Una fortuna por un puñado de genes
La sociedad DeCode Genetics, que reina sobre el patrimonio hereditario de los islandeses, ya ha dedicado a sus trabajos de investigación más de 4.000 millones de pesetas. Hoffmann- La Roche, importante empresa farmacéutica con sede en Suiza, se ha comprometido a entregarle en cinco años más de 26.000 millones de pesetas, a cambio de lo cual obtendrá la explotación en exclusiva de los datos obtenidos sobre una docena de enfermedades graves (esquizofrenia, enfermedad de Alzheimer, afecciones cardiovasculares, enfisema, etcétera). ¿Una fortuna por un puñado de genes? Sí, porque si existen, estos últimos podrían reportar aún más beneficios. Con ocasión de los debates en el parlamento de Reykjavik, más de un político ha expresado la esperanza de que el banco de DeCode se convierta para Islandia en lo que el petróleo del mar del Norte es para Noruega.Tal es hoy en día el poder potencial de la genómica: permitir elaborar, en un futuro, nuevos blancos terapéuticos.En la actualidad, la mayoría de los medicamentos actúa sobre blancos omnipresentes (enzimas, receptores, canales iónicos), implicados también en el desarrollo de otras y múltiples enfermedades. Para curar, hay que apuntar lejos y dar de lleno. Si se consiguen delimitar lo mejor posible los mecanismos moleculares de una enfermedad, será posible seleccionar con precisión los blancos terapéuticos. Se podrá también dar menos fuerte y con más precisión y reducir así los efectos secundarios.
Básicamente, este procedimiento está dando sus primeros pasos. Por mucho que se identifiquen los genes responsables de la miopatía de Duchenne y de la muscoviscidosis, todavía no se ha podido ultimar ningún tratamiento, a pesar de los esfuerzos de investigación, para luchar eficazmente contra estas enfermedades tan graves. Pero los especialistas son tajantes: los medicamentos del mañana pasarán por el conocimiento íntimo de los genes implicados, de cerca o de lejos, en la mayoría de las enfermedades. De esta forma, la industria farmacéutica, que ha vivido durante mucho tiempo en la era de la química, ha entrado imperceptiblemente en la de la biología. Pero los riesgos de la mala utilización de la información genética empiezan ya a aparecer. Cuando se generalicen las pruebas genéticas el cliente potencial de una aseguradora sanitaria privada puede ver cómo se le pide una batería de pruebas cuyos resultados dictarán la cantidad que debe pagar. En Europa, los precedentes de esta situación se ven en el Reino Unido, donde las aseguradoras han planteado formalmente el establecimiento de reglas del juego en este campo: la aseguradora no podría obligar a un cliente a someterse a pruebas genéticas; el cliente que, de todas formas, hubiera hecho estas pruebas, debería comunicar los resultados a su aseguradora antes de renovar la póliza. Si ésta excede de cierta cantidad, la aseguradora sería libre, en caso de existir, por ejemplo, una tendencia genética a una enfermedad grave, de aumentar la prima o rechazar al asegurado. Una rama de la medicina en emergencia, la medicina predictiva aplicada al trabajo, tiene buenas intenciones pero también el peligro de utilizarla para discriminar a los trabajadores en función de su genética.
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