor. Tampoco aceptaría. Estoy plenamente convencido de que he cumplido un ciclo y es necesaria la renovación de los hombres en una institución como el Ejército.

P. ¿Cómo ha calado su filosofía de cambio en el conjunto de las Fuerzas Armadas?

R. Hablo exclusivamente en nombre del Ejército, no de la Fuerza Aérea ni la Armada. Cuando asumí el cargo de jefe del Ejército, el 4 de noviembre de 1991, hablé de los errores del pasado y de las órdenes inmorales que no deben cumplirse. Lo fui repitiendo hasta el mensaje del 25 de abril de 1995, que es el que tuvo mayor difusión y lo he repetido después, el año pasado y el que termina. No podría haber dicho todo esto si no contara con el respaldo, la comprensión, el apoyo y el respeto de mis subordinados. Todo lo que he dicho son mensajes institucionales, no del general Balza. Con lo cual, esto no termina con el general Balza. Era una necesidad. Estábamos convencidos de que teníamos que dar una respuesta a la sociedad, porque merecía nuestro respeto.

P. No es habitual que un general, y menos en América Latina, haga una profunda autocrítica por los abusos cometidos por sus fuerzas.

R. Todo lo que dije e hice más tarde lo fui madurando a partir del grado de teniente coronel y coronel. Llevo 48 años de servicio. Viví y sufrí las vicisitudes de la participación del Ejército en la política. Vi muchas cosas. Creo que el Ejército se apartó de su rol en muchas oportunidades. Así lo viví en 1955, siendo cadete, cuando se bombardeó la plaza de Mayo con cientos de muertos, vi interrumpir el orden constitucional, quebrar el Estado de derecho, derrocar a presidentes a los cuales respeté y admiré, como el doctor Frondizi, por ejemplo. Así se llegó al año 1976. Aquel año no sólo hubo un golpe de Estado y se destruyó el Estado de derecho, sino que hombres formados para respetar ciertos valores éticos violaron los derechos del hombre, del ciudadano. Se privó una vez más a la población del derecho de elegir y ser elegido, se violentaron conciencias y se cometieron actos realmente indignos. Subrayo la diferencia entre otros golpes y el último, y recalco la palabra último, porque nunca más volverá a ocurrir algo parecido. Pero ocurrió.

P. Usted ha pedido perdón en nombre del Ejército por gravísimos atropellos a la dignidad humana cuando era un simple oficial. Al otro lado de la cordillera hubo un general, hoy detenido en Londres, que jamás ha dado la más mínima muestra de arrepentimiento por los delitos cometidos cuando él era el jefe supremo de Chile.

R. No voy a hacer comentarios sobre otros países ni sobre ejércitos de países hermanos con los cuales tenemos hoy una excelente relación en todos los sentidos, no sólo Brasil, sino también Uruguay, Bolivia y también con Chile. A mí el presidente me nombró jefe del Estado Mayor del Ejército argentino. Tuve que dar una respuesta institucional. Porque la institución se sentía afectada por lo que se había hecho en nombre del Ejército. No me interesa lo que hagan otros, dentro o fuera de nuestro país.

P. El paso que ha hado el Ejército argentino, ¿es una garantía de que no volverá a ocurrir lo que su país padeció? En otras palabras, ¿qué falta en Argentina para que termine de una vez por todas el recelo o divorcio entre el Ejército y la sociedad?

R. Creo, diría que estoy casi convencido que el recelo al que usted se refiere no existe, que está definitivamente superado. Viajo mucho por todo el país y compruebo que la recomposición con la sociedad está lograda. Ahora bien, en cuanto a la cicatrización definitiva de heridas eso es otra cosa, porque en esto participan esencialmente los afectados. Esto tardará tiempo en cicatrizar. La imagen del Ejército ha cambiado radicalmente. En 1984 , ocupábamos el último lugar. Lo podía apreciar en mis contactos con la población. Era muy duro sentir el desprecio. Sufríamos mucho. Hoy, muchos militares viejan en colectivo o en metro de uniforme, la gente les respeta y les saluda. Qué duda cabe que quedan algunos sectores recalcitrantes, nostálgicos de un pasado que fue, que no vuelve y que está condenado por la sociedad.

P. ¿Cuáles son los ejes del cambio producido en el Ejército?

R. El presidente Menem me confió en el cargo, en el cual me sentí respaldado en todo momento, en una relación de subordinación, comprensión, apoyo, respeto mutuo y hasta de afecto. Esa relación que no se había dado con un jefe del Estado Mayor fue muy importante. A finales de 1991 hicimos una autoevaluación. ¿Dónde estábamos? Teníamos una situación educativa deficiente, la influencia negativa de la participación en política, la derrota de Malvinas, un mando autocrático. Hicimos una autocrítica y esbozamos las ideas rectoras de cara al próximo siglo: respeto irrestricto a las instituciones de la República y a los derechos humanos, cambio del sistema educativo del Ejército -el futuro del Ejército está en la educación; el del país, también-, participación masiva de la mujer; llovieron las críticas -"Balza está destruyendo el Ejército", decían algunos-. Hoy el 12% de los soldados son mujeres. Decidimos abrirnos al mundo con las misiones de paz, 12.000 de nuestros hombres han participado en ellas, nos conoció el mundo con una imagen distinta, de un ejército profesional y respetuoso. Y se recompuso la relación con los ejércitos de la región y con el Reino Unido.

P. ¿Fue la derrota en la guerra de las Malvinas una de las claves del cambio del Ejército?

R. La lección más importante de Malvinas es haber internalizado para siempre las instituciones de la República. Nunca más en algo ajeno a nuestra profesión. Ésta es la gran lección de Malvinas. La otra gran lección fue el cambio en el ejercicio del mando. Predicar con el ejemplo. Las palabras convencen, los ejemplos arrastran. Yo era teniente coronel en Malvinas. La guerra desnuda a los falsos líderes, a este mando formal, lejano, impersonal, autocrático y despectivo. Ese mando fue enterrado en Malvinas. Para el Ejército argentino hay, sin duda, un antes y un después de Malvinas, del mismo modo que para el Ejército de Estados Unidos hay un antes y un después de Vietnam.

P. ¿Qué siente usted cuando ve a hombres como Videla y Massera en arresto domiciliario?

R. No lo veo, no he tenido oportunidad de verlos. Los comandantes o tenientes coroneles de hoy cuando salieron de la escuela militar no conocieron a los nombres que usted menciona, porque ya no estaban en el Ejército. De manera que la mayoría de militares en activo no vivió ese pasado.Yo aspiro a que en un plazo de 10 años lo que se recuerde sea al Ejército argentino y no a un determinado general. La institución será muy fuerte cuando un general no sea noticia.

P. ¿Y si mañana apareciera un nuevo líder populista, que llega al poder por las urnas y trata de arrastrar al país a una nueva aventura?

R. No hay que olvidar el pasado, hay que superarlo. No olvidamos el pasado, pero hemos trazado ideas rectoras para superarlo. Y es cierto que la sociedad ha madurado mucho. Hoy nadie iría a golpear la puerta de los cuarteles. Por convicción y porque nadie atendería el requerimiento.

P. ¿Le molesta que un juez español siga incriminando a militares argentinos?

R. Me limito a la posición asumida por el Gobierno, que es muy clara al respecto.

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