El capitan Astiz acusa a las juntas argentinas de cobardes por no fusilar a todos los detenidos
El capitán de fragata retirado Alfredo Astiz, de 43 años -el llamado Ángel de la Muerte por su actuación durante la dictadura militar argentina (1976-1983), condenado a cadena perpetua en ausencia en Francia en 1990 por el secuestro y desaparición de dos monjas-, comnocionó de nuevo ayer a su país con unas declaraciones en las que mantiene que las juntas fueron cobardes por no atreverse "a decir que había que fusilar a todos" los detenidos. Astiz se enorgullece de que la Armada de Argentina le enseñó "a destruir y a matar" y de estar perfectamente capacitado "para matar a un político o a un periodista". Indirectamente, el militar también reconoce que en aquellos años se mató a bebés. "No me arrepiento de nada" manifiesta desafiante en una entrevista al semanario bonaerense Trespuntos.
La inesparada comparecencia pública de Astiz y sus palabras fueron tajantemente condenadas por las principales fuerzas políticas y entidades humanitarias argentinas, y el presidente Carlos Menem tuvo que ordenar que se le aplicaran de inmediato las "máximas sanciones". Astiz fue detenido y trasladado a una unidad militar de la provincia de Buenos Aires, donde cumplirá los 60 días de arresto que impuestos por la Marina.El capitán, exculpado de los delitos de' la represión por las leyes sobre Obediencia Debida y Punto Final promulgadas en 1986 y 1987, defiende por primera vez su actuación y la de sus compañeros durante la guerra sucia. "Los mataron [a los detenidos] ¿Qué iban a hacer? Ya estaba la experiencia del 73, que los habían metido presos y después los amnistiaron. No se podía correr el mismo riesgo. ( ... ) Las Juntas [militares] fueron cobardes. La verdad es que fueron cobardes, no se bancaron decir [no se atrevieron a decir] que había que fusilarlos a todos". Luego les da la razón al recordar que Franco hizo fusilar etarras y que eso provocó movilizaciones callejeras. Era mejor liquidarlos a escondidas.
Astiz se dice orgulloso de haber estado en la Armada, donde se le enseñó "a destruir. Sé poner bombas, sé infiltrarme, sé matar", motivo por el cual se considera "técnicamente el mejor preparado del país para matar a un político o un periodista, pero no quiero".
"Yo nunca torturé, no me correspondía. ¿Si hubiera torturado si me hubieran mandado? Sí, claro que sí", declara Astiz, quien se presenta como un líder reclamado por sus viejos compañeros de andanzas: "Todos los días vienen camaradas a decirme: tené que liderar un levantamiento. Y yo les digo que no".
El militar retirado dice no ser "un traidor como" el ex capitán de corbeta Adolfo Scilingo, quien se declaró "arrepentido" de haber intervenido en la represión y decidió cooperar con las actuaciones que instruye en España el juez Baltasar Garzón por la desaparición de más de 300 españoles durante el régimen militar. "No me arrepiento de nada", mantiene Astiz, quien a preguntas de la entrevistadora dice creer que durante la dictadura se secuestró, torturó, asesino y mató a bebés.
"Apuesto a este sistema, aunque no me conviene. A mí me conviene el caos, yo me sé mover mejor en el caos, pero creo en la democracia", comenta también.
La entrevista, la primera que concede Astiz en toda su carrera, aparece una semana después de que el presidente Menem anunciara la controvertida decisión de demoler la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires, donde funcionó uno de los centros ilegales de detención durante la represión.
La ESMA es considerada un símbolo de la represión, que dejó el resultado de por lo menos 9.000 personas desaparecidas, la mayoría jóvenes activistas de izquierda y sindicalistas. Los organismos humanitarios aseguran que las víctimas llegan a 30.000. Astiz ironiza y dice que la ESMA "no era la sede de las Carmelitas Descalzas presidida por la Madre Teresa de Calcuta" sino un edificio militar donde "se encarcelaba al enemigo". "Lo que ellos [quienes estuvieron detenidos en la ESMA] no dicen es que la mayoría colaboraba y, hasta nos teníamos afecto".
Las desafiantes manifestaciones de Astiz cayeron como una bomba y la Marina le impuso dos meses de arresto. Astiz se enfrenta además a denuncias penales por "apología del delito" y "amenazas a las personas y al sistema democrático" presentadas por organismos humanitarios.
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