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"¿Sabés por qué mata un milico?".

La entrevista con Alfredo Astiz se realizó el martes en el Hotel Naval, "uno de los pocos lugares de Buenos Aires donde todavía le dicen señor a Alfredo Astiz", según hace notar la periodista de Trespuntos que consiguió hacer revisar el pasado a uno de los mayores símbolos del horror que vivió Argentina durante la dictadura militar.

Astiz cuenta, relajado unas veces, tenso otras, cómo trabajaba. "A mí me decían: andá a buscar a tal y lo traía. Vivo o muerto, lo dejaba en la ESMA [Escuela Mecánica de la Armada] y me iba al siguiente operativo. ( ... ) Yo nunca torturé. No me correspondía. ( ... ) Era el trabajo de todos los días. Llegaba por la mañana, me daban la orden y salía. Estaba de acuerdo. Eran el enemigo. Tenía mucho odio dentro. Habían matado a 2.000 de los nuestros. ¿Sabés por qué mata un milico [militar]? Por amor a la patria, por machismo, por orgullo, por obediencia. Si todo eso no está muy alto, uno no sale todos los días a hacer su trabajo.

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Es arriesgar lo único que uno tiene, que es el cuerpo. ( ... ) ¿Sabés el cagazo que pasás? Todos los días a cada rato. Yo sé que alguien me puede matar. Me temblaban las patas en cada tiroteo. Yo me moría del cagazo. Y al día siguiente tenés que salir de nuevo".

Fruto de su entrega, y de la de sus compañeros, a la patria fueron miles de desaparecidos, pero Astiz no sabe cuántos. "En el 82 le dije a un amigo que me preguntó si había desaparecidos: seguro hay 6.500. Supongo que algunos más, no sé exactamente cuántos más. No más de 10.000 seguro. Están locos los que dicen que eran 30.000".

Astiz dice que nunca va a "hablar en contra de un camarada", al contrario de lo que ha hecho el antiguo capitán de corbeta Adolfo Scilingo ante el juez Baltasar Garzón, por lo que le tacha de "traidor". "Yo no creo que haya que decir la verdad. No es cierto que la verdad no ofende. La verdad ofende. Si acá hacemos un contrato social nuevo, tiene que ser así: de estas cosas no hablamos más. No hace falta saber. Los que quieren saber son morbosos".

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El militar retirado también amenaza: "Te digo que no nos sigan acorralando, porque no sé cómo vamos a responder. Están jugando con fuego ( ... ) Las fuerzas armadas tienen 500.000 hombres preparados para matar. Yo soy el mejor de todos. Siempre me vienen a ver. Yo les doy siempre el mismo mensaje: tranquilícense, hay que esperar, pasó en todos los países. Pero no sé hasta cuándo".

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