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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Callejón sin salida

EL ÉXITO de la huelga general realizada ayer en las comarcas olivareras demuestra que el sector considera radicalmente inasumible la reforma planteada por el comisario Fischler. Y también que, tras dos años de conflicto, se ha avanzado muy poco en la comprensión europea de los problemas que plantea la producción de aceite de oliva. La propuesta de la Comisión Europea, presentada el 18 de marzo, hizo añicos las esperanzas de los olivareros españoles, ya que establece un tope máximo de producción por país que, en el caso de España, se ha fijado en 625.000 toneladas frente al millón largo de toneladas que se produjo en la pasada campaña y que se repetirá en la actual, según las previsiones oficiales.Productores y sindicatos han anunciado efectos catastróficos en el sector español del aceite si se aplica este plan. Según sus cálculos, las ayudas disminuirían el 40%, que es la diferencia entre la cantidad asignada y la producción real; desaparecerían entre 12 y 20 millones de jornales, y quedarían abandonadas unas 700.000 hectáreas al no compensar su mantenimiento.

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Es posible que estas cifras puedan ser matizadas y que el olivar español, incluso con la propuesta del comisario Fischler, logre mantener un cierto grado de rentabilidad (en cualquier caso, menor que el actual). Sin embargo, el problema se ha desplazado definitivamente al terreno político. La paralización de actividades en la primera provincia productora de aceite es una mala noticia para el Gobierno. Los olivareros no han tenido más remedio, para seguir presionando, que convertir un conflicto negociable según el habitual protocolo comunitario en un pulso abierto, con vencedores y vencidos. Lo que complica las cosas.

De esta complicación cabe achacar una responsabilidad central al Gobierno y, más concretamente, a la ministra de Agricultura. No es de recibo que la máxima responsable de la agricultura española se ponga a la cabeza de la manifestación en contra de la propuesta de Fischler y que con esta actitud cierre las posibilidades de negociación global del aceite con otros productos, como la leche, el tabaco y el vino. La actitud vehemente de Loyola de Palacio en defensa del aceite, sin tomar distancia de las posiciones sectoriales y sin matices, es la peor aproximación a la burocracia comunitaria. Hasta tal punto ha resultado desafortunada esta técnica de negociación que los representantes del PP que participaron en la manifestación de ayer fueron acompañados por abucheos.

Formalmente nada está perdido, pero el Gobierno español está en un callejón de difícil salida. Es poco verosímil que pueda formar una minoría de bloqueo que paralice la reforma en la UE, porque Italia, Portugal y Grecia obtienen satisfacción en esas propuestas. España puede vetar la nueva línea directriz agrícola, pero no sería fácil de explicar a los socios comunitarios.

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