Los tesoros submarinos, a punto de explotación
Empresarios australianos reclaman las chimeneas termales ricas en vida y en minerales
, Los manantiales volcánicos de las profundidades marinas son oasis de oscuridad repletos de camarones ciegos, gusanos gigantes con forma de tubo y otras extrañas criaturas, a veces lo suficientemente abundantes como para rivalizar con el caos de las selvas tropicales. Y son viejos. Los científicos que los estudian dicen que estos peculiares entornos, descubiertos por primera vez hace dos décadas, pueden haber sido la cuna de la vida en la Tierra, lo cual les convierte en el centro de una nueva ola de investigación sobre la evolución. En la actualidad, un momento que expertos de diversas categorías han temido y deseado durante años, los mineros están empezando a invadir las fuentes termales, y posiblemente abonan el terreno para la última gran batalla entre el desarrollo industrial y la conservación medioambiental.
Los respiraderos submarinos son ricos no sólo en vida, sino también en valiosos minerales como el cobre, la plata y el oro. Efectivamente, sus chimeneas humeantes y bases rocosas son prácticamente fundiciones de metales preciosos. Por ejemplo, los filones de cobre de Chipre, explotados desde los tiempos de las ciudades-estado griegas, no son más que una concentración de metal impulsada fuera del mar por fuerzas geológicas.
Los yacimientos de oro submarino han dado rienda suelta durante mucho tiempo a la imaginación de muchos científicos y economistas, pero no han sido explotados porque era difícil extraer los depósitos rocosos desde una profundidad de un kilómetro y medio o más. Sin embargo, ahora, los mineros reclaman por primera vez su derecho a esos depósitos de metal tras hallar las menas más ricas jamás descubiertas. El valor aproximado del cobre, la plata y el oro del yacimiento del Sur del Pacífico es de hasta miles de millones de dólares. Pero los expertos en medio ambiente quieren proteger el exótico ecosistema prohibiendo o limitando estrictamente la minería.
Es el presente
Sylvia A. Earle, destacada bióloga marina y exploradora de los fondos oceánicos, ha dicho acerca de los intentos de explotar las zonas volcánicas marinas: «Esto siempre ha sido parte de algún momento del futuro. Ahora es el presente».La solicitud de explotación minera fue presentada por Nautilus Minerals Corporation, una empresa dirigida por empresarios australianos en cooperación con científicos del Gobierno de Australia. A finales de 1997, obtuvo los derechos sobre cerca de 3.200 kilómetros cuadrados de las aguas territoriales de Papúa Nueva Guinea y, ahora, está explorando la región en busca de tesoros volcánicos.
La empresa tiene previsto empezar a extraer muestras preliminares de 10.000 toneladas en los próximos dos años y comenzar la explotación comercial en los próximos cinco, si las profundas fuentes termales resultan tan amplias y ricas como indican los estudios preliminares. Las muestras de menas son de hasta un 26% de cinc y un 15% de cobre, con siete onzas de plata y alrededor de una onza de oro por tonelada, cifras muy generosas en comparación con las terrestres. A. Geoff Loudon, presidente de la empresa, dijo en una entrevista acerca del descubrimiento: «Tiene implicaciones a nivel mundial».
Los expertos dicen que Japón, líder mundial en la exploración submarina, está trazando el mapa de las regiones volcánicas del fondo del mar de sus aguas con vistas a explotarlas. Esos tesoros son especialmente atractivos para un gigante del sector con pocos recursos minerales en la superficie. «Es una nación con escasos recursos en lo que a terreno se refiere y ve su futuro bajo el océano», afirma Peter A. Rona, geólogo marino de la Universidad de Rutgers (EE UU) que fue de los primeros en explorar fuentes termales volcánicas. Otra institución pionera fue el instituto oceánico de Woods Hole (EE UU), que sigue estudiando las chimeneas volcánicas en diversas partes del mundo.
A los expertos les preocupa que, a pesar de la abundante investigación sobre cómo puede afectar la extracción de minerales y metales de los depósitos volcánicos a las plantas y animales, los futuros mineros puedan repetir algunos de los abusos y tragedias ecológicas del pasado que amenazan las minas de la superficie.
Vida rebosante
Según Rona, «los mayores problemas son de tipo medioambiental. Se trata de un ecosistema muy delicado y una reserva genética que acabamos de empezar a conocer en lo que se refiere a la evolución de la vida. Todos y cada uno de estos yacimientos son preciosos». El primero fue descubierto en 1977 en la costa de las Islas Galápagos, donde se descubrió que la oscuridad del mar rebosaba vida. Camarones rojos, cangrejos blancos y pequeñas langostas se movían por allí a toda velocidad. Grandes peces rosados pasaban contoneándose. Pálidas anémonas marinas lucían largos tentáculos y enormes almejas mostraban un blanco inmaculado sobre el fondo de negra lava. Cientos de mejillones pardos estaban adheridos alrededor de las fuentes en tal cantidad que sus cuerpos canalizaban el agua reluciente.Las más extrañas de todas eran unas criaturas con aspecto de serpientes que se erguían verticalmente formando largos tubos, agrupados en densos matorrales. Las partes superiores de color rojo brillante sobresalían de los tubos blancos como barras de labios. Los gusanos con forma de tubo no tenían ojos, ni boca, ni medios evidentes de locomoción o ingestión. Simplemente estaban allí como extraterrestres de otro planeta.
Con el tiempo, los científicos se dieron cuenta de que lo que daba vida a estos profundos ecosistemas no era la luz del sol, sino el calor y las sustancias químicas del interior del planeta. En la superficie y en el mar, las plantas captan la energía del sol mediante fotosíntesis y esa energía es transmitida a los animales, incluidos los humanos, cuando las ingieren. Pero en los ecosistemas oscuros, las plantas y los animales proliferan gracias a sustancias químicas como el ácido sulfhídrico, un fuerte veneno para los seres vivos de la superficie que huele a huevos podridos.
A medida que se descubrían montones de seres desconocidos en las profundidades de todo el mundo, los científicos plantearon la teoría de que la vida pudo surgir en las fuentes volcánicas, alimentada por una constante dieta de sustancias químicas calientes y protegida de los meteoritos y las ráfagas de radiación del espacio exterior que azotaban la superficie del planeta en sus primeros días.
Después, los científicos descubrieron que en las aguas calientes proliferaban microbios cuyos cianotipos indicaban que eran la forma de vida más primitiva de la Tierra y que descendían de los primeros habitantes del planeta.
A principios de los años ochenta, la situación se complicó políticamente cuando se descubrió que los cimientos de los ecosistemas de la oscuridad contienen oro y otros metales preciosos. Las concentraciones eran mucho mayores que las de los nódulos de manganeso que abundan en los fondos marinos de todo el mundo y desencadenaron por primera vez los sueños de la explotación minera de las profundidades, sin que resulte rentable explotarlos.
El nuevo fulgor provenía de las grietas volcánicas que se descubrió que se extendían por el fondo del mar a lo largo de más de 64.000 kilómetros. Se cree que cientos y quizá miles de ricos depósitos se han desarrollado encima de ellas al filtrarse el agua hacia arriba a través de rocas calientes, chocar contra la gélida agua marina y, por precipitación, formar extraños montículos adornados con metales preciosos.
Fascinada ante la perspectiva de nuevas riquezas, la Administración de Reagan intentó en 1983 y 1984 engatusar al sector para que explotase una región volcánica en la costa Oeste de EE UU. Pero eso provocó alaridos de protestas por parte de los expertos en medio ambiente que lo tacharon de una catástrofe de muerte y contaminación de la zona costera y los ecosistemas inexplorados de las fuentes termales. Jack Dymond, geoquímico que trabaja en la Universidad Estatal de Oregón (EE UU) que ayudó a descubrir el lecho marino volcánico, pidió cautela. «Algunas personas creen que estos organismos son como algas», ha comentado. «Pero yo no. Yo creo que forman unas áreas extraordinariamente hermosas que deben ser conservadas como parques naturales». Al final, el sector no mostró interés en el plan de Reagan por considerarlo demasiado arriesgado, especulativo y polémico.
En la actualidad, más de una década después, las repercusiones de aquella primera refriega todavía tienen eco entre la desunida comunidad de activistas y académicos del mar cuando Nautilus se prepara para explotar las profundidades de la costa de Papúa Nueva Guinea. Los expertos en medio ambiente son partidarios de prohibir totalmente la explotación del fondo marino o de regularla minuciosamente. Earle, ex científico jefe de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA), ha dicho que una parte considerable del yacimiento de Nueva Guinea debería ser declarado no apto de explotación para conservar las especies poco comunes y dar a los científicos oportunidad de evaluar el alcance de los cambios en el oscuro hábitat.
Pero los mineros dicen que algunos descubrimientos recientes favorecen sus intereses. Por ejemplo, las densas acumulaciones de seres vivos resultan bastante transitorias, ya que aparecen y desaparecen con las ráfagas esporádicas de calor volcánico. Algunos de los campos de chimeneas de la costa de Papúa Nueva Guinea son fríos y estériles, y carecen de la proliferación de criaturas que caracteriza los campos vivos. Al abarcar estos depósitos fríos, así como los calientes, Nautilus espera hacer lo que nadie ha hecho antes en el fondo del mar: amasar una fortuna en oro, plata y cobre.
Microbios valiosos
Pero algunos expertos afirman que las grietas volcánicas que hay allí también albergan un tesoro de seres vivos que podrían hacer que los mineros tuvieran un gran interés en mantener parte de los animales en un estado lo más perfecto posible. Los poco comunes microbios que habitan en las zonas calientes tienen partes de su organismo que aceleran la revolución biotecnológica y que hacen ricos a algunos industriales. En efecto, estos organismos unicelulares valen mucho más que su peso en oro. Sus enzimas resistentes al calor son utilizadas en reacciones en cadena de polimerasa, una piedra angular de la ingeniería genética. El cultivo de microbios se está acelerando en todo el mundo y podría convertirse en un problema en Nueva Guinea.Este tipo de cálculos decepciona a los ecologistas que afirman que los hábitats son mayores que la suma de sus partes. «Tienen un valor intrínseco que va más allá de que se puedan o no vender a las empresas farmacéuticas», dice Dymond. Algunos grupos de expertos en medio ambiente están presionando para la creación de programas destinados a proteger grandes áreas de fondo marino oscuro de las actividades mineras, de la explotación y de la pesca.
Este es el objetivo de World Conservation Union, una sección de Naciones Unidas, y de su Proyecto de Alta Mar que intenta establecer un sistema internacional de áreas protegidas en la superficie y debajo de ella. Maxine E. McCloskey, director del proyecto, comenta sobre la empresa de Nueva Guinea: «Añade una mayor urgencia a nuestro trabajo».
Los exploradores de las profundidades marinas ya han delimitado, por consenso informal, una zona protegida en el este del Pacífico, donde una profunda grieta volcánica da lugar a una torre de lava de una altura de un edificio de tres plantas. La torre está rodeada de gusanos con forma tubular, densamente agrupados y dispuestos con los penachos rojos orientados al exterior con aspecto de flores. Los científicos prometieron mirar pero no tocar.
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