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El CSIC propone usar plantas transgénicas para descontaminar el valle del Guadiamar

Los científicos harán esta semana el primer ensayo sobre el terreno con cultivos autóctonos

Alejandro Bolaños

Los mapas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestran el valle del Guadiamar salpicado de colores ocres: es el rastro tóxico del vertido, más de diez meses después de la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar. En una entrevista concedida a EL PAÍS, el presidente del CSIC, César Nombela, propone el uso de plantas modificadas genéticamene, transgénicas, para que absorban los metales tóxicos. Su concentración (un 68% de arsénico y un 47% por zinc) "no es alarmante, pero sí significativa", dice Nombela. Esta semana se iniciarán los ensayos con plantas autóctonas.

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En los mapas elaborados por la Universidad de Granada para el CSIC, la gama de colores va del amarillo pálido a un rojo oscuro. Es en las zonas ubicadas al principio y al final del cauce (alrededor del 15% de las 4.000 hectáreas afectadas), donde el arsénico en el suelo alcanza valores que quintuplican el umbral de contaminación. "La concentración de arsénico es muy significativa porque se halla en suelos ácidos en los que su movilidad es mayor, lo que facilita su filtración", advierte Nombela.Los científicos, los técnicos y todos aquellos que han trabajado para borrar las huellas del vertido, se han pasado diez meses con un ojo en el suelo y otro en el cielo. La ausencia de lluvias ha contribuido a mitigar el problema, pero el peligro, en forma de metales pesados sigue ahí, acechando Doñana. Por eso, "lo primero es usar enmiendas químicas" (como cal o tierras ricas en óxido de hierro) para "fijar los contaminantes", dice el presidente del CSIC. Pero, reconoce, el dilema viene después, sobre todo con el arsénico: "Hay nula experiencia en restauración de suelos con este contaminante".

Medio centenar de especialistas en contaminación de suelos se reunieron en enero en Sevilla para analizar lo que Nombela califica de "una catástrofe inédita por la extensión y naturaleza de los residuos vertidos".

Ecologistas en contra

Una de las conclusiones de aquél foro fue que sería necesario diseñar organismos especializados, plantas transgénicas [que incorporan genes de otros organismos] para descontaminar el Guadiamar. Una diagnóstico que suscitó el rechazo de las asociaciones ecologistas y el recelo de los técnicos de la Junta de Andalucía. "No creo que haya que renunciar a eso, me niego a oponerme por principio", sostiene el coordinador del grupo de expertos, César Nombela, quien asegura que esa "línea de investigación está abierta y sigue adelante".Nombela argumenta, ante la oposición ecologista, que "la metodología de estas técnicas incorpora la valoración científica de impacto en el medio ambiente" y resalta "lo accesible que resulta ahora estudiar las bases genéticas y los mecanismos moleculares". Aún así, el salto de las plantas transgénicas del laboratorio a los suelos contaminados será una realidad a "medio plazo". Entre otras cosas porque los científicos del CSIC pueden haber encontrado la solución muy cerca, en el mismo valle del Guadiamar.

"Los resultados son ciertamente llamativos, aún encontrándonos en una fase preliminar". Nombela hace referencia a los ensayos que durante estos meses han tenido lugar en los laboratorios del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba, que depende del CSIC. Allí fueron a parar algunas de las plantas que rompieron la costra de lodos tóxicos y crecieron en el valle del Guadiamar tras el vertido. Los científicos han encontrado que algunas especies autóctonas han desarrollado una gran capacidad de acumulación de arsénico.

En laboratorio se han seleccionado las más adecuadas: las que más acumulan metales y las que tienen más tamaño. "Ahora hay que hacer un ensayo de campo con una siembra controlada para comprobar en qué medida extraen el contaminante en condiciones naturales", indica Nombela quien adelanta que los primeros ensayos comenzarán esta semana -"pediremos autorización a la Junta de Andalucía" -, en media hectárea de suelo contaminado. "Si no nos atrevemos a decir cuánto tiempo va a llevar la regeneración es por algo", explica el presidente del CSIC, quien está seguro de que es posible.

Siembra inmediata

Los cálculos de los científicos -los más optimistas hablan de entre tres y cinco años-, están condicionados a la rapidez con la que se inicie la siembra masiva de plantas acumuladoras, una vez comprobada su eficacia en la extracción de contaminantes. Cuanto antes se inicie la regeneración, menor será la presencia de metales pesados en las cadenas de alimentación de plantas y animales."La contaminación afectó enormemente a los peces del Guadiamar", recuerda Nombela quien, sin embargo, resta importancia a la información que publicó La Vanguardia hace una semana en la que se aseguraba que el 40% de los gansos (40.000 ejemplares) que invernan en Doñana volverán envenenados a sus países de origen. "Para tener una evaluación precisa necesitamos más análisis. Si esos niveles letales fueran verdad, muchas aves estarían muertas, y no me han informado de que haya aumentado la mortalidad", precisa.

Nombela confía en que la proporción de plantas acuáticas afectadas sea pequeña: el noveno informe realizado por el CSIC, realizado en noviembre, estimaba en un 5% las aves que morirán como consecuencia del vertido. "Para comprobar si la intoxicación tendrá efectos en la fertilidad de las aves hace falta estudios muy elaborados", indica el científico. Y asegura: "Cuando esté claro lo divulgaremos, como hemos hecho siempre".

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