Fernando Lázaro Carreter califica de «total» la edición del "Quijote" dirigida por Francisco Rico
El libro pretende recuperar el texto tal y como fue escrito por Cervantes
En 1605, un hidalgo de La Mancha decidió hacerse caballero andante. Limpió las armas de sus bisabuelos, buscó una dama de quien enamorarse y se lanzó a la aventura a lo largo de ese libro, el Quijote. Acaba de publicarse, dirigida por Francisco Rico, una edición crítica de la obra maestra de Cervantes. Fernando Lázaro Carreter, director de la Real Academia Española, habló ayer en la presentación de la obra de una «edición total», que aparece en dos tomos con un CD-ROM.
Fernando Lázaro Carreter, que también participa como colaborador en este Quijote -suyo es el excelente estudio preliminar-, subrayó el enorme trabajo que ha supuesto intentar servir la obra de Cervantes «tal como salió de las manos del autor», allá por 1604. Y es que ése es, en definitiva, el desafío de una edición crítica: el de ir limpiando las incorrecciones que se fueron incorporando al texto original en sus sucesivas ediciones -incluso en la primera-. En este caso, según Lázaro Carreter, ha sido además una «edición orquestal» dirigida por la batuta «vigorosa y sabia» de Francisco Rico. Un reducido grupo de académicos, profesores y periodistas siguió las palabras de Fernando Lázaro Carreter en la presentación de este Quijote , que se celebró en un restaurante de Madrid. Francisco Ayala, Camilo José Cela, Emilio Lledó, Domingo Ynduráin, Luis María Anson, Ángel Martín Municio o Eduardo Arroyo -responsable de la viñeta de la portada del libro-, entre otros, escucharon también poco antes algunas claves para poder navegar por el Quijote gracias al CD-ROM que se ofrece junto a los dos volúmenes de esta edición.
La urgencia de escribir
Contó Lázaro Carreter, en el breve texto en el que desgranó las cuitas de esta edición, que el oficio de escribir era para Cervantes su medio de vida y que, por tanto, publicaba incesantemente. Con tanta urgencia, acaso, que de los manuscritos no ha quedado ninguno, y que de Cervantes sólo se ha conservado lo que se imprimió. Y es ahí donde cobra sentido la empresa acometida por este Quijote , ya que durante el proceso de edición se cometían entonces un sinfín de errores, que son los que, tal vez, hacen incomprensibles o incongruentes algunos pasajes del libro. Lázaro Carreter destacó la voluntad del Quijote de Francisco Rico por hacer una «exégesis literal y no interpretativa» del texto, al tiempo que subrayó los otros aciertos de esta edición: las minuciosas anotaciones a pie de página -realizadas por Joaquín Forradellas-, que despejan las dudas más inmediatas de cualquier lector atento; la abundante erudición que se incorpora en el volumen complementario, en el que participan los más reputados cervantistas; y, por fin, todo el aparato de ilustraciones, que invitan al lector a familiarizarse con los pertrechos del caballero o con la topografía de los lugares que visita, entre otras cosas. Publicado por el Instituto Cervantes y la editorial Crítica, este Quijote aparece en dos volúmenes: uno recoge las dos partes del texto cervantino y el otro toda la información complementaria -ensayos, notas, ilustraciones-.Y luego está el CD-ROM. Fue Patrizia Campana -«uno de mis tres brazos derechos en esta empresa», comentó Francisco Rico- quien abrió los misterios de la tecnología para ese reducido grupo de amantes de la letra impresa y demás compañía. Escribió desde su ordenador «adarga» en la enorme pantalla que presidía la reunión, y al rato apareció el número de veces que aparece en el Quijote. A través de otro sencillo paso se pudieron observar los contextos en que aparecía e, incluso, se la convocó junto a la palabra «lanza». Francisco Rico señaló que, en los tiempos que corren, es imprescindible aportar una herramienta como el CD-ROM para quien necesite profundizar en la manera de trabajar de Cervantes y para quien se vuelque en el texto con afanes filológicos. Fueron sucediéndose las explicaciones sobre los distintos caminos que ofrece el programa para navegar por el Quijote y, al cabo, la asistencia comprobó que en las tres ocasiones en que en el libro aparecen cerca las palabras «ausencias» y «Dulcinea» resulta que Don Quijote está llorando.
La tarea de editar no es muy diferente que el oficio de hacer botijos, vino a decir Francisco Rico. «El único problema es que hay que saber hacerlos». Conocer el barro, el tiempo de cocción, todos esos detalles que definen un trabajo artesanal. En el trato con los clásicos es fundamental conocer la manera en que sus obras se imprimieron en su tiempo y, a partir de ahí, intentar corregir los errores que se pudieron cometer. En esa empresa se han volcado quienes han trabajado en este Quijote. Y, a estas alturas, resulta que de nuevo un hidalgo de La Mancha quita el moho de las armas de sus bisabuelos, bautiza a su rocín con el nombre de Rocinante y se lanza al mundo en busca de aventuras.
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