Una larga historia
La historia del Auditorio de Barcelona arranca en 1983, cuanclo en los presupuestos generales de Cultura se incluye una partida destinada al Auditorio de Madrid y a la construcción de otros cuatro en Santander, Valencia, Las Palmas y Barcelona. El entonces ministro de Cultura, Javier Solana, declara estar dispuesto a aportar 500 millones de pesetas, repartiéndose el resto del presupuesto, hasta 970 millones, entre Generalitat y Ayuntamiento.
"En aquel momento", manifiesta José Manuel Garrido, "desde el ministerio no fuimos con un concepto cerrado, sino que lanzamos una propuesta. Podía ser que Barcelona decidiera realizar esa inversión en otro sector u opción considerada más prioritaria desde Cataluña. Lo que sí dijimos en ese momento es que estábamos elaborando un plan de inversiones públicas en el tema musical y nos ofrecimos a que Barcelona quedara incluida".
Dos años más tarde, el Ayuntamiento barcelonés encarga un estudio comparativo sobre las necesidades de la demanda musical en la ciudad, a raiz de la polémica surgida en torno a si el Palau de la Música, ya en fase de reformas, era suficiente para asumir esa demanda o no. La conclusión del estudio es que la construcción del auditorio es viable y se encarga el proyecto a Rafael Moneo. Los primeros planos no llegan al Ayuntamiento hasta setiembre de 1987. Ya no se habla de un auditorio de 1.000 millones, sino de 3.000.
"El proyecto actual se sale del planteamiento inicial de 1983. Es por lo tanto un proyecto especial, extraordinano, que ya no entra dentro de la normalidad presupuestaria del plan general de auditorios", considera el director general del INAEM, quien añade que "presupuestariamente, por lo demás, hoy se funciona de forma diferente a como se hacía hace cinco años. En el 83 los presupuestos llevabannombres y apellidos, asignados para cada ciudad, mientras que ahora Hacienda nos da un montante para auditorios y nosotros hacemos el reparto interno con arreglo a nuestro plan".
Para el Ministerio de Cultura el caso del auditorio de Barcelona es equiparable al de Madrid, financiado éste como obra directa del propio ministerio sin pasar por el plan general establecido para las demás ciudades españolas. "De haberse aceptado la propuesta del 83", concluye Garrido, "el auditorio podría estar hecho, aunque no lógicamente con las características que tendrá hoy".
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