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"Sancho es como nosotros, Quijote es lo que querríamos ser", dice Vargas Llosa

El escritor interviene en la Academia en un encuentro con mecenas de la institución

La Academia abrió ayer sus puertas a casi 1.800 benefactores, los miembros de la Fundación Pro Real Academia, empresas, instituciones y personas que desde 1994 financian las actividades de la institución (han aportado en este tiempo 604 millones de pesetas). La Academia agradeció esa ayuda con palabras, hablando de literatura. Mario Vargas Llosa, flamante premio Ortega y Gasset, habló sobre ficción y realidad, contó cómo Cervantes creó en la gente la necesidad de creer en otra vida, "soñada, deseada, fantaseada": "Sancho es como nosotros. El Quijote es lo que querríamos ser".

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Feliz y orgulloso por la recientísima noticia del Premio Ortega y Gasset, y tras calificar el periodismo escandaloso (el sujeto del artículo premiado) como una realidad de nuestro tiempo ante la que no hay escapatoria, "como un perverso hijastro de la cultura de la libertad", Vargas Llosa departió en la antesala de su conferencia, Cervantes y la ficción, con académicos, periodistas y amigos, entre felicitaciones y parabienes. Tranquilo y comedido, el escritor se refirió a ese tipo de periodismo amarillo como un fenómeno inquietante, que tiene su origen en un problema cultural, "la búsqueda inmediata y a cualquier precio de la ligereza, de la información como mera diversión y entretenimiento dirigida a los más bajos instintos". "Otra cosa muy distinta a esa diversión frívola y dañina es el sentido del humor", añadió, "porque el buen periodismo debe siempre entretener e informar a la vez".

Tomando un modesto vaso de agua, y atendiendo solícito los requerimientos del director de la Academia, Víctor García de la Concha, Vargas Llosa tuvo tiempo hasta de bromear con la galantería de Zamora Vicente hacia las damas, mientras el que fue su director de tesis en la Complutense hilaba cometa con una periodista.

Ese rato previo al acto de reconocimiento a la fundación sirvió probablemente para que el escritor hispanoperuano superara el trauma sufrido por la mañana: el ordenador se colgó y le hizo sudar horrores para rematar la escritura de su conferencia.

La avería le obligó finalmente a subir al estrado con el texto medio escrito a mano y sin corregir, pero su experiencia de profesor y su envidiable pulso de narrador oral redujeron la ingobernable caída del ordenador a la condición de incómodo susto.

El premio Cervantes explicó con largura y claridad a los patronos y miembros de la fundación todo lo que quería decir sobre Cervantes y el Quijote: elogió las mentiras literarias como imprescindibles para vivir, denunció las presuntas verdades ideológicas como dañinas para entender la realidad, viajó en el tiempo con el héroe y con su antítesis, jugó con ficción y realidad y sostuvo que el progreso es un producto de los sueños.

"La ficción nace con El Quijote. A partir de ahí, los lectores sienten la necesidad de aumentar su vida normal con la fantasía, con la vida soñada, con la literatura. Cervantes es crucial por eso, pero no sólo por eso. También por la forma en que modifica la realidad. El Quijote es el prototipo de lo que nos pasa a los que creemos en los sueños y la fantasía, a los que sentimos que queremos enriquecer nuestra vida real con la ficción y con la imaginación, a los que necesitamos ese mundo alternativo de mentiras maravillosas para seguir adelante.

Soñadores para avanzar

Claro que el Quijote enseña también los peligros de creerse esas mentiras a pies juntillas: la locura, la marginación, la sequedad de los sesos... "Sí, es un rasgo de temeridad, de audacia, que te suele conducir a la derrota, al fracaso, pero sin soñadores así no hubiéramos avanzado nada. Gracias a los que se negaron a aceptar la realidad hemos podido evolucionar. El progreso ha sido en gran parte consecuencia de la fantasía y del sueño". "El Quijote es lo que quisiéramos ser. Todos querríamos ver gigantes en vez de molinos de viento, pócimas de colores preciosos en tinajas vacías... Quijote es el héroe, la imaginación, el vuelo. Sancho es el pobre hombre, el que somos todos los días. No busca ese alimento complementario, ese vivir las mentiras, de las mentiras. Éste es un mundo que más bien nos enriquece. Sólo hace daño cuando se presenta como una verdad absoluta, cuando se obliga a la gente a creerlo a la fuerza, que es lo que pasa en las sociedades cerradas. Las mentiras de la literatura no mienten, no engañan. Las verdades que pretenden ser históricas dañan la comprensión del mundo.

Vargas Llosa considera que la riqueza de la literatura consiste en que "nos expresa íntimamente, nos ayuda a saber lo que nos gustaría ser. Se expresa en fantasías y nos presenta a alguien que vive tal y como quiere ser. Ese alimento no lo da nunca la política. La realidad nunca es un sueño".

Para el escritor hispanoperuano, el Quijote ha pasado a representar toda nuestra cultura, se ha convertido en un símbolo equiparable al que construyeron Shakespeare o Dante, "porque todo está en él".

"No es sólo un prodigio de riqueza lingüística, sino un prototipo de un ser humano en el que todos reconocen algo suyo. Es un libro que nos revela eso que sólo se ve con la imaginación. Su dominio es inmenso, pero además nos muestra todo lo que podemos crecer".

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