_
_
_
_

Mercamadrid tendrá naves para almacenar y expender carne fresca

Antonio Jiménez Barca

Al viejo matadero de Legazpi le queda sólo un año de vida. En sus tiempos fue uno de los más grandes de Europa y se degollaban 10.000 corderos y 1.000 vacas al día. Ahora sólo se utilizan 3 de las 15 naves existentes. Y en ellas ni siquiera se mata ya nada desde el año pasado. El futuro pasa por Mercamadrid, donde en 1998 estará terminado el nuevo "centro cárnico", tampoco matadero, que servirá para que los carniceros se abastezcan de mercancía.

Más información
Un museo de arquitectura pagado por constructores

En esta moderna instalación las reses llegarán muertas ya de los mataderos de los alrededores de la ciudad. Los responsables del proyecto se reunieron ayer en un solar vacío pegado a Mercamadrid para colocar la primera piedra de lo que será, en un año, "un centro cárnico". El término alude a un conjunto de pequeñas empresas distribuidas en módulos que almacenarán y venderán carne a los carniceros. El edificio dispondrá de 23.000 metros cuadrados y, según los planos, tendrá un aire de factoría rodeado de autopistas.Las empresas pagarán la construcción a la empresa Ferrovial, que cobrará 1. 500 millones de pesetas por la obra. Mercamadrid, una entidad en la que participa el Ayuntamiento (51%) y una empresa pública (49%), cederá por 30 años el suelo a razón de 2.000 pesetas por metro cuadrado al año. El concejal socialista Leandor Crespo critica que "se deje en manos privadas lo que queda de la actividad del matadero". Con el nuevo complejo, Mercamadrid, el segundo mayor mercado de abastos de España -el primero es Mercabarna-, del tamaño de 70 campos de fútbol, aprobará su asignatura pendiente: la carne. Hasta ahora, los tenderos se abastecían, exclusivamente, de pescado y fruta.

Mero almacén

Mientras tanto, el viejo matadero municipal, construido en Arganzuela a principios de siglo en ladrillo visto (como la plaza de toros de Las Ventas), languidece esperando la riada de millones que lo conviertan en un almacén de museos. Ahora, una treintena de empresas almacena ahí carne de vaca y cordero,, que llega ya troceada, en cámaras de 12 grados bajo cero. En cuanto el "nuevo centro cárnico" esté terminado, estas empresas tendrán que abandonar las viejas construcciones.Todavía hay funcionarios que trabajan en el matadero. Aunque van vestidos de calle y su misión principal consiste en vigilar las enormes estructuras que en sus tiempos de más actividad, desde los años veinte a los ochenta, encerraron miles de corderos, cerdos y vacas cuyo destino era una cuchillada final.

Las naves son altísimas, grandes, con las cristaleras desguazadas, corrales aún en pie y balas de paja abandonadas hace muchos años. Según cuenta Jaime Delgado García, de 59 años, empleado del matadero desde los 19, las naves son requeridas ahora sobre todo por directores de cine que persiguen decorados antiguos con aires de posguerra. Delgado, que sabe todo sobre el lugar en el que trabaja, cuenta que en los buenos tiempos. del matadero los animales llegaban ahí en tren y había un ruido de mil demonios. Las ovejas, los cerdos y las vacas se mataban todos los días. Los caballos, sólo los jueves. El funcionario todavía recuerda cuando hace unos 30 años una nevada dejó helados a un montón de cerdos apiñados en la entrada. Y cómo a las reses con nervio "les cortaban los tendones para que no se movieran".

Ahora, el funcionario espera la jubilación y confía en no tener que trabajar en otro sitio: "No podría acostumbrarme". Mientras, hace planes de arquitecto aficionado para su viejo matadero: "Sería bueno que se pusiera un Corte Inglés, pero ¿querrá venir un Corte Inglés?". El alcalde, José María Álvarez del Manzano, no cree que se construya otro matadero municipal, aunque en Mercamadrid hay terreno para ello.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_