Josep Pla no ha sido perdonado
Quienes le negaron el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes todavía sostienen que no se lo merecía
El escritor y editor Josep María Castellet, el economista Joan Sardá Dexeus y el escritor Joan Fuster, que formaron parte del primer jurado del Premi d'Honor, apoyaron invariablemente la de Pla, del que valoraban por encima de su pasado los valores literarios y su contribución a la normalización del catalán gracias a la gran difusión de su extensa obra. El resto del jurado de aquella primera época -Antoni María Badia Margarit, Jordi Carbonell, Miquel Coll Alentorn, Josep María Llompart, Antoni de Moragas y Joan Triadú- se opusieron sistemáticamente, alegando que el escritor de Palafrugell no cumplía las bases de un premio creado por Omnium Cultural, una entidad privada, para galardonar a quienes se hubieren caracterizado por defender, incluso desde el sacrificio personal, la cultura catalana.El consejero de Cultura de la Generalitat, Joan Guitart, y su director general de Promoción Cultural, Jaume Serrats, no contestan directamente a la pregunta de si Pla se merecía el premio. Se limitan a responder que fue uno de los escritores catalanes más extraordinarios de todos los tiempos. ¿Por qué cree que no se le galardonó? Guitart y Serrats contestan que el jurado debió valorar negativamente en Pla los aspectos no literarios de las bases del premio.
Pla, de talante conservador, vinculado al líder de la Lliga, Francese Cambó, y periodista en el diario de ese partido, La Veu de Catalunya, abandonó Barcelona a poco de iniciarse la Guerra Civil. Temía por su vida y se trasladó a Marsella. En Francia colaboró con un servicio de información y de propaganda creado por dirigentes de la Lliga al servicio de los alzados. Se trasladó más tarde a la llamada zona nacional y entró en Barcelona con las tropas franquistas.
Tras su fugaz paso por La Vanguardia en los días inmediatamente posteriores a la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, se retiró al Empordá -sus partidarios afirman que desengañado del nuevo régimen- e inició una larga colaboración con la revista Destino, una publicación fundada en 1937 en Burgos por un grupo de catalanes falangistas. Aunque Destino evolucionó hacia posiciones democráticas, en aquellos años la cabecera se subtitulaba con una frase significativa: Política de unidad, y el yugo y las flechas de Falange aparecían en su portada. A finales de los años cuarenta, Pla reemprendió su labor de escritor en lengua catalana.
Las bases
Las bases establecen que el Premi d'Honor -medio millón de pesetas al principio, un millón en los últimos años- debe ser otorgado "a una persona que por su obra, literaria o científica, escrita en lengua catalana y por la importancia y ejemplaridad de su tarea intelectual, haya contribuido de manera notable y continuada a la vida cultural de los Países Catalanes". Para los que le negaron el galardón, Pla no cumplía ni con la ejemplaridad ni con la continuidad.Castellet fue sustituido por el economista Ernest Lluch (los miembros del jurado designan a su sucesor), y Sardà Dexeus lo fue por el también economista Josep Lluís Sureda. Los apoyos se redujeron entonces a dos votos. Al menos dos de los premiados -Josep María Casacuberta y Joan Coromines- lamentaron en público el veto a Pla.
Josep María Castellet asegura que "nunca se expusieron en público argumentos para negarle el premio: tras unos comentarios previos, se pasaba a una votación inicial y Pla se quedaba clavado con tres votos. Nunca hubo peleas ni discusiones; nunca nadie dijo por qué no votaba a Pla aunque todo el mundo lo sabía". El escritor y pedagogo Joan Triadú, por el contrario, sí recuerda discusiones -"casi a gritos"- entre Castellet y otro miembro del jurado en la terraza del hotel donde estaba reunido.
"Lo que ocurría -dice Triadú- es que algunos miembros del jurado o no habían leído las bases o habían creído que sólo eran palabras retóricas. Cuando se le hizo ver a Fuster el significado que tenían, replicó que él no quería participar en un jurado que debía hacer juicios morales de los candidatos". A instancias de Fuster se propuso a Omnium modificar las bases, pero la propuesta fue desestimada y aún hoy son las mismas: se premia tanto la actitud cívica como la obra realizada.
"Se premia toda una vida al servicio de una lengua y una cultura, y Pla habría resultado disonante al lado de los demás premiados, muchos de los cuales habían pasado media vida en el exilio mientras que él había entrado en Barcelona con las tropas franquistas", señala Triadú. "Después", precisa, "Ios jurados han sido más flexibles, porque también la situación política y de la cultura catalana ha cambiado".
Según Triadú, Pla no fue vetado porque hubiera escrito en castellano una parte de su obra, en los primeros años de la dictadura: "Corominas, que ha sido Premi d'Honor, escribió la parte más significativa de su obra en castellano, en el exilio, pero también rechazó por escrito formar parte de la Real Academia Española porque su lengua, la catalana, estaba perseguida".
Ejemplo y continuidad
La idea de crear el Premi d'Honor fue del historiador Josep Benet, que la propuso a Omnium, y redactó posteriormente las bases. "Nos guste o no, Pla no entraba", se reafirma Benet a preguntas de este diario. "El Premi d'Honor está para quienes no hayan roto nunca la continuidad al servicio de una cultura y de un idioma. Pla sabía que podía obtener otros premios, pero nunca éste, que no es propiamente un premio literario", señala Benet.Pla fue galardonado en 1951 con el premio de novela catalana Joanot Martorell y obtuvo en varias ocasiones el de la crítica de la revista Serra d'Or.
El filólogo Jordi Carbonell opina que Pla mantuvo durante toda su vida una actitud cínica e insolidaria: "Si todos hubiesen mantenido su actitud en la posguerra no habría habido ni resistencia ni reivindicación catalana. La guerra la había perdido Cataluña, no la derecha o la izquierda, y hubo quien no dijo ni pío". El periodista Josep Faulí, miembro del jurado entre 1975 y 1981, asegura que nadie le negó nunca a Pla que hubíera hecho una gran obra literaria, "pero sí se le negó la ejemplaridad de la que hablan las bases". "No firmó nunca un manifiesto; hacía una vida retirada; nunca apoyó nada; se inhibió de los problemas del momento y de su país. Pla no fue ejemplar como Mariá Marient o Carles Riba, por ejemplo. Y él era una persona importante y su testimonio público habría tenido una gran trascendencia", agrega.
Por encima de las ideologías
Las fobias y las filias en torno a la figura cívica de Pla no se corresponden con una determinada adscripción política, aunque en general son los más nacionalistas los más irreductibles ante el perdón. Una escritora tan alejada ideológicamente del escritor de Palafrugell como la comunista Teresa Pàmies fue una de sus firmes defensoras, quizá porque hacía suya la opinión de Marx sobre Balzac: la grandeza de su obra estaba por encima de su ideología reaccionaria. Josep Benet, que como independiente encabezó la candidatura comunista en las primeras elecciones autonómicas, ha sostenido posiciones en contra. Castellet, otro independiente de izquierdas, apoyó su candidatura al Premi d'Honor. Carbonell, de la izquierda nacionalista, estuvo en contra.Ya se ha dicho que el más tarde diputado y ministro socialista Ernest Lluch fue uno de sus paladines en el jurado del Premi d'Honor, convencido de que en el futuro nadie se acordaría del pasado político de Pla y lo que quedaría sería el escritor y su obra. Pero otra destacada militante socialista, María Aurèlia Capmany, que fue miembro del jurado, sostuvo y aún sostiene una firme posición en contra.
"No se le dio el premio porque había mucha gente que se lo merecía más que él. La lista es enorme y no ha habido tiempo de premiarlos a todos", dice Capmany. "Este asunto se ha inflado, porque Pla tiene detrás toda una estructura publicitaria que lo ha convertido en bandera. No obtuvieron el premio ni Josep Carner ni Ferran Soldevila, que murieron antes de alcanzarlo, y de ellos nadie habla", argumenta Capmany, quien, con ironía, apunta que "Pla, si acaso, se habría merecido el premio de la reconciliación nacional". "Es cierto que no se puede pedir a todos que mantengan actitudes heroicas, pero precisamente por eso se premia a los excepcionales", agrega.
Capmany discrepa de quienes dicen que ha sido el mejor prosista de las letras catalanas: "Eso es una canallada, en un país donde hay tantos y tan buenos prosistas".
Babelia
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