Israel confina a los árabes sin residencia fija en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania
Todos los árabes sin residencia rija en Israel fueron confinados por el Gobierno israelí en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania para evitar un agravamiento de las cruentas y salvajes venganzas registradas desde el domingo entre judíos y árabes palestinos. El vuelo a baja altura de cazabombarderos Phantom y Mirage y una estrecha vigilancia militar acompañó ayer el taciturno éxodo temporal de los miles de trabajadores árabes y palestinos confinados a través de los puestos fronterizos de Hazez y Najal Ous.
"Confiemos en Alá", ésta era la única reflexión ofrecida en la multitudinaria aduana de Hezez por el anciano conductor de una furgoneta ocupada por seis palestinos sorprendidos por la policía en su puesto de trabajo de Tel Aviv y conminados a partir inmediatamente. "No hemos tenido tiempo ni de cambiarnos de ropa". Ametralladoras de grueso calibre en garitas aéreas, vehículos todoterreno artillados y un expeditivo pelotón de soldados con fusiles y porras de madera controlaron el rápido discurrir de una dócil y madrugadora caravana de taxis, autobuses y turismos particulares.. Albañiles, peones, camareros, empleados de empresas públicas o servidores de gasolineras, hasta completar un censo superior a los 100.000 árabes y palestinos con trabajo en Israel, deberán regresar a los territorios ocupados por el Ejército israelí en la guerra de 1967. Su expulsión ocasionará importantes daños a las empresas que les emplean, pero los puestos de trabajo vacantes serán progresivamente cubiertos por los judíos inmigrados de la Unión Soviética. La orden de salida del país durante "varios días" fue dictada por el ministro de Defensa, Moshe Arens, "para que las fuerzas de seguridad puedan evaluar la actual situación del orden público" y romper con el peligroso clima de violencia.
En una entrevista radiada, el ministro llamó a los judíos a no tomarse la justicia por su mano, "para no perjudicar al Estado de Israel y a árabes inocentes".
Camiones militares con altavoces recorrieron al alba las principales poblaciones de Gaza, donde residen 800.000 palestinos y árabes en 378 kilómetros cuadrados, y advirtieron que nadie podrá viajar a Israel en los próximos días. Lo mismo ocurrió en Cisjordania, con cerca de 900.000 musulmanes en 5.650 kilómetros cuadrados. Permanecen dentro de las fronteras israelíes los 700.000 árabes con pasaporte de esa nacionalidad y quienes, como en el Este de Jerusalén, demuestran un domicilio permanente.
Fuentes oficiales alertaron de que el confinamiento obligatorio de los palestinos podrá originar un recrudecimiento de la Intifada en los territorios ocupados, en los que no tiene acceso la prensa extranjera.
Omar Abu Shiram, el palestino que acuchilló y dio muerte a tres judíos el domingo, fue calificado como un héroe por el clandestino Movimiento Islámico de Resistencia. En una entrevista con el diario Jerusalen Post, el padre del agresor le llamó criminal y pidió para su propio hijo la aplicación de la pena de muerte.
El Gobierno de Isaac Shamir, mientras tanto, resiste las recomendaciones elevadas desde sus propias filas de escalonar la adopción de medidas excepcionales. Algunos políticos de la oposición consideran que el delicado momento nacional demanda sin pérdida de tiempo un Gabinete de amplia coalición.
Saúl Lamur, compañero de partido del primer ministro Shamir, pidió que fuese declarado el estado de emergencia en todo el país durante seis meses, algo que justificó por el continuo deterioro de la seguridad ciudadana. Según la propuesta de Lamur, las fuerzas de seguridad y las patrullas civiles podrán hacer uso de las armas sobre "los árabes que cometan acciones terroristas".
El comisario general de policía, Jacob Terner, ha promovido la formación de un destacamento de voluntarios para vigilar las calles de las ciudades israelíes y expresó su satisfacción por "el importante número de residentes en Jerusalén que han respondido al llamamiento".
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