La situación socioeconómica en la hora del plebiscito chileno
1. Los indicadores del éxito económico actual. Por segundo año consecutivo, el Gobierno chileno ha mostrado como indicador de éxito económico una tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en 1987 de 5,5%.Dicho éxito se sustenta en buena medida en la mayor disponibilidad de financiación externa, que a su vez ha permitido el aumento de las importaciones (28,1% entre 1987 y 1986) y de la inversión (15% en ese mismo período), y en la expansión de las exportaciones (20,2% de aumento entre 1987 y 1986), debido a la inesperada e importante recuperación del precio del cobre (16,37% de incremento en 1987 respecto al año anterior) y, al aumento de las exportaciones manufactureras y de productos agropecuarios.
El Plan de Mediano Plazo 1985-1987 ha contado, pues, con el apoyo financiero de los organismos internacionales, de los Gobiernos y de los bancos comerciales, que han permitido el acceso a nuevos créditos y la reprogramación aceptable de los vencimientos de la deuda.
En efecto, el Gobierno de Chile ha podido reprogramar los vencimientos de su deuda durante el período 1985-1987 (5.700 millones de dólares), haciendo lo propio con la deuda que ha de vencer entre 1988 y 1991, en este último caso por 12.490 millones.
Asimismo recibió nuevos créditos en 1985 (714 millones de dólares) y en 1986 (371 millones), circunstancia ésta bastante excepcional en América Latina en estos años en los que sólo se anotan nuevos créditos en los casos de Argentina (4.200 millones de dólares en el período 1982-1985) y Costa Rica y Panamá, con 75 y 60 millones, respectivamente, en 1985-1986.
El Gobierno ha seguido facilitando la entrada de inversión extranjera, a través de un rebaja de las cantidades mínimas autorizadas para las mismas. Y asimismo ha seguido traspasando empresas del sector público al sector privado, especialmente las pertenecientes a la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), produciéndose también la venta de empresas que pertenecían a los bancos intervenidos en 1983, parte de lo cual se efectuó otorgando crédito a los adquirientes hasta el 95% del valor de las acciones, a tasas de interés inferiores a las del mercado.
Todo esto, no hay que olvidarlo, restará posibilidades de manejo del aparato productivo interno al Gobierno democrático que sustituya a la actual dictadura, llegado el caso.
2. La realidad del modelo económico chileno actual. Pese a los indicadores del éxito del crecimiento económico global, la evolución del PIB por habitante en Chile muestra una variación acumulada negativa entre 1980 y 1987 de -2,5%, con lo que el PIB por habitante de 1986 se sitúa en un nivel equivalente al que existía en 1970, mientras que el consumo por habitante en 1986 se encuentra un 11 % por debajo del nivel registrado en 1970.
En la década de los ochenta, el consumo y la inversión por habitante en Chile son inferiores a los niveles que existían hace 25 años, y a pesar de que América Latina ha sido la región más afectada por la crisis de los años ochenta, mantuvo un ritmo de crecimiento tres veces superior al de Chile.
La participación del sector manufacturero ha caído desde el 26,1% como promedio en el período 1970-1979 al 20,6% en 1980-1986, siendo la aportación de las actividades industriales al PIB en 1986, a precios constantes de mercado, inferior. al nivel de 1981.
2.000 empresas menos
Entre los cinco países medianos de América Latina (Colombia, Venezuela, Chile, Perú y Uruguay), Chile ha pasado así de ser el segundo en importancia en cuanto a la participación del PIB industrial en 1970 al cuarto lugar (sólo delante de Uruguay) en 1985. Los sectores portadores del progreso técnico han sido los más afectados por este proceso de desindustrialización, encontrándose los gastos en I+D en Chile por debajo del ya bajo promedio latinoamericano. Entre 1967 y 1983 se estima que han desaparecido alrededor de 2.000 empresas medianas y grandes industriales.
Conviene recordar además que la economía chilena sigue dependiendo en casi el 89% de las exportaciones de productos primarios (porcentaje respecto del valor de las exportaciones totales de bienes), encontrándose condicionada por tanto a todos los efectos adversos del deterioro de la relación real de intercambio.
3. Las dificultades del futuro inmediato. Existen tres tipos de deudas (deuda externa, deuda interna y deuda social) que el modelo económico practicado por el régimen de Pinochet va a legar a sus sucesores y que prevalecerán durante un período prolongado, dificultando notablemente la transición política democrática.
a) Una de ellas es la deuda externa total, que a finales de 1987 alcanzó los 20.510 millones de dólares, lo que sitúa a Chile en quinto lugar entre los países más endeudados de América Latina, detrás de Brasil, México, Argentina y Venezuela. Entre 1975 y 1985 la deuda externa por habitante ha aumentado en Chile de 905 a 1.730 dólares.
Durante el período 1977-1982, y debido a la liberalización extrema de importaciones, tuvo lugar un incremento impresionante de las mismas en productos de consumo no alimentario de lujo relativo (autos, televisores, motos, whisky, etcétera), lo que costó a Chile 6.426 millones de dólares, considerándose este hecho como un factor central explicativo del nivel actual de endeudamiento externo chileno.
El sobreendeudamiento de la economía chilena en los años ochenta no se orientó, pues, a reestructurar el aparato productivo, sino que fue destinado en gran medida a incrementar el consumo suntuario de las capas de mayores ingresos.
Mientras tanto, el pago de intereses como porcentaje de la capacidad de importación del país era ya en 1985 de más del 63%, y. medido como porcentaje de la inversión en capital fijo, de más de 81%, lo que da idea de la enorme dificultad que este servicio de la deuda externa plantea al crecimiento a medio y largo plazo de la economía chilena en las actuales circunstancias.
b) El segundo tipo de deuda es la deuda interna. Esto es, a las dificultades anteriores se agrega el problema del sobreendeudamiento de empresas y unidades familiares con el sistema financiero y otros agentes de crédito.
Esta situación ha originado una crisis financiera que se prolonga desde 1981 y que ha incluido la quiebra o intervención de los principales bancos privados del país, con lo que un régimen partidario de la reprivatización del sector público pasó a incrementar la intervención del Estado en este sentido.El problema del sobreendeudamiento financiero interno tiene su origen en la amplia liberalización emprendida por los primeros asesores de la dictadura chilena en 1974-1975 (los economistas neoliberales de la llamada Escuela de Chicago), cuyos planteamientos fueron responsables de las altísimas tasas de interés y el manejo especulativo de la mayoría de los bancos.
En 1984 se estimaba que en los dos principales bancos privados (Banco de Chile y Banco de Santiago) la proporción de cartera no recuperable era del 20,4% y del 26,4%, respectivamente, siendo el porcentaje de capital comprometido a finales de 1984 del 633% y del 513% en los dos bancos citados.
Ante esta situación la dictadura adoptó la decisión política de apoyar financieramente a los deudores y bancos a través del Banco Central y el sector público. Al fin y al cabo se trataba de grupos sociales sustentadores del propio régimen.
En otras palabras, la política fiscal de los próximos años tendrá que ir definiendo la distribución de estas pérdidas, y por otra parte, como se ha recurrido al endeudamiento externo por parte del Banco Central y éste no produce divisas, el servicio de esta deuda externa a futuro exigirá una doble transferencia: desde el sector productivo al Banco Central y desde éste al exterior.
c) Llegamos por último a la deuda social. Chile se encuentra entre los países con tasas de desempleo más altas de América Latina. Su tasa de desocupación urbana fue la más elevada de esa región entre los años 1982 y 1985, con un 18,6% como promedio. En 1986 esta tasa se ha reducido al 13,1 %, pero entre 1970 y 1987 el número de desempleados aumentó en más de tres veces.
Entre 1968 y 1983 la participación en el ingreso del 40% de la población más pobre se redujo nueve puntos, bajando del 20% al 11%; mientras el 20% de mayores ingresos aumentaba su participación en el ingreso total en 16,5 puntos, pasando del 44% al 60,5% en ese período.
Asimismo, entre 1975 y 1987 la renta disponible para un contribuyente con un ingreso superior a 440.000 pesos (unas 200.000 pesetas) aumentó 10 veces más que la de un contribuyente con ingresos menores de 22.000 pesos.
El aumento de la participación de los impuestos indirectos en el conjunto de los impuestos (del 35% en 1970-1973 al 47% en 1982-1986), así como la disminución del peso de los impuestos directos en ese mismo período (del 33% al 19%), evidencian la regresividad tendencial del sistema tributario en la dictadura.
La evolución de los sueldos y salarios entre 1970 y 1985 muestra asimismo una caída importante del 13% en términos reales. Mientras el incremento del índice de precios al consumo de diciembre a diciembre durante los últimos cinco años se sitúa como promedio en el 22,8% anual.
Se asiste así en Chile, y expresado con toda su crudeza, a un patrón de consumo deformado, elitista y selectivo, en el que la demanda protagonizada por los grupos de alto ingreso se atiende básicamente mediante importaciones, con la consiguiente tensión sobre la balanza comercial.
Entretanto" el gasto social por habitante en salud, educación y vivienda entre 1970 y 1986 ha caído sensiblemente, habiéndose duplicado el déficit habitacional entre 1970 y 1985.
46% de pobres
El número de pobres, esto es, las personas que no alcanzan a satisfacer las necesidades básicas, ha aumentado del 28% de la población en 1969 al 46% en 1984. Y entre éstos, el número de indigentes (que no alcanzan ni tan siquiera a atender sus necesidades de alimentación) ha pasado entre esas fechas del 7,5% al 26%, con todo lo cual a partir de 1975 el consumo diario de alimentos por habitante se encuentra por debajo del mínimo de 2.318 calorías por día que reconoce la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Existe, pues, un conjunto amplio de sectores sociales que son los que se han visto más afecta dos por la aplicación de este modelo de crecimiento económico, y con los cuales se ha adquirido una deuda social importante, que se mostrará en toda su magnitud cuando se alcance un proceso de democratización en Chile. Esa democratización permitirá que la sociedad civil se exprese, después de años de represión y control político, saliendo de este modo a la superficie los desequilibrios y conflictos económicos sumergidos por tanto tiempo.
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