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EL CASTELLANO REPITE PREMIO NOBEL

Alegría y confusión en México

La televisión lanza proclamas nacionalistas sobre "el orgullo de ser mexicanos"

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO Octavio Paz reaccionó a la mejor noticia de toda su vida con alma azteca: con incredulidad, serenidad y orgullo inútilmente escondido. Y México, que recibe por primera vez en su historia el premio Nobel de Literatura, tuvo que rendirse finalmente ante la gloria del polémico escritor. Un periodista sueco, que le llamaba a las ocho de la mañana en Nueva York para solicitar una entrevista en relación con el estreno en Estocolmo de una obra de teatro escrita por Paz, le comunicó que la Academia mencionaba en ese momento su nombre como ganador del Nobel. Otros años, en la víspera de este día, el poeta mexicano no conseguía pegar ojo por el nerviosismo, pero en esta ocasión la noticia fue para Paz una verdadera sorpresa: "Cuando recibí la noticia sentí en primer lugar sorpresa y, mezclada a la sorpresa, indistinguible de la sorpresa, una gran alegría".

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Había pensado tanto en él que cuando por fin lo obtuvo sintió una extraña calma de espíritu, dicen las personas que compartieron con Paz esos primeros momentos. Decidió no hacer celebraciones especiales sino seguir con sus planes cotidianos, que incluían ayer una conferencia sobre arte precolombino en el marco de la gran exposición sobre México en el Museo Metropolitano de Nueva York. "Lo celebraré haciendo la vida de todos los días, porque creo que los premios son muy importantes pero es más importante vivir", dijo en declaraciones a la televisión mexicana.

Paradójicamente, Paz atravesaba estos días por un mal momento de ánimo. Su polémica tradicional con intelectuales mexicanos y latinoamericanos se había envenenado a raíz de la celebración en México en los primeros días de septiembre de un encuentro de escritores sobre el fin del socialismo. Paz parecía haber salido tocado de esa reunión después de que Mario Vargas Llosa le hizo la afrenta de denunciar al régimen mexicano como "la dictadura perfecta". La prensa mexicana se cebó con Paz y muchos cavaron precipitadamente su tumba. Después de ese encuentro, en la prensa más influyente de México se escribieron cosas como: "Ahora Octavio Paz se ha desprestigiado definitivamente".Ayer el silencio de sus rivales dejaba en evidencia la sorpresa y la confusión causada aquí por la decisión de la Academia sueca. La polémica de los últimos días dejó paso al socorrido nacionalismo y los argumentos sobre el valor de la obra de Paz fueron silenciados por las repetidas proclamas televisivas sobre "el orgullo de ser mexicanos".En México, muchos pueden encajar este premio como una derrota más de quienes vienen resistiéndose a diario a aceptar el éxito de las ideas neoliberales y anticomunistas.Aparentemente, Paz no quiere ahora humillar a los presuntamente derrotados en México por el galardón, entre otros el escritor Carlos Fuentes."Yo no creo en los triunfos", dijo en sus declaraciones a la televisión, "y mucho menos en el campo de la literatura y las ideas. Es verdad que creo que la historia contemporánea ha confirmado algunas de mis previsiones, por ejemplo la vuelta a la democracia en América Latina y la vuelta a la democracia en Europa del Este. Pero esto yo no lo puedo considerar una victoria. Lo importante es que vivimos una nueva época de la historia humana. Ahora los peligros son otros, son graves: el renacimiento de los nacionalismos, por ejemplo".

Octavio Paz ha expresado insistentemente desde hace dos años su apoyo al Gobierno de Carlos Salinas en su labor modernizadora de la estructuras políticas y económicas del país. Con el régimen mexicano ha mantenido una actitud moderadamente crítica. Se ha negado a definirlo como una dictadura, pero ha aceptado que se trata de un sistema autoritario que ha dado al país estabilidad a cambio de recortar su libertad.Paz no quería ayer resucitar la polémica política. Revestido con el reconocido poder de su obra, el escritor destacó el valo exclusivamente literario del ga lardón. "Creo que el premio Nobel se me ha dado por razones legítimas de orden literario, no por mis opiniones políticas. Se le ha dado el premio a un poeta que también es un ensayista".

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