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Reportaje:

Greenpeace alerta sobre la expansión de las madereras en la Amazonia brasileña

Ocho compañías extranjeras han adquirido en cuatro años más de dos millones de hectáreas

Un informe presentado la semana pasada por la organización de defensa del medio ambiente Greenpeace afirma que en los últimos cuatro años ocho empresas extranjeras han adquirido una superficie forestal de 2.380.716 hectáreas -equivalente a algo más que la superficie de la Comunidad Valenciana- en los Estados brasileños de Pará y Amazonas, situados ambos en el corazón, hasta ahora virgen, de la Amazonia. Estas ocho multinacionales tienen ya capacidad para obtener alrededor de 1,5 millones de metros cúbicos de troncos anuales. Y puede decirse que acaban de llegar.

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Consumidores responsables

Los especialistas de la organización ecologista consideran que los próximos años serán definitivos, en uno u otro sentido, para los bosques tropicales amazónicos. La principal amenaza, afirman, sigue siendo la explotación de madera, asociada al 72% de los puntos críticos de deforestación en la selva, dado que al entrar a por madera se abren vías a otras formas de destrucción: incendios, cultivos agrícolas, explotaciones ganaderas, nuevas carreteras, etcétera. La llegada masiva de empresas multinacionales madereras a la Amazonia brasileña preocupa mucho a los defensores del medio ambiente.

Evitar el desastre

"Por una vez estamos a tiempo de evitar el desastre", alerta Mario Rodríguez, responsable de bosques de Greenpeace. La organización no gubernamental no se fía de los datos oficiales disponibles, pero parece que los gigantes madereros de momento sólo extraen un tercio de los troncos que podrían cortar. Si las empresas encuentran un mercado exterior ansioso de consumir maderas de calidad, el futuro de la selva podría ser fatal. La primera multinacional en llegar a los bosques de Brasil fue la japonesa Eidai, en 1973, pero el auténtico desembarco se ha producido en los últimos cuatro años, sobre todo de compañías llegadas de Asia, de Estados Unidos y de Europa. Ahora son 16 las multinacionales que trabajan en la zona, compran parcelas de selva y absorben pequeñas y medianas compañías brasileñas, formando un complejo entramado empresarial.

¿Por qué entran ahora, y no antes? Sobre todo, comentan los autores del estudio, porque la Amazonia brasileña contiene actualmente un tercio de los bosques tropicales que quedan en el mundo, una vez que se han agotado los recursos forestales del sureste asiático y de África central y occidental.

El informe de Greenpeace afirma que la mitad de esa gran reserva biológica del planeta está en peligro. Sólo en 1997 se vio afectado un millón y medio de hectáreas de bosque primario, y la contribución de los bosques amazónicos a la producción total de madera brasileña ha crecido en dos décadas del 14% al 85%. Rodríguez apunta otro dato desalentador: "Sólo se aprovecha un tercio de la madera cortada, el resto se tira".

El Gobierno de Brasil reconoce que el 80% de la madera que se extrae de sus bosques se corta ilegalmente, pero se siente incapaz de tomar medidas efectivas para evitarlo. El Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA), encargado de hacer cumplir la legislación forestal, dispone de un vigilante por cada 600.000 hectáreas de selva.

Ayuda internacional no falta, ya que Brasil dispone de unos 53.000 millones de pesetas gracias al PPG-7 (proyecto piloto del G-7 para la conservación de los bosques tropicales brasileños), financiado por los países del G-7, la UE, Alemania y el Reino Unido.

Sin datos claros

Sin embargo, la invitación al pesimismo está servida: a la mala fama de la mayoría de estas multinacionales que ahora operan en Brasil, justificada por su actuación precedente en otros países, se une la enorme dificultad de contar con información transparente y datos claros. Aunque sólo tienen permiso para cortar el 3% de la madera extraída de la zona, la producción real de estas empresas ronda el 12% -adquieren madera de otros territorios a empresas más pequeñas- y recaudan cerca del 50% de las exportaciones, unos 22.140 millones de pesetas al año.

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