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El Bundestag hace incapié en la lucha contra el racismo al celebrar la caída del muro

El Bundestag (Parlamento alemán) conmemoró ayer el cuarto aniversario de la caída del muro de Berlín, que supuso el principio del fin de la división de Alemania. Su presidenta, la democristiana Rita Süssmuth, recordó que la "revolución pacífica" que impulsó aquel acontecimiento histórico mostró que los alemanes "tienen el valor de luchar por su libertad", lo que ahora debería permitirles enfrentarse a los problemas que aquejan al país, especialmente a la ola de violencia racista. El 9 de noviembre es una fecha ambigua para Alemania, ya que hace 55 años fue la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos, el primer gran pogromo del régimen nazi contra los judíos.Además de estos dos acontecimientos, esta fecha vio también, en 1918, el fin de la monarquía con la abdicación del káiser Guillermo II y la proclamación de la república de Weimar por el socialdemócrata Philipp Scheidemann así como, en 1923, el fallido intento del golpe de Estado de Adolf Hitler en Múnich. La mezcolanza de sentimientos que evoca el 9 de noviembre fue precisamente lo que Impidió que se convirtiera en la fiesta nacional, trasladada al 3 de octubre, fecha oficial de la unificación.

Símbolos conflictivos

La historia y los símbolos que la recuerdan siguen teniendo en Alemania una gran influencia en la realidad. No es de extrañar que, precisamente ayer, la policía de Berlín desalojara a un grupo de manifestantes que protestaban por el cambio de denominación de uno de los monumentos del centro de Berlín, la Neue Wache. Este templete de estilo neoclásico, situado al principio de la avenida Unter den Linden, fue convertido por las autoridades de la antigua Alemania comunista en el memorial a las víctimas del nazismo y del militarismo. Paradójicamente lo custodiaban impecables soldados marcando el paso de la oca en una inocultable alegoría prusiana.

Ahora, el Gobierno de Bonn ha decidido reconvertirlo en el Memorial de la República Federal de Alemania con una placa que reza: "A las víctimas de las guerras y las tiranías", e inaugurarlo el domingo próximo. Los manifestantes que ayer se enfrentaron a la policía pretendían que mantuviera su anterior denominación y consideran que su nuevo nombre esconde un intento de olvidar la pesadilla del nazismo.

La comunidad judía berlinesa piensa lo mismo. Jerzy Kanal, su presidente, ha anunciado ya que no asistirá al acto porque considera "inconcebible mezclar en una misma frase a las víctimas judías de la maquinaria nazi con los caídos de las guerras, muchos de los cuales fueron parte de esa misma rnaquinaria". Finalmente habrá una placa aparte recordando el holocausto.

De esta revisión de la historia no escapa tampoco la lectura del último 9 de noviembre, el de 1989, que vio como los súbditos de la RDA saltaban jubilosos el muro que los mantenía prisioneros. El canciller Helmut Kohl, hace pocos días en Berlín, quiso desposeer de mérito a la revolución pacífica que acabó con el régimen neoestalionista alemán, reservando todas sus alabanzas a la "serenidad" del entonces líder soviético Mijaíl Gorbachov. También Kohl se ha mostrado partidario de cerrar completamente los archivos de la Stasi, la aborrecida policía política de Berlín Oriental.

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