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LAS SUPERPOTENCIAS DIALOGAN

EE UU juzga insuficiente la reducción de fuerzas soviéticas anunciada

Francisco G. Basterra

Estados Unidos calificó ayer de "primer paso necesario en la dirección adecuada", pero aún insuficiente, el anuncio de una reducción unilateral de 500.000 hombres, 10.000 tanques y 800 aviones soviéticos en Centroeuropa. El secretario de Estado George Shultz dijo tras la minicumbre que reunió ayer en Nueva York a Mijaíl Gorbachov, Ronald Reagan y George Bush que, aun después de los recortes, habrá una "asimetría muy significativa a favor del Pacto de Varsovia" sobre la OTAN.

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Reagan y su sucesor, George Bush, que asumirá la presidencia el 20 de enero, recibieron ayer, en el curso de un almuerzo de dos horas en un islote del puerto de Nueva York, el regalo de Navidad, no solicitado, de Mijail Gorbachov. Pero los dirigentes norteamericanos no se comprometieron a nada, limitándose a escuchar, tomar nota, desembalarlo el y prometer su estudio detenido. "Vamos a estudiarlo cuidadosamente en Estados Unidos y con los aliados europeos", dijo Shultz.Gorbachov, presionando al próximo presidente que se ha negado a establecer una fecha para una primera cumbre, afirmó al término de su quinta y último encuentro con Reagan que sus propuestas son "política real y no tantos de propaganda" y que ahora la pelota está en el campo norteamericano. "Espero que EEUU dé próximamente nuevos pasos". Gorbachov habló del "umbral de una nueva fase en las relaciones bilaterales", mientras que Reagan, más prudente, se limito a decir que había sido un día "buen y fructífero". Por su parte, el presidente electo mantuvo un silencio significativo dejando el primer plano al presidente. Gorbachov, intentando hasta el final un compromiso por parte de Bush, prometió que la URSS actuará en la escena internacional de una forma "previsible" para EE UU y Europa. El presidente norteamericano dijo que se continuará la misma política de diálogo con la Unión Soviética y que "habrá progresos con la próxima Administración". Los norteamericanos, que evitaron negociar puntos concretos, se mostraron muy satisfechos de la cumbre informal que calificaron de "esclarecedora".

Reunión de la OTAN

El presidente y Bush aguantaron como pudieron el chaparrón de propuestas pacifistas y un nuevo orden internacional desmilitarizado, desencadenado por Gorbachov aprovechando el altavoz mundial de la ONU. Bush no aceptó una entrevista a solas con Gorbachov en la que habían insistido los soviéticos.

Reagan, de regreso a Washington, utilizó un discurso ya previsto, en horas de la madrugada del jueves en España, para contrarestar el huracán Gorbachov. Y, hoy, el presidente ofrecerá su última conferencia de prensa -desde junio ha estado escapándose de los periodistas- en la que comentará las ofertas del presidente de la URSS y tratará de restarle algo de protagonismo a la gira triunfal del líder del Kremlin. El secretario de Estado, George Shultz, voló ayer mismo a Europa y hoy, en Bruselas, ante los aliados de la OTAN, se espera una propuesta occidental de reducción de fuerzas convencionales.

Todo acabó como en una película de Hollywood, con Ronald Reagan, el viejo cruzado de la guerra fría converso a la distensión mostrándole al revolucionario sonriente pero con dientes de acero Mijail Gorbachov, la Estatua de la Libertad en la lejanía en el puerto de Nueva York. Eran las tres y media de la tarde cuan do se despedían finalmente estos dos hombres a los que sólo les une su inmenso poder.

Acababa, en la isla del Gobernador, frente a Manhattan, lugar de la minicumbre entre los dos líderes, la era de la relación con Reagan iniciada en otoño de 1985 en la cumbre de Ginebra. El líder soviético embarcó en su mastodíntico Zil negro en el ferry que le llevó de vuelta a Manhattan y Reagan, simultáneamente, partió en su helicóptero Air Marine One tras despedir a Gorbachov en el muelle.

Durante dos horas, Reagan, Gorbachov y Bush, que acudió sin su secretario de Estado designado, hablaron sin agenda de una manera muy informal, intercambiando bromas e ideas serias. Se discutió la marcha de la perestroika y los esfuerzos por construir un estado de derecho. "No hay la menor duda de que asistimos a un esfuerzo importamte por cambiar la naturaleza del sistema soviético", afirmó Shultz. El secretario de Estado precisó que la velocidad de este cambio y si tendrá definitivamente éxito son aún dos incógnitas.

Los norteamericanos hicieron todo lo posible por rebajar la importancia del encuentro en la Isla del Gobernador, de 90 hectáreas cuatro kilómetros de costa. Su estrategia estaba clara.

Utilizar el almuerzo -consomé de gallina, raviolis de campiñones, turnedós con salchichas de langosta con trufas, y tarta de chocolate, regado todo con vino californiano y servido por el hotel Waldorf Astoria- para simbolizar la continuidad en la relación bilateral y el traspaso del testigo, sin un período de vacío, de Reagan a Bush. En este sentido fue un éxito.

Gorbachov, tras despedirse de un Reagan nostálgico, inició una visita turística por Nueva York, que contempló desde el piso 107 de las torres del World Trade Center, y recorrió Wall Street y Broadway, bajándose en una ocasión del coche y charlando con algunos neoyorquinos, en Times Square. "Estoy muy impresionado por esta ciudad, por sus edificios", dijo el líder soviético, que en Nueva York es simplemente Gorby.

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